Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

30 Dic, 2012

Las perspectivas económicas para 2013 (III)

Todavía en la semana que acaba de concluir las expectativas económicas para Estados Unidos apuntaban a una recesión por caer en el “precipicio fiscal” que ellos mismos se crearon por la confrontación y falta de acuerdos políticos entre su clase gobernante.

No sabían cómo reducir su inmensa deuda pública y el déficit de cerca de 11% del Producto Interno Bruto (PIB) a que llevaron las posiciones extremas de sus fuerzas políticas dominantes: la Presidencia demócrata y la legislatura federal bicameral, parcialmente dominada por la oposición republicana.

El conflicto político venía fuerte; tanto así, que desde los años del “viejo” Bush se acordó poner en marcha un esquema automático de reducción inmediata de cerca de 40% del déficit fiscal si el gobierno entrante de Barack Obama no lo reducía durante los primeros cuatro años de su administración, antes de 2012.

Así, entraría en operación un plan de recorte automático de gastos y de elevación de impuestos, sin la posibilidad de que su Congreso federal autorizara financiamientos adicionales.

Había la posibilidad, por lo tanto, de que el gobierno federal de ese país entrara en mora para cumplir sus compromisos, por primera vez en su historia.

La respuesta, en ese ambiente de incertidumbre, fue una desaceleración en el gasto del consumo estadunidense y en la inversión de sus empresas. Inclusive, las importaciones de México se contrajeron fuertemente en la medida en que la confianza del consumidor bajaba. Así que nuestro PIB también empezó a desacelerarse hacia finales de 2012. También vivíamos la amenaza de crisis.

Similares confrontaciones ideológicas estaban ocurriendo también en México, así como cambios importantes en la clase gobernante. Había posibilidades de evitar que la competencia política llevara el país al despeñadero económico.

Por tanto, empezaron a haber acuerdos políticos de fondo, como consecuencia de la nueva conformación ideológica —en los principales partidos políticos— surgida de las elecciones federales de 2012.

Los cambios de forma empezaron a perfilarse desde octubre, con los nuevos legisladores, y en diciembre, con el presidente Enrique Peña Nieto.

Pero al cierre de esta edición, ningún cambio de señales estaba tomado en Estados Unidos, no obstante que su recién reelecto presidente, Obama, había iniciado una ofensiva negociadora contra el llamado “abismo fiscal”, que amenazaba con una hecatombe económica estadunidense, y el contagio de recesión y desempleo para sus socios comerciales.

México tiene ahora una muy fuerte integración e interdependencia con la economía mundial, y especialmente con la estadunidense —cercana a 85 por ciento de su comercio internacional—, lo que nos hace muy vulnerables, en lo bueno y en lo malo, a lo que ocurra especialmente en nuestro país vecino.

De ahí que el PIB mexicano tuvo débiles crecimientos durante más de un cuarto de siglo y empezó a debilitarse aun más en el último cuatrimestre de 2012.

Esa debilidad se reflejó en la creciente pobreza y desempleo, con bajo crecimiento del mercado formal de trabajo —donde los sueldos y los beneficios sociales son mayores—, mientras que el empleo en el mercado informal crecía, si bien poco. 

Afortunadamente México ha mostrado una notable resistencia a la volatilidad global, que también nos vino de Europa y de nuestros socios económicos asiáticos tradicionales, como Japón, que en todo 2012 fueron recesivos, con sus economías estancadas o con bajos crecimientos, en promedio.

Se aprecia también la creciente integración de los tres países de América del Norte (Canadá, Estados Unidos y México), que conforman el acuerdo de libre comercio, y entre ellos, el que ha ganado más mercado en Estados Unidos ha sido México: en automóviles, tomates y productos industriales, con una importante integración de productos internacionales.

Nos queda ahora fortalecer nuestra educación, la salud y la calidad de vida de los mexicanos, para forjar un país nuevo, sin pobreza y con fortaleza económica y social, como el que ha postulado en su programa de gobierno el presidente Enrique Peña Nieto.

(*) Presidente del Colegio Nacional de Economistas, Federación de Colegios de Economistas, A.C.
@acanovelez