David Páramo

Análisis superior

David Páramo

11 Jun, 2013

Democratizar el crédito

Hay una idea, muy fuertemente extendida entre miembros del PRI y algunos funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto, que todo se debe “democratizar” como si fuera sinónimo de hacer que llegue a una buena parte de los mexicanos.

La discusión de las reformas financieras que buscarán sean aprobadas en un periodo extraordinario de sesiones en el Congreso de la Unión padece síntomas de este vicio/moda sexenal.

De entrada, existe la convicción de que en México los créditos son caros y escasos. Esa creencia es una leyenda urbana que tiene más o menos el mismo origen que el Chupacabras o La Llorona.

Se hace una matemática muy simplona. Se compara la tasa de interés que pagan los bancos a sus depositantes y se compara con las tasas que cobran por los financiamientos. Casi todas las veces se elige como base de comparación los créditos al consumo.

Quienes tienen la mínima cultura financiera saben que un financiamiento al consumo es prácticamente un acto de fe, puesto que no existen herramientas sólidas para recuperarlo en caso de que el cliente deje de pagar.

Ciertamente existen las sociedades de información crediticia que han generado incentivos para que la gente no caiga en cartera vencida y, por lo tanto, han servido para disminuir el costo de los créditos. Así como los esfuerzos de cobranza que hacen los bancos y que muchos suelen confundir con actos de hostigamiento.

Aquí siempre es bueno recordar que los bancos sólo prestan una muy pequeña parte de capital propio, que no llega a 20 centavos por cada peso, y el resto es de los depositantes a quienes no sólo les tienen que salvaguardar el patrimonio sino también dar alguna utilidad.

Por otro lado, consideran las tasas que los bancos pagan en chequeras y documentos a la vista que no son, en estricto sentido, cuentas de ahorro. Valdría la pena que compararan con el promedio de rendimiento.

Chistes

Los seguidores de este mito también hacen comparaciones internacionales, algunas francamente chistosas. Se preguntan por qué un banco internacional cobra por un crédito en su matriz menos que en México. Prácticamente nunca el dizque análisis se pregunta cuánto le pagan a los depositantes.

Si se tratara de un análisis serio, como el que deberían hacer los legisladores, también se tienen que considerar no sólo el costo del dinero sino también el régimen legal aplicable.

En Estados Unidos o España, por ejemplo, en caso del impago de un crédito con garantía, como pueden ser hipotecario o automotriz, el régimen permite tomar posesión de la garantía al otorgante casi de manera inmediata.

Otro de los mitos, este del tipo del Coco, es que el crédito para las empresas (especialmente micro y pequeñas) es caro y escaso.

Independientemente de que la mayoría de las instituciones de crédito tienen como prioridad financiera a estos sectores; también es un hecho que se debe saber a fondo qué pasa en este tipo de financiamiento.

La inmensa mayoría de los bancos tiene al sector de pymes como una de sus prioridades, porque tiene un gran potencial de crecimiento; sin embargo, enfrenta problemas estructurales verdaderamente graves.

Incumplimiento

Muchas de las empresas, especialmente las de menor tamaño, que no logran tener acceso al crédito no es por falta de voluntad de los bancos o porque cobren un interés desproporcionado sino porque no se cumplen los requisitos mínimos para ser acreditados.

En no pocos casos se cree que el crédito sustituye al capital, es decir, que el banco debe prestar para ideas, muchas de ellas son meras ocurrencias o simplemente no tienen viabilidad financiera aun cuando el crédito fuera a tasa cero. No todas las ideas o proyectos de negocios funcionan.

Otro problema es que se trata de empresas que no cumplen debidamente con los requisitos fiscales. La Asociación de Bancos de México deberá aportar datos duros en torno a cuántas solicitudes no pueden avanzar puesto que se trata de compañías que no cumplen con el SAT.

El Consejo Coordinador Empresarial se pronunció abiertamente por una cruzada de formalización en las pymes que bien podría tener como principal estímulo la posibilidad de acceder a financiamientos legales y no como hoy sucede con agiotistas que algunas veces operan de la mano de ciertas sofoles.

En la discusión de la reforma financiera tiene que hacerse una revisión a fondo de la forma de recuperar garantías. De entrada, se tiene que crear una sociedad de información crediticia universal, lo que permitirá conocer de mejor manera las obligaciones financieras de personas y empresas.

Se debe analizar si la Ley Federal de Concursos Mercantiles funciona y el error está en la mala interpretación que han hecho jueces y el Instituto Federal de Concursos Mercantiles; sin embargo, es un hecho que debe ser modificada puesto que no está funcionando no sólo en detrimento de los acreedores sino quienes ven disminuidas sus posibilidades de tener crédito a menores tasas.

Hay quienes creen, como el Lobo Feroz, que el negocio de los bancos es embaucar a los clientes, ganar mucho dinero y que no hay competencia entre ellos. Vamos, algo así como creer que las caricaturas de Abel Quesada sobre los banqueros son reales.

Hace unas semanas Banco de México entregó el primer estudio sobre la competencia en tarjetas de crédito en el cual se demuestra que no sólo en ese producto hay una gran lucha por participaciones de mercado y rentabilidad.

Cualquier discusión sobre el sector bancario se ve afectada por la gran incultura financiera del país y que muchos de quienes la discuten creen que saben porque tienen una tarjeta de crédito o solicitaron un crédito hipotecario. La única manera de llevar a buen puerto esta discusión sería que los legisladores y el gobierno estén dispuestos a escuchar.

Sorpresa

Quienes creían que ya lo habían visto todo en la Cofetel se acaban de llevar una nueva sorpresa. Resulta que Mony de Swaan le ha mandado a por lo menos uno de los comisionados algo que intentan ser los argumentos para defender el fracaso de la prueba piloto de Tijuana en el apagón analógico. Algo así como un acordeón para que sus pares sepan qué deben decir ante el Senado de la República. A quienes lo recibieron les dio mucha risa.