David Páramo

Análisis superior

David Páramo

10 Jun, 2013

Intereses, antes que amigos

Hace algún tiempo había quienes intentaban criticar la política exterior estadunidense diciendo que ese país anteponía sus intereses a sus amistades; que sus decisiones iban de la mano con lo que a ellos les convenía y no necesariamente a sus amigos.

Esta crítica, que ha llegado el nivel de lugar común a fuerza de repetirse, jamás tuvo razón de ser, puesto que un gobierno primero y antes que todo tiene que ver por sus intereses que deben estar alineados con el de su población. No puede entenderse la acción de un gobierno que no promueva la prosperidad y el desarrollo de su gente; si, por así convenirles, esto implica desarrollo para otras naciones, es muy bueno.

Lamentablemente durante las últimas administraciones la política exterior mexicana se llenó de bufones e incapaces quienes no sólo fracasaron cuando estuvieron en el cargo sino que ahora se dedican a tratar de decirle a los demás cómo deberían trabajar.

Uno de los muchos sectores en los que el presidente Enrique Peña Nieto ha buscado corregir los errores que se cometieron en el pasado, entre los que, sin lugar a dudas, estuvo el volverse monotemáticos durante el gobierno de Felipe Calderón, donde la agenda de política exterior se convirtió en la insistencia sobre la guerra al narcotráfico. Fue evidente que, por ejemplo, se saturó la relación con Estados Unidos.

Cuando se nombró a José Antonio Meade como secretario de Relaciones Exteriores hubo muchos que se llamaron a sorpresa. Algunos creyeron que era una deferencia a su pasado priista o ideas igualmente absurdas.

La realidad es que Meade cumple, como pocos, el perfil adecuado para cambiar la orientación de la política exterior mexicana que creía que la mejor manera de evaluarla era por lo largo y complejo que fuera el nombre del pacto de cooperación, asistencia, amistad y demás que tendría el acuerdo aun cuando no representara nada o prácticamente nada desde el punto de vista de negocios.

Quizá en la SRE hay explicaciones mucho más largas y complejas sobre la forma en que se maneja ahora la política exterior mexicana; sin embargo, como en pocas ocasiones aplica el dicho popular: “Amistad que no se refleja en la nómina es demagogia”.

La actual administración tiene claro que las buenas relaciones con otras naciones deben reflejarse en prosperidad para los mexicanos por la vía de un mayor comercio. Durante muchos años el país acumuló “amigos” que no estaban dispuestos a invertir.

Más allá, se cometieron errores gravísimos como elegir mal a estos “amigos”. Quizá uno de los mejores es que los gobiernos emanados del PAN prefirieron la amistad con el Dalai Lama en lugar de con el gobierno chino que, sin lugar a dudas, es un aliado que, en los hechos, conviene más a México.

Habrá quienes traten de hacer una discusión sobre presuntos temas morales y hasta modas internacionales, pero no debe ser la posición del gobierno debatir quién o quiénes tienen razón, es mucho mejor tener como aliado comercial a un país que presenta las mejores oportunidades para México.

El trabajo de Meade rindió rápidamente frutos. Logró que se unieran rápidamente el presidente Peña Nieto y el jefe del gobierno chino, Xi Jinping, y que fueran mucho más allá de los buenos deseos y los actos. La lista de temas económicos concretos es verdaderamente larga y, sin lugar a dudas, redundarán en bienestar para muchos mexicanos.

Así, la pregunta es verdaderamente fácil: ¿cuál es la política exterior mexicana más adecuada: una de muchos amigos o una de muchos negocios?”

Chivo

El IFAI, presidido por Gerardo Laveaga, parecería que incurrió en el típico error de las autoridades. Creen que las instituciones de crédito son el chivo expiatorio perfecto para mandar mensajes a la sociedad.

El esquema, que ha sido muy usado por los políticos de izquierda, es muy simplón: se usa a las instituciones de crédito como algo muy parecido al enemigo público número uno, puesto que normalmente son vistos como los malos de la sociedad.

Ya sabe, este mito de muchos mexicanos que parece sacado de película de Pedro Infante según el cual los ricos son malos y los pobres, buenos. Que hay que aplicar medidas de revancha social en contra de ellos.

El viernes el IFAI impuso una suma de multas a todas luces desproporcionada a Banamex por 16 millones de pesos porque omitieron dar de baja los datos personales de una persona que jamás fue su cliente, puesto que le negaron una tarjeta de crédito.

Laveaga y los comisionados del IFAI evidentemente están usando a la institución de crédito que encabeza Javier Arrigunaga como una suerte de ejemplo para que los demás se asusten y digan algo así como, si eso le hacen a Banamex, imagínate a mí.

La realidad es que esta cadena de multas será combatida en tribunales y sin especular en el fondo del caso es difícil que pueda mantenerse en firme.

La sanción no es por haber usado indebidamente la información sino porque la institución de crédito no informó de la cancelación de los datos de la persona que jamás llegó a ser cliente.

El trabajo del IFAI de proteger los datos personales evidentemente está muy bien; sin embargo, debe hacerse de una manera muy seria, sin estar buscando encabezados. Dentro del propio sistema financiero hay muchos otros temas en los cuales podría investigar el IFAI o quien realmente tuviera interés sobre el mal uso de los datos.

Atinados

La junta de gobierno del Banco de México, gobernado por Agustín Carstens, sigue demostrando que, en materia de política monetaria, la mejor receta es mantener la prudencia y la tranquilidad.

Hay quienes, con gran frivolidad, pasan de exigir que el banco central sube o baja las tasas leyendo el periódico del día. Sin embargo, la autonomía del banco central ha demostrado que sí funciona.

Perfiles

Es necesario que en lugar de estar perdiendo el tiempo en conspiraciones, como ha sido el común denominador del sector de las telecomunicaciones, se comenzara a revisar el perfil de las personas que serán comisionados de la Cofetel y de la Comisión Federal de Competencia. De entrada, podemos señalar que quienes han trabajado en el Banco de México tienen muy amplias posibilidades de mantenerse o asumir un cargo.