David Páramo

Análisis superior

David Páramo

27 May, 2013

¿Albazo o locuras?

¿Cambiarán de algo las locuras que se le ocurren a muchos dentro del sector de las telecomunicaciones con la reforma constitucional? Sería deseable, pero la verdad es que parece muy difícil.

Hay que tener la esperanza de que la selección que harán el Banco de México, el INEGI y otras instituciones serias sobre los candidatos, evite que pasen iluminados, loquitos e hijos putativos de políticos.

Sería deseable que, salvo contadas excepciones, todos los comisionados sean renovados y que, de entrada, se descalifique a aquellos quienes parecerían más preocupados en el desempleo que servir dentro del IFT o de la renovada CFC. Es importante destacar que hay algunos que no cumplen con los requisitos, otros que su tiempo ya pasó y algunos que sus aportaciones han sido mínimas o nulas.

Sin embargo, en ambas instituciones también hay quienes han jugado un papel mucho más que destacado dentro de la regulación del sector.

Las bases operativas deben ser mantenidas al menos temporalmente para que no se pierda la experiencia acumulada y que, por lo menos, pueda haber instancias que expliquen a los nuevos dónde están los expedientes.

Sin embargo, eso no cambia las posiciones ridículas de algunos opinadores del sector de las telecomunicaciones.

En los últimos días se han propalado cualquier cantidad de barbaridades en torno a la obligación de la Cofetel de ventilar si sanciona o no a Teléfonos de México por violar su título de concesión con la operación de UnoTv.

Los más ridículos dicen que se trata de un albazo de los comisionados de la Cofetel, cuando se trata de un expediente que data del cada vez más lejano 2011. La denuncia en contra de la telefónica se interpuso cuando transmitieron los Juegos Panamericanos que se realizaron en Guadalajara.

La pregunta debería ser por qué un expediente tan remoto no ha sido resuelto. Si Telmex está violando su título de concesión al transmitir señales de televisión, pues debe ser sancionada. En el caso de que no lo esté haciendo merece la seguridad jurídica de que no viola la ley. Un expediente abierto durante tanto tiempo sólo genera especulaciones y problemas. Además, muestra la falta de capacidad de los órganos administrativos de la Cofetel.

Un mes antes de que el Pacto por México presentara la iniciativa de reforma a telecomunicaciones Manuel Mcfarland impidió que el pleno de la Cofetel resolviera el tema porque supuestamente tenía nuevas pruebas.

Peor aún, otros especulan si fue la Cofetel o la SCT quien realmente paró el pleno de la semana pasada, generando una polémica total y absolutamente innecesaria, puesto que el tema debe ser resuelto a favor de todas las partes.

Más aún, algunos otros ya decidieron (quizá conocen hasta los pensamientos más ocultos de los cuatro miembros del pleno de la Cofetel) que iban a sancionar a Telmex. Hasta donde se sabe, los comisionados José Luis Peralta, Alexis Milo y Gonzalo Martínez Pous no se han pronunciado por el fondo. Quieren que el tema sea tratado.

Tampoco han faltado los medios que, siguiendo su miserable agenda, propalan la versión total y absolutamente contraria, es decir, que la Cofetel no debe sancionar a Telmex porque no viola su título de concesión.

De entrada, los comisionados señalan que no puede ser presentada una opinión de toda la institución, puesto que simple y sencillamente no existe. Mientras el tema no sea votado en el pleno no puede haber una posición.

Huelga

A partir de hoy quedan cinco días para que Ricardo del Valle cumpla con su amenaza de estallar la huelga en Aeroméxico y lograr que los sobrecargos de esa línea y de Mexicana de Aviación se igualen en el daño a su fuente de trabajo.

Al grito de todos jodidos, el líder de ASSA apuesta a una huelga que duraría unas pocas horas o que el gobierno aplicará la requisa a la línea aérea que dirige Andrés Conesa; sin embargo, podría llevarse una sorpresa mucho más que desagradable por no medir sus fuerzas.

Primero. Esperar muestras de solidaridad de pilotos y personal de tierra es punto menos que ridículo. Como hemos señalado, ni los propios sobrecargos de Aeroméxico están a favor de una huelga.

Saben que si bien son la empresa más grande del sistema, también que tiene una situación muy complicada entre otras cosas por sus pesados contratos colectivos.

Entienden que una huelga, por breve que sea, fortalecería el proceso de conflicto de naturaleza económica que tiene la línea aérea, el cual podría extenderse a los otros contratos.

Segundo. Se requiere ser muy insensato para creer que si estallan la huelga en Aeroméxico el gobierno cambiará de posición en torno a Mexicana de Aviación.

Las secretarías de Comunicaciones y Transportes y del Trabajo han dejado claro que cumplirán con la ley y apoyarán, en la medida de sus atribuciones, que se logren las mejores condiciones para los trabajadores.

Algunos ingenuos eso lo han entendido como que habrá un rescate; quienes sí comprenden la situación saben que se trata de la simple expresión de buenos deseos.

No está bajo la esfera de las dependencias encabezadas por Gerardo Ruiz Esparza y Alfonso Navarrete Prida el futuro de Mexicana de Aviación. La juez Edith Alarcón debe dejar de darle vueltas al asunto y hacer lo que procede, es decir, decretar la quiebra de la línea aérea.

Ahí sí, la ST tendría que vigilar que las liquidaciones se hagan de acuerdo con la ley.

Precisiones

Jaime González Aguadé y su equipo de la CNBV deberían dar cursos de educación financiera que no estuvieran destinados a la población en general sino a solicitantes de información como el IFAI u otros comisionados.

Este funcionario ha tenido que dedicar una buena parte de su tiempo a corregir errores y malas interpretaciones que hacen otros sobre las cifras bancarias. En la mayoría de los casos se trata de que algunos creen que los números pueden interpretarse como mejor convenga y no siguiendo procedimientos.

Se debe tener mucho cuidado con el uso equivocado y a veces perverso que algunos le están dando a las cifras del sector financiero, puesto que hay quienes incluso tratan de hacer escándalos políticos.