¿Cómo enseñar a nuestros hijos a manejar su dinero?

Pocas cosas son tan complejas como el educar a un hijo. Los padres vivimos bombardeados de teorías, costumbres y modas acerca de “la correcta forma de educar” a nuestros retoños. En lo personal, he encontrado que seguir recetas es más una fuente de angustia que de bienestar familiar. ¿Por qué lo confieso? Porque hace pocos días, en un programa de radio mi anfitrión me colocó sobre las cuerdas al cuestionarme sobre la cantidad de dinero que era correcta para dar de “domingo” a un niño. Mi respuesta: “Lo que con mi hijo funciona es X cantidad de dinero ¿Con el tuyo? ¡Solo tú lo sabes!”

El sabio pediatra de mis hijos me dijo alguna vez: “Educar a un niño es como ir de pesca, debemos saber que tanto soltar pero también cuando es momento de jalar”. La educación financiera de nuestros hijos debe seguir el mismo principio. Aún entre hermanos los hijos son diferentes, existe el organizado y el impaciente, al que puede pedírsele que espere por una recompensa más grande y al que habrá que enseñarle a esperar. Lo importante es tener claro que la educación financiera de un hijo no comienza cuando éste recibe su primer sueldo, sino a partir de que intuye que el dinero se fabrica en los cajeros automáticos y no existe límite en lo que puede firmarse en una tarjeta de crédito (desafortunadamente existen adultos que aún lo creen).

¿Por qué enseñarle a un niño a administrar el dinero? No como un fin, sino como herramienta de bienestar y tranquilidad, ayudar a nuestros hijos a crear una sana relación con el dinero, es principio de bienestar. La administración de cierta cantidad de dinero ayuda a un niño a aprender a tomar decisiones, establecer sus propios límites y comparar opciones, todo ello de acuerdo a sus edad y capacidad pero siempre en su beneficio. 

¿Cuánto, cómo y hasta dónde? Cada familia debe tener claro cuáles son sus posibilidades y, más importante aún, cuáles son sus prioridades, si aún no lo sabes es importante comenzar el proceso consigo  mismo y como pareja para después enseñar a los hijos. Recordemos que los padres enseñamos con el ejemplo, un padre gastalón y deudor difícilmente podrá enseñar de finanzas sanas, un padre intranquilo y angustiado poco podrá enseñar sobre estabilidad y planeación.

Algunos puntos por donde comenzar:

1. Enséñate y enséñalos a hablar de dinero. Por generaciones se conservó la idea de que la sola mención de la palabra dinero era de “mala educación” y con ello se limitó el derecho a expresar dudas, negociar mejores ingresos e incluso separando a parejas por los conflictos en torno al manejo de éste. Los niños pequeños pueden comprender que no siempre se pueden complacer todos sus antojos y conforme van creciendo pueden ser parte de la toma de decisiones al tomar responsabilidad en cuanto a elegir una mejor fiesta o vacaciones más largas.

2. Establece metas de ahorro para ti y ayúdalos a establecer las suyas. No hay nada más aburrido que el ahorro sin objetivos pues ¿de que sirve no gastar hoy si no hay algo que desee obtener a cambio? Todos los miembros de la familia pueden fijar una cantidad meta de ahorro que les permita cumplir un deseo en determinado tiempo y motivarse juntos a cumplirla. Es más fácil mantener el reto y la motivación cuando las metas se persiguen en equipo.

Dar a nuestros hijos la oportunidad de aprender y de fallar cuando son pequeños y los errores son insignificantes es una excelente inversión de nuestro dinero y nuestro tiempo. Recuerda, toma el control de tu dinero antes de que otros lo hagan por ti.

Para saber más sobre familias financieramente inteligentes, da clic aquí.