David Páramo

Análisis superior

David Páramo

14 Sep, 2012

Basilea III.5

¿Cuál es la prisa? ¿Cuál es la obsesión? Se preguntan una y otra vez los directivos de la banca mexicana cuando resienten la fuerte presión que está haciendo la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para implementar las reglas de Basilea III y un poco más.

Les incomoda, de entrada, que la decisión se esté tomando en los últimos días del sexenio de Felipe Calderón, cuando no existe ningún riesgo cercano para la banca mexicana. Los fundamentales de la banca nacional están en su mejor momento de la historia y muy por encima de la media mundial.

Índices que podrían señalar un riesgo potencial hacia el futuro no reportan ningún problema. La cartera vencida se encuentra en niveles mucho más que manejables e incluso los niveles de deuda de las personas no muestran ningún indicio de preocupación.

Esto no es obra de la casualidad ni de una baja demanda de crédito, puesto que mientras ha crecido la colocación de crédito en todos sus rubros (no sólo los personales), los indicadores de riesgo están sanos por las duras políticas en el otorgamiento de financiamientos, así como la buena operación de las sociedades de información crediticia.

Casi es ocioso decir que la salud financiera de la mayoría de los bancos es superior a la de sus matrices o, por lo menos, igual.

Evidentemente la CNBV no sabe más que el propio mercado sobre las condiciones, así que no podría decirse que la autoridad está viendo algo que ha sido omitido por los bancos. La banca en México, conociendo las lecciones de la crisis financiera de 1995, que los primeros en perder son ellos cuando se olvida la prudencia bancaria.

Quizá se vea muy bonito en la egoteca de alguien decir que llevó al país a cumplir antes que nadie las normas de Basilea III y hasta ir un poco más allá. El satisfacer el ego o ambición de un funcionario y su camarilla podría implicar gravísimos costos para la competencia bancaria y definitivamente para una gran cantidad de instituciones que hoy cumplen un papel destacado.

Si el país ganara algo implementando antes que nadie estas normas, se esperaría que hubiera ingreso de capitales al sector financiero de México, que se agarraran a trompadas los inversionistas internacionales por tomar las acciones y los Cocos que tienen que emitir los bancos. Sin embargo, es total y absolutamente improbable que se presenten este tipo de presuntos efectos benéficos.

Justamente este tema de las colocaciones es lo que da origen a Basilea III.5.

Resulta que los bancos mexicanos, que tienen como representante gremial a Jaime Ruiz Sacristán, no encuentran, por ningún lado, en qué parte del acuerdo de los bancos mundiales se estableció la obligación de colocar aunque fuera deuda sin vencimiento.

Parecería que este es otro de los caprichos de la autoridad. Ir otra vez más allá de las regulaciones internacionales sin generar un beneficio claro y directo, sino graves problemas para una gran cantidad de los participantes en este mercado.

Si lo que pretende la autoridad es que haya una gran cantidad de fusiones y adquisiciones para compactar al sistema financiero, pues entonces que lo digan abiertamente y se deje de impulsar, a las prisas, una regulación que tendrá un impacto más negativo que positivo.

Tinieblas

Griselda Nieblas es de esos funcionarios públicos que de tan grises, terminan generando más problemas con su cobardía e incapacidad.

Es evidente que la directora del Ifecom está rebasada por una responsabilidad con la que no está capacitada para cumplir, lo que ha traído una gran cantidad de trastornos no sólo en empresas que se encuentran en concurso mercantil o sus acreedores, sino al propio clima de inversión en México.

Los gravísimos errores que han cometido jueces y conciliadores durante su gestión sólo pueden ser atribuibles a la cabeza del organismo.

Durante el tiempo en que Luis Manuel Meján estuvo al frente del Ifecom no se presentaron estos problemas.

Nieblas, para tratar de eludir su responsabilidad, siempre ha culpado a la ley. Esa es una de las salidas más baratas que puede tener un personaje que no tiene capacidad para cumplir con su trabajo.

Casos como el de Vitro generan que el costo de financiamiento y la visión de competitividad en el país se esté desplomando.

Bastaría ver las opiniones negativas que ha generado en la comunidad financiera internacional, incluido el FMI, el exótico convenio a través del cual los hermanos Adrián y Federico Sada metieron las deudas de otras empresas al convenio concursal para que mientras ellos no pierden, los acreedores reales se ven dañados en su patrimonio.

Estos problemas, sin lugar a ninguna duda, están enrareciendo al clima de negocios en México. Olvídese del prestigio, eso no es tan relevante cuando se está hablando de otorgamientos de crédito y reestructuraciones.

Debilidad

La Secretaría del Trabajo, encabezada por Rosalinda Vélez, está jugando un papel un tanto triste en la promoción de la iniciativa preferente de reforma laboral enviada el primero de septiembre por el presidente de la República, Felipe Calderón.

Parecería que en esta dependencia están cómodos, por decir lo menos, con dejar que sea el Congreso de la Unión el encargado de promover esta reforma que es fundamental. Suelen tener problemas de agenda cuando se trata de ocupar espacios para informar a la sociedad y prefieren invitar a los conversos a tomar un cafecito.

Es una pérdida de tiempo, por decir lo menos, pretender reuniones privadas para explicar a quienes antes que ellos ya promovían una reforma laboral.

Quienes tienen que conocerla a fondo son los legisladores y la opinión pública, que debe cumplir una labor fundamental como es presionar a diputados y senadores para que tomen la decisión correcta.

Vamos, lo que trata de hacer Vélez es tan innecesario como tratar de “convencer” a Agustín Carstens, quien lleva más de diez años diciendo que el país requiere una reforma laboral.