Viaje al pasado

Escribo este artículo unos días antes de las elecciones en Grecia, donde se decidirá mucho más que un nuevo gobierno: sin exagerar, el futuro inmediato de Europa Occidental y en particular de la moneda común de muchos países, el euro. No sé qué va a pasar, pero me entró una melancolía al recordar dos épocas terribles para nuestro país, ambas causadas por una crisis financiera y de flujo de fondos: la mega-devaluación de 1982 y el resto de esa década, y la de diciembre de 1994 y sus repercusiones.

Son dos crisis con orígenes distintos, pero ambas empezaron con un déficit en la balanza de pagos en moneda dura, ya que se esfumaron los dólares de las reservas del Banco de México y los bancos,  y para no caer en bancarrota se recurrió a organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) y al Fondo de la Reserva de Estados Unidos que, forzado por el presidente Clinton, nos prestó sobre nuestro petróleo y se evitó una catástrofe.

Pues bien, eso está por pasar en Grecia y, tal vez, en España, Portugal y otros países débiles de la zona que afectarán al mundo entero y principalmente a sus habitantes.

Aquellos que hemos vivido estas turbulencias nos acordamos muy bien del efecto y la desfachatez de cómo se derrochaba dinero, porque éramos del primer mundo, administrábamos la riqueza y todos nos prestaban. Sin hablar de la corrupción y enriquecimiento de pocos y el empobrecimiento de la mayoría, empezando por las incipientes clases medias.

Les recuerdo cuando no había dólares por ningún lado, sino que veías a individuos comprándolos y revendiendo esa moneda a las afueras de las estaciones de autobuses y aeropuertos en un sórdido mercado negro. Eso sigue pasando en países como Venezuela, en países tercermundistas y en el pasado en el ex bloque soviético.

Si cae Grecia y no cumple con los lineamientos de sus socios y otras instituciones internacionales, el euro se va a tambalear, aunque dudo que se termine, por el momento. Se tendrá una moneda griega llamada nuevo dracma, que de inmediato perderá casi todo su valor real, algo parecido al marco alemán después de la primera guerra mundial o al peso cubano. También empezará, me temo, una espiral hiperinflacionaria que encarecerá todos los productos, refacciones, medicinas y alimentos importados; los griegos sólo producen bellas islas, playas, ruinas espectaculares, algo de aceitunas y vino. No sé si el turismo acepte llegar a un país que está quebrado y es necesariamente más inseguro, aunque éste sea muy barato. Piensen que eso ya nos ha pasado en México por la violencia, aunque afortunadamente no estamos, ni con mucho, en crisis financiera.

En 1982 también hubo gente que hizo fortunas, especulando con la hiperinflación. Los productos se revaluaban diariamente y los sueldos se quedaban atrás, así como los ahorros de millones de personas que, en cuentas de bancos con intereses de miseria se fueron a la basura. Terrible para amas de casa que metían lo que les sobraba a libretas de ahorros y vieron cómo su inversión se esfumó por los altos costos de todo. Asimismo ver el desempleo causado por la recesión y el principio de una era violenta que aún no termina.

Apelando a la memoria de muchos mexicanos que ya vivimos turbulencias, hay que ver que el candidato(a) a la Presidencia ganador no eche por la borda las lecciones del pasado y pase lo que sucede ahora en Europa, y mantenga la estabilidad de bajos déficits, altas reservas y sano endeudamiento que nos dé tranquilidad. Hay muchas formas sanas para fomentar el crecimiento y el empleo, y no endeudarse en exceso o poner la maquinita de los billetes a trabajar.