David Páramo

Análisis superior

David Páramo

12 Dic, 2012

Alto perfil

En el sector de las telecomunicaciones hay muchos opinadores quienes tienen alma de novelistas y, muy posiblemente, tienen en un lugar muy destacado de su corazón a Yolanda Vargas Dulché.

Desde que el titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, anunció que el subsecretario de Comunicaciones de esta dependencia sería José Ignacio Peralta comenzaron a inventarse historias que según lo vinculan con el sector, desde decisiones que tomó como presidente municipal de Colima y que están en la frontera de contar que alguna vez se molestó con una empresa de televisión de paga.

La realidad es que, como es muy común entre los opinadores de este sector, no tienen claro justamente qué quieren. Por un lado se desgarran las vestiduras exigiendo una Cofetel fuerte, fin a la doble ventanilla y, por el otro, quieren a un subsecretario protagónico.

Independientemente de la ley que establece que la SCT se encarga de diseñar la política de telecomunicaciones y la Cofetel se encarga de las cuestiones operativas, la realidad es que la experiencia con los subsecretarios protagónicos en la SCT es verdaderamente larga.

En una larga cadena que se rompió con Héctor Olavarría; todos sus antecesores en el cargo se destacaron por tener una posición excesivamente vistosa que no tuvo buenos resultados.

En su manera de trabajar Olavarría puso las bases para el rescate de la banda de 2.5 GHz en un esquema que ha sido seguido por la actual administración, es decir, pedir a los concesionarios una contraprestación justa, no necesariamente quedarse con las frecuencias.

Rafael del Villar, además de su peculiar carácter, pasó a la historia por su decisión de ajustar las tarifas de interconexión, la cual acaba de ser considerada como ilegal por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Purificación Carpinteyro, ahora metida a legisladora, se destacó por filtrar grabaciones en contra de su jefe, a pesar de que salió exonerada, así como por la afirmativa ficta que impidió la consolidación de Áreas de Servicio Local, lo cual aumenta el costo para los consumidores.

Gabriela Hernández, quien negó de manera arbitraria la renovación de la banda de 800 MHz o la derrota que sufrió ante la SCJN por quitar la posibilidad a empresas de ofrecer servicios de televisión digital.

Es necesario recordar que el perfil del subsecretario de Comunicaciones tiene que ver con el desarrollo de políticas públicas del sector, acelerar trámites de permisos y concesiones, así como llevar a buen puerto los procesos de sanción. Otras de las atribuciones del subsecretario son diseñar programas de cobertura social.

Los temas de operación, sin lugar a ninguna duda, corresponden a Cofetel, donde se ha trabajado en la consolidación de un pleno de expertos multidiciplinario.

Borrás

La historia del Infonavit bien puede dividirse en dos grandes épocas. Su creación en 1970 y el periodo en el que fue dirigido por Víctor Manuel Borrás.

Durante su primera etapa era una buena idea que daba resultados, muchos paupérrimos. La mayoría de trabajadores aportaban recursos y muy pocos tenían viviendas de mala calidad que, además, no necesariamente eran las óptimas para los derechohabientes.

La gestión de Borrás consolidó un cambio fundamental. El Infonavit pasó de ser una entidad que construía y financiaba viviendas para trabajadores a una empresa netamente financiera.

Dejaron de construir, lo cual dio poder a los trabajadores de elegir las características y ubicación de su vivienda, y se concentraron en el negocio netamente financiero, donde no sólo permitieron una mayor entrega de viviendas sino, lo más importante, un gran movimiento en el sector de vivienda en el país.

Es evidente que Borrás ni nadie son una institución, pero sí es de destacarse que el trabajo encabezado por este hombre abrió una nueva etapa en la construcción del instituto.

El gran reto de Alejandro Murat, quien ayer mismo fue ratificado por la asamblea tripartita del instituto, será no sólo mantener el buen camino que ha mantenido el Infonavit durante los últimos años, sino encontrar más y mejores esquemas a través de los cuales los derechohabientes puedan tener mayor acceso al crédito.

DGAC

Ayer mismo le informábamos sobre el desorden que se vive en la aviación comercial y el riesgo de que la DGAC pueda ser degradada nuevamente por la FAA de Estados Unidos, como ocurrió en 2010.

Hay un gravísimo problema no sólo en las autorizaciones que dio durante la administración pasada la SCT a empresas de aviación privada, que se han convertido en una suerte de competencia desleal para las líneas aéreas, sino permitir el llamado cabotaje.

Aviones como el del accidente del fin de semana tienen matrícula de Estados Unidos con tripulaciones que tienen licencia de aquel país. Para una gran cantidad de fines se trata de empresas extranjeras que transportan en territorio nacional a pasajeros mexicanos.

Se trata, al final del día, de una operación que resulta sumamente peligrosa, puesto que al ser aeronaves de Estados Unidos con tripulaciones registradas en aquel país pueden evadir los controles, siempre y cuando no vayan a ese país y en México también evaden la regulación de la DGAC, a pesar de que transportan a gente en puntos dentro del país.

Durante el sexenio pasado se habrían abierto permisos para estas empresas; sin embargo, no existe claridad en cuanto a qué tipo de operaciones sí se tienen permitidas.

Más allá, en aquellos tiempos se prometió la creación de un organismo que investigara accidentes autónomos, lo que sólo quedó en saliva, puesto que no se ha hecho absolutamente nada.

Tampoco, desgraciadamente, han cambiado las formas a través de las cuales se garantizan las buenas condiciones de las aeronaves y de sus tripulaciones.

Dejar el asunto en la tragedia de siete personas sería un error muy grave por parte de la administración de Gerardo Ruiz Esparza que podría tener grandes consecuencias para la aviación nacional. Habrá que estar muy pendientes sobre este tema.