Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

10 May, 2013

Cinco observaciones a la reforma financiera

En el balance, la reforma financiera es positiva, pero en el sector hay consenso de que requerirá “calibraje”. Como dijo el presidente Enrique Peña y el secretario Luis Videgaray, esperemos que haya sensibilidad porque algunas de las reformas tienen un no sé qué, que da escalofrío.

Me explico y uso mi memoria. La mayoría de los bancos ven en la propuesta de portabilidad de productos financieros una posibilidad de adquirir volumen frente a los grandes bancos que tienen un fuerte músculo.

La duda asalta porque si en un proceso de cambio de empleo, los trabajadores jamás se dan a la tarea de cancelar la nómina previa, y menos los patrones cancelan la cuenta asociada, imagine qué pasará con el proceso de transferencia de tarjetas de crédito, créditos personales y, supongo que también, deberá ir al lado del pasivo como chequeras, cuentas de ahorro, pagarés y hasta sociedades de inversión disfrazadas de inversión a plazo.

Es evidente que los legisladores no podrán ser en extremo puntillosos, al grado de suplir al regulador de los traspasos, pero bien podría encargarse de ello un comité en el que incluyan al menos a los representantes de potenciales bancos receptores para que entiendan cómo operan plazos y procesos, y se puedan regular de manera que no aumenten los costos de transacción o el riesgo de pérdida de información.

La portabilidad puede disminuir el costo de cambiarse a un acreedor más conveniente e inducir una baja en la tasa para acreditados de alta calidad, pero no creo que vaya a aumentar el crédito por esa razón.

Otra positiva es el permitir a las sofipos, soficos y socaps que integran la red de ahorro y préstamo que trabaja en la base de la pirámide de ingresos en México, el subrogar sus servicios a corresponsales (eso aumenta cobertura sin necesidad de abrir nuevas sucursales) y el poder ampliar sus servicios utilizando cuentas simplificadas. El tema es que no hay nada para sancionar de manera ejemplar el uso de sociedades anónimas o sofomes o algunas cajas que abren y cierran, llevándose el dinero de la pobre gente y, sin que hasta ahora, el fenómeno se haya podido detener desde el Arbolito y Job.

En el caso de la reforma a la Ley de Uniones de Crédito, que preside Ernesto Moya, ha buscado cambios que puedan fortalecer su actividad, pero desde hace tiempo se intentó que la autoridad permitiera aumentar los créditos relacionados y los rangos de cuasi capital o la concentración del capital en algunas entidades. Hay quien no ve que esto sea beneficioso para el crédito en general en este sector, pero sí se piensa que se olvidaron de que el sector de uniones, justamente por carecer de capital y tener una impresionante cartera de relacionados, provocó un quebranto fiscal en 1995 cercano a 25 mil millones de pesos de aquél entonces, que nos comimos todos los contribuyentes. Por lo demás, debiera haber más relación de banca de desarrollo hacia este sector, que tiene una gran penetración en pymes.

En el caso del refuerzo de facultades a Condusef, que preside Mario di Costanzo, es muy positivo que regule la autorización de nuevas sofom y que su registro sea obligatorio para dar crédito, pero pareciera que se siguen duplicando funciones sobre quién debe regular esa entrada. Originalmente la CNBV lo hizo y salieron de la regulación con el pretexto de que no captan dinero del público, aunque hoy muchas de éstas son la fuente de la captación irregular en el país.

La Condusef ha sido, para muchos, un monstruo ineficiente e insuficientemente tecnificado, que es costoso, inoperante, redundante y ha añadido costos regulatorios, como para ahora pretender establecer un Sistema de Arbitraje que vestiría sus resoluciones en “ejecutivo mercantil” y aumentaría el presupuesto. Por qué no mejor, le dan el presupuesto al Sistema Judicial y nos ahorramos el intermedio, para que éste establezca el juicio oral y rápido en montos menores, con apoyo de fiscales financieros sociales para apoyar a los usuarios de servicios financieros. La Condusef debe rediseñarse integralmente, no dotarle de dientes postizos.

En cuanto a la banca de desarrollo, lo único que preocupa es el que pueda invertir en capital de entidades financieras. A mí, como a otros, me parece mortal, porque justamente cuando se privatizó la banca, a principios de los 90, la Ley de Instituciones de Crédito lo incorporó. Y luego Nafin se fue quedando con todos los intermediarios financieros que se fueron debilitando en el camino e incluso estuvo a punto de quedarse con un par de bancos que, al final, los revendieron, pero que pudo llevar el quebranto a una escala todavía superior.

Por último. El Buró Universal. Es bueno que se compartan los datos. Los positivos se compran, los negativos se contratan. Pero el que lo administre una entidad pública parece peligroso por el uso político y fiscal que pudiera tener la información financiera. Lo importante es que la base crezca y que todo oferente de crédito, público, privado, esté obligado a aportar información y actualizarla. Eso verdaderamente enriquecería el sistema.

De Fondos a  Fondo

Ricardo del Valle, de ASSA, estuvo ayer en la Terminal 2 con los sobrecargos de Aeroméxico para “ganar unidad”. Ya se efectuó la segunda audiencia conciliatoria (8 de mayo).

A la primera llegó tarde y a la segunda se fue tan rápido que ni se notó. La intención sigue siendo desahogar por trámite la conciliatoria, para llegar al 13 al emplazamiento, pues insisten en no revisar bajo ninguna circunstancia la propuesta de la empresa de revisar el Contrato Colectivo de Trabajo, no sólo el pliego de peticiones. Una es impresionante: piden que los boletos que les correspondan a los jubilados ¡sean heredables!... Dicen por ahí que la empresa entregará la propuesta de aumento de productividad a la base, para que ellos decidan si le creen o no a Del Valle.