David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Ene, 2013

Marranos

Edith Alarcón es de esas personas que no aceptan su incapacidad y tratan de incidir, indebidamente, en las decisiones del Poder Judicial.

La presidente del Ifecom está dando entrevistas en las cuales dice que la juez Edith Alarcón tiene la facultad discrecional de aumentar el plazo para tratar de encontrar inversionistas que rescaten a Mexicana de Aviación.

Es claro que a casi 30 meses de que inició el Concurso Mercantil el camino menos malo es la quiebra. El lapso excesivo e injustificado que se ha mantenido este proceso sólo ha servido para que algunos vividores sigan exprimiendo a Mexicana, incluso en detrimento de sus compañeros de trabajo.

Un grupo de empleados que no han dejado de recibir su sueldo, en algunos casos llega a 150 mil pesos, trataron de que la juez que lleva el concurso les reconociera como acreedores y, con base en eso, solicitar “se separe al actual administrador de la concursada y en su lugar se designe en el presente concurso mercantil al conciliador de Mexicana MRO, José Gerardo Badín Cherit, esto con la finalidad de que administre todas las empresas sometidas a concurso mercantil y con ellos se evite poner en riesgo (sic) la viabilidad de la compañía Mexicana de Aviación”.

Estos vividores, Claudia Chicurel, Adolfo Crespo, Ángel García, Antonio Velasco, Rebeca May, Francisco Noriega Cano, Alejandro Torres y Javier Christlieb pretendían que se hicieran estos movimientos para que el proceso siga ampliándose en su beneficio y en detrimento de ocho mil empleados de grupo Mexicana de Aviación, quienes en más de 29 meses no han recibido un solo peso.

La juez Alarcón señaló que “quienes se ostentan como empleados y acreedores reconocidos de la concursada; sin embargo, no ha lugar promover de conformidad a lo solicitado, en atención a los signatarios del concurso mercantil, en forma y los términos que lo pretenden, ya que no son acreedores reconocidos de la concursada, tal como se aprecia en la sentencia del 15 de marzo de 2011.”

Lo único que queda claro es que a unos días de que se venza el plazo claramente hay quienes buscan ampliar el plazo por no reconocer sus errores o simple y sencillamente porque se trata de vividores que abusan de quienes fueron sus compañeros de trabajo.

Glorioso

Nadie duda que Ildefonso Guajardo es un gran conocedor del área de interés de la Secretaría de Economía y ayer mismo dio una nueva conformación con el nombramiento de una mujer que, sin lugar a dudas, es la persona que mejor conoce esa dependencia y cómo se ha desarrollado este sector en las últimas cuatro décadas.

Luego de que Rocío Ruiz fuera inexplicablemente retirada de la dependencia en la que escaló prácticamente todos los escalafones en esta Secretaría. Comenzó como analista y llegó a la Subsecretaria de Industria y Comercio. Ahora regresa como subsecretaria de Competitividad y Normatividad.

La realidad es que esta mujer es un gran activo no sólo para el equipo de Guajardo, sino para la buena operación de la dependencia que deberá delinear con mayor intensidad una política industrial que, sin duda alguna, es uno de los grandes faltantes al país.

Tristemente no se ha dado una coordinación adecuada que permitiría al país crecer de una manera más estable y coordinada.

Incultura

Es preocupante la incultura y el desconocimiento que se tiene sobre cuál es la función y operación de las sociedades de información crediticia que, simplonamente, se les dice buró de crédito.

Con motivo de la reestructuración de la deuda de Acapulco se dijo, impunemente, que el municipio que gobierna Luis Walton había “salido del buró de crédito” y que pronto solicitaría otro financiamiento. El mandatario publicó en su cuenta de Twitter: “Hemos liquidado la deuda con BBVA Bancomer, misma que nos había puesto en buró de crédito (sic). ¡Acapulco puede!”

Más bien el presidente municipal, además es empresario hotelero, debería tener mucho cuidado y aprender rudimentos financieros.

El banco que preside Luis Robles Miaja tiene un programa de educación financiera presencial y a través de internet, no exclusivo para clientes, en el cual Walton podría tener acceso por lo menos al módulo de crédito. Es grave la tremenda barbaridad y el desconocimiento que implica suponer que el buró de crédito es una suerte de cajón donde se registra a los malos pagadores. Un lugar donde se anota a todos aquellos quienes registran morosidad. Peor aún, creen que es algo así como el rincón donde los maestros de antaño ponían orejas de burro a los alumnos mal portados.

Las sociedades de información crediticia (en México operan dos: Buró de Crédito y Círculo de Crédito) concentran la información de clientes de otorgantes de crédito sin hacer ningún juicio de valor.

Los otorgantes de crédito pueden ser bancos, tiendas departamentales, televisión de paga, telefonía y en general cualquier empresa que dé financiamiento a sus clientes. Presentan la información mediante un formato establecido por la ley y con base en eso se realizan las calificaciones.

Es importante destacar que no se trata, de ninguna manera, de una lista de paladines del no pago.

Habría que valorar en su verdadera dimensión lo que son las sociedades de información financiera y la aportación que han hecho para quienes tienen buenos historiales crediticios.

Bastaría considerar la mayor certeza con la que los otorgantes de crédito pueden dar financiamientos conociendo el historial de sus clientes, lo cual no sólo reduce el tiempo en la toma de decisiones, sino las tasas de interés.

Gran parte del crecimiento del financiamiento a personas y empresas se debe a que hoy los otorgantes de crédito tiene que ver con la valiosa herramienta que representan las sociedades de información crediticia.

Quizá Mario Di Constanzo, presidente de Condusef, debería organizar un programa de educación financiera destinado no sólo al público en general, sino a presidentes municipales, gobernantes y uno que otro periodista.