David Páramo

Análisis superior

David Páramo

12 Mar, 2013

¿Nuevo aeropuerto?

Es evidente que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ya no cumple con los requisitos mínimos para ser la principal terminal aérea del país.

Mientras que la obsolescencia le llega a pasos agigantados, a pesar del parche multimillonario que se hizo hace unos años con la Terminal Dos, otras terminales como la de Cancún siguen expandiéndose.

De hecho este aeropuerto, que es el principal de Asur, encabezada por Fernando Chico Pardo, ha sido nombrado por cuarto año consecutivo como el mejor aeropuerto de América Latina por parte del Airport Service Quality, mientras que el de la capital del país sigue perdiendo peldaños ante su grave ineficiencia, en gran medida generada por la mala administración durante el sexenio pasado.

Es importante destacar que durante esta administración tampoco se ha avanzado, puesto que se tuvo que cambiar en pocos días al director de la terminal. Ayer mismo se oficializó el nombramiento de Alfonso Sarabia de la Garza como nuevo director del AICM.

Así las cosas, es necesario que el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, retome con seriedad la posibilidad de establecer una nueva terminal aérea que atienda al Valle de México.

Básicamente hay dos alternativas que son las mismas que eran las correctas desde los tiempos en los que la falta de planeación y cobardía del gobierno de Vicente Fox Quesada impidieron seguir adelante.

En aquel entonces se cerraron a la posibilidad de cualquier ampliación en la zona de Texcoco, que es una de las alternativas correctas, por cuestiones netamente políticas. Se aferraron en un intento poco popular y peor manejado de construir la terminal aérea en San Salvador Atenco. El nefasto resultado no sólo daño al desarrollo de la aviación en el centro del país, sino a esa administración panista.

La otra alternativa era construir el aeropuerto en Tizayuca. El estado de Hidalgo estaba tan convencido de esta opción, que durante la administración de Manuel Ángel Núñez se compraron los terrenos y todavía hoy están totalmente listos para construir esta terminal.

Durante su gestión como gobernador de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong intentó que se les diera autorización para tener una terminal aérea, aunque fuera de carga, en aquellos terrenos.

Esta alternativa, que debería revivir, tiene como principal ventaja que no sólo se trata de terrenos amplios, sino que sería fundamental como parte de cualquier programa de reordenamiento urbano en el desarrollo de esa parte del valle de México.

Es necesario que este tipo de alternativas sean consideradas nuevamente y con mucho cuidado, puesto que el AICM no tendrá operatividad dentro de muy poco tiempo. Algunos hablan de 2015. Quizá sea un poco más con algunas adecuaciones; sin embargo, no será mucho más tiempo.

Confirmaciones

Realmente muy poco tienen que festejar aquellos quienes creían que estaban haciendo un cónclave, que haría que la rotación de la tierra se diera en sentido inverso en materia de la reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones.

Es evidente que se trata de una iniciativa que, como señalamos desde el primer momento, tiene como pluma más pesada a la administración de Enrique Peña Nieto, bajo principios que pretenden lograr una mayor y mejor competencia en las telecomunicaciones; que no cede, en modo alguno, ninguna de las atribuciones del gobierno.

Los iluminados del rencor decían que el Instituto Federal de las Telecomunicaciones sería un organismo autónomo, en el cual los partidos políticos postularían a sus siete miembros y el Presidente de la República los ratificaría. De esta propuesta sólo se mantuvo el nombre, puesto que serán propuestos por el Presidente y ratificados por el Senado de la República.

También se confirmó la intención de dotar a este instituto de capacidades reales para luchar, junto con la Comisión Federal de Competencia, de herramientas efectivas para enfrentarse a las prácticas monopólicas.

Desde el punto de vista operativo, la simple presentación de esta iniciativa ha puesto en un serio predicamento a la actual Cofetel. Vayamos por partes.

De entrada, habría que determinar qué tan rápidamente cruzará por el Congreso de la Unión esta iniciativa. Hay quienes consideran que el tránsito será excesivamente rápido, puesto que muchas de las cosas que se están aceptando podrían generar, en una discusión larga, un rompimiento entre los firmantes de este acuerdo.

Sólo un ejemplo. El PRD está aceptando que pueda haber inversión extranjera en la telefonía fija hasta el 100 por ciento, algo que sin lugar a dudas lo enfrenta con la posición que tradicionalmente ha mantenido sobre el capital extranjero.

Sin embargo, de la simple presentación del documento se desprende que tendrá que darse una gran cantidad de ajustes a las leyes orgánicas de la administración pública lo que, en sí mismo, se convierte en un gran freno para cualquier decisión que pudiera tomar la Cofetel.

Los comisionados de la Cofetel han sido hechos a un lado en la práctica, puesto que parecería sumamente difícil que fueran propuestos como candidatos al nuevo instituto, a pesar de que la inmensa mayoría de ellos tiene capacidades sobradas para mantenerse en este puesto.

Reacciones

Es claro que esta iniciativa prácticamente nada tiene que ver con lo que se había venido filtrando y, de hecho, algunos agentes económicos la tomaron con una gran posibilidad de generar una mayor y mejor competencia.

Uno de los temas que más llamó la atención fue la posibilidad de que se liciten dos cadenas de televisión, aun cuando en realidad se trata de un proyecto viejo que no se concretó por fallas del presidente de la Cofetel, Mony Sacha de Swaan, durante el gobierno de Felipe Calderón, y que fue un compromiso del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en su toma de posesión.

Es necesario que esta licitación, fundamental, se dé sobre bases de competencia que efectivamente promuevan el desarrollo del sector a favor de los consumidores.

En ese sentido es indispensable que se conozca con claridad quiénes son los inversionistas que participan en los grupos y no se trata de simples prestanombres.