David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Abr, 2013

Reforma financiera

En el gobierno de Enrique Peña Nieto existe la consigna de que no van a administrar sino que van a reformar al país, que lo pondrán en movimiento como si hubiera estado paralizado o como si los últimos años hubieran sido de postración.

Tristemente, la dirigencia del PAN ha sido particularmente mezquina con los gobiernos que provinieron de su partido. Gustavo Madero, siguiendo una muy pequeña agenda personal de revancha en contra de Felipe Calderón y sus seguidores, se ha concentrado en aplaudir prácticamente todo lo que hace el actual gobierno y no a reconocer lo que sí ha pasado.

La directriz del gobierno de Peña Nieto está propiciando que a todos los cambios o ajustes que se hagan a cualquier sector sean llamados “reformas”, lo que genera un doble efecto. Se busca hacer creer que se está logrando un cambio fundamental cuando, en no pocos casos, simplemente se están haciendo ajustes. El resultado neto será una suerte de frustración, puesto que las “reformas” no reformarán nada.

Desde hace ya varias semanas nadie tenía duda de que el gobierno presentaría una “reforma” al sector financiero previo de la Convención Bancaria que se realizará este jueves y viernes en Acapulco.

Los poco informados habían dicho que la iniciativa sería anunciada por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Lo hará hoy el Presidente de la República.

Para tratar de generar un clima propicio a la “reforma” del sector financiero se han repetido básicamente dos ideas.

Comodidad

Primera. Los bancos se encuentran en una zona de confort comprando valores gubernamentales. Así, dicen, la “reforma” financiera tendrá por objeto hacer que dejen de comprar estos valores y destinen los recursos a dar créditos.

La primera pregunta. Si los bancos compran papeles gubernamentales es, primero, porque existen, y segundo, porque les ofrecen una tasa tan atractiva y con menor riesgo que cualquier otra alternativa.

Los bancos, como cualquier otra concesión, tienen como principal obligación la rentabilidad, no sólo para sus accionistas, porque si quiebran generan una crisis financiera en el país, que tiene que ser pagada por todos los mexicanos.

Si al gobierno no le gusta que los bancos compren tantos instrumentos gubernamentales, pues no se requiere una “reforma” a las reglas financieras sino una hacendaria. El gobierno emite estos papeles para cumplir con sus obligaciones y ofrece buenas tasas para hacerlos competitivos, así que si encuentra una mejor forma de financiamiento lo debe utilizar.

Hay quienes dicen que el gobierno tiene la intención de llegar hasta una suerte de cajones de crédito. ¿Qué reglas tendría que imponer para seguir emitiendo papeles que fueran atractivos para los bancos y que además prestaran dinero? Se ocurren muchas ideas que parecerían sacadas del manual de José López Portillo.

Penetración

Segunda. Se dice que los bancos prestan muy poco como porcentaje del PIB, incluso con naciones de similar grado de desarrollo, y que por lo tanto se tiene que hacer una “reforma” que les obligue a prestar más a sectores como las micro y pequeñas empresas.

Los bancos no necesitan que algún burócrata les recuerde cuál es su función: prestar dinero y recuperarlo obteniendo una ganancia por la intermediación. Aquí es necesario enfatizar la parte de recuperarlo ya que muchos se quedan con la definición de que los bancos deben prestar cuando es más importante recuperar el dinero de los ahorradores y de sus accionistas.

Una de las lecciones que han dejado las crisis recurrentes de la banca y que parecería que no acaba de ser comprendida por los políticos es que si se presta dinero se tiene que recuperar. Suena muy atractivo para el gobierno pedir que se abran las llaves de crédito, puesto que eso genera un crecimiento.

Sin embargo, si no se presta bien o se hace sin los controles adecuados se genera un problema muchísimo más grave en el mediano plazo.

Garantías

El principal problema que enfrentan los bancos es el conocimiento de sus clientes y la posibilidad de recuperar las garantías en caso de incumplimiento de pago. En aquellos rubros en los cuales hay certeza sobre el historial de los clientes (gracias a las sociedades de información crediticias Buró de Crédito y Círculo de Crédito) y una posibilidad cierta de recuperar garantías en caso de impago permite la expansión del crédito.

Sin ir muy lejos habría que ver las hipotecas donde los bancos llevan muchos años en una competencia feroz que no ha disminuido y antes ha crecido, a pesar de que algunos creen que las nuevas reglas de ordenamiento urbano impuestas por el gobierno de Peña Nieto dañan al sector de la vivienda, cuando resulta al contrario puesto que favorece a las personas mejorando su calidad de vida.

Si el crédito a las pymes no ha crecido como le gustaría a ciertos grupos del gobierno no es por falta de voluntad u omisión de los bancos. Algunos, señaladamente Multiva, de Grupo Empresarial Ángeles, que dirige Olegario Vázquez Aldir, incluso han puesto como una de sus prioridades financiar a este sector.

Gran parte de las micro y pequeñas empresas en el país simple y sencillamente no son sujetos de crédito y cambiar las reglas podría resultar francamente peligroso. Algunas de esas compañías no cumplen con el pago de impuestos, contar con registros sobre sus operaciones y en no pocos casos se cree que el sector se impulsará por decreto.

Es importante que cualquier cosa que se entienda por “reforma” al sector financiero tenga como objetivo reconocer lo que se ha venido construyendo con gran solidez y cuidado desde finales de la década de los noventa.

Reconociendo que abrir las llaves del crédito de una manera irresponsable puede generar mayores problemas de los que se pretenden evitar y, quizá lo más importante, reconociendo que se tienen que hacer cambios jurídicos que permitan recuperar garantías, disminuir el tiempo de los juicios y tener un mejor conocimiento de los acreditados.

Ciertamente se requieren algunos otros cambios en las leyes financieras, pero no aquellos que busquen abrir el crédito por decreto.