Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

8 Dic, 2010

Aeronáutica mexicana, la ficción del

Entre las muchas historias de humor negro que se podrían escribir en México sobre el "respeto al imperio de la ley", hay una en el sector de la aeronáutica que podría competir por un premio internacional de ficción.

Mientras las fusiones y adquisiciones están a la orden del día, incluso entre empresas de Estados Unidos y Europa, en México sigue existiendo aquella regla de que un extranjero no puede tener más del 25% de las acciones de una aerolínea.

La regla parecería tener sentido en el escenario de la Segunda Guerra Mundial, cuando un conflicto a gran escala podría dejar incomunicado al país; pero aquí tenemos el caso no sólo de una ley obsoleta, sino que además "hace agua" por todas partes.

Para empezar está el caso de Aeroméxico, cuyo presidente es José Luis Barraza, que inició esta etapa de la mano de Banamex, cuando era de accionistas mexicanos, y que, en el camino, lo compró

Citibank que ahora tiene 49% de la firma del "Caballero Azteca" quien, por lo visto, a estas altura del juego ya debe hablar inglés.

Así se dieron las cosas, podría argumentar la autoridad. Sin embargo, luego está Viva Aerobús, la firma que encabeza Roberto Alcántara, en donde Ryan Air, de Michael O'Leary, es el propietario de 35 por ciento.

Para llegar a la increíble situación de Volaris, cuyo presidente es Pedro Aspe, y quien a fin de liquidar a sus socios de lujo, Carlos Slim, presidente vitalicio de Carso, y Emilio Azcárraga Jean, de Televisa, lo hizo con dinero de unos fondos de inversión de Estados Unidos.

Allí la historia fue que tras la oferta que Miguel Alemán Magnani, presidente de Interjet, les hizo a Slim y Azcárraga para comprar su parte en 360 millones de dólares. Aspe se opuso argumentando que después el primero ganaría mucho más, colocando a esa empresa en la Bolsa.

Pedro Aspe inició, así, un road show entre otros 11 grandes empresarios mexicanos y, no obstante su notable inteligencia, jamás pudo responder fehacientemente a la pregunta: ¿Por qué debo arriesgar mi dinero en un negocio del que se están saliendo Slim y Azcárraga?

Así es que tuvo que recurrir a sus fuertes contactos con los fondos de inversión de Estados Unidos y, ahora, 90% de las acciones pertenecen a estos y a la centroamericana Taca.

Al final de toda esta historia, resulta que sólo Interjet y Aeromar, de Ami Lindenberg, operan con la regla del 25%; además de otras pocas de menor tamaño.

Y allí viene Mexicana, donde el grupo de Arturo Barahona todavía está negociando los recursos para su capitalización.

Así es que la conclusión es muy simple: La ley sólo funciona aquí, para escribir una buena novela.