David Páramo

Análisis superior

David Páramo

18 Jun, 2013

Hagamos memoria

Ante la obsesión gubernamental, que por momentos amenaza por desbordarse, en el sentido de que se tienen que colocar muchos créditos y baratos, es necesario hacer memoria de las experiencias desgraciadamente no tan lejanas de México.

El país no ha terminado de pagar los costos de la mala privatización bancaria y las gravísimas fallas de regulación que permitieron una explosión increíble del crédito en todos los niveles del país.

Los bancos recién privatizados entraron en una competencia descarnada por ver quién colocaba más créditos hipotecarios, de consumo, automotrices a la par de una banca de desarrollo que estaba desbordada. El gobierno de Carlos Salinas de Gortari medía el éxito de las instituciones de fomento por el número de créditos que colocaban.

Quien no tenía varias tarjetas de crédito estaba fuera de moda, así como la empresa que no recurría a los fondos públicos. Se llegó al exceso de que el único requisito para tener un crédito de la banca de desarrollo era presentar el acta constitutiva de la empresa y con eso se recibían fondos. Ahí están las siniestras historias de Nacional Financiera que prácticamente prestaba todo su capital a compañías fantasma.

Sin embargo, ahí no paró el asunto. Se usó al Banco Nacional de Comercio Interior en un absurdo plan de Manuel Camacho y Marcelo Ebrard para renovar el parque vehicular del transporte público.

El primer problema que surgió fue el de la cobranza. Pretendían que los microbuseros pagaran mensualidades cuando su ingreso es diario. Después se construyeron grupos delincuenciales para usar estos fondos.

La crisis que se gestó con la expansión del crédito en los primeros años de la década de los noventa no estalló por el llamado error de diciembre. Ese sólo fue el catalizador de la gran cantidad de barbaridades que fueron gestándose durante años antes.

Parecía que todos habían comprendido la lección. Desde finales de los noventas y marcadamente la década pasada no sólo cambiaron las leyes aplicables a la banca de desarrollo sino que también se contrató a administradores profesionales.

Se dejó claro que lo primero que tenían que preservar los bancos era su capital. En todos los casos se logró, puesto que ahora hay un sistema de banca de desarrollo sólido y funcional.

Algunos dicen que coloca menos crédito del debido sin hacer un análisis de dónde sacan sus números. ¿Se trata de cumplir sólo las metas que da el Presidente en sus discursos? Se está cometiendo un riesgo verdaderamente grave.

Si se quiere que la banca de desarrollo pueda perder más dinero, lo que se debe hacer es reconocer que son fondos perdidos o de fomento o como quiera llamárseles; sin embargo, si insisten en mantener el carácter de bancos deben mantener el estándar de prestar bien.

No hay mucho secreto para prestar bien. Antes de otorgar un crédito, quien lo coloca debe saber cuál es la posibilidad real de pago de su cliente. Si se omite este paso se cometen gravísimos errores.

Presión

El debate que se ha mantenido por debajo de la mesa sostiene elementos francamente peligrosos: la banca mexicana compite poco; ganan mucho dinero por el diferencial entre tasas activas y pasivas; no les gusta colocar crédito porque se encuentran en una zona de comodidad de la que no quieren salir.

Estos argumentos, que se repiten y repiten en cualquier discusión sobre el sistema bancario, son totalmente falsos.

La banca mexicana es una de las más competidas del mundo, sino uno de los sectores más dinámicos de la economía mexicana no sólo por el número de participantes sino por la pelea que dan entre ellos. Tan sólo bastaría ver las participaciones de mercado no sólo por empresa sino por producto.

La diferencia entre las tasas activas y pasivas se integra por una mezcla entre el costo del dinero; la probabilidad de recuperar los fondos en caso de no pago; el régimen jurídico aplicable, así como el conocimiento de los clientes.

Cuando alguien pide que los bancos cobren las mismas tasas en los créditos que usan en sus matrices, pues habría que aceptar que paguen los mismos intereses y exigir un régimen de recuperación de garantías igual.

La Asociación de Bancos de México, presidida por Javier Arrigunaga, está cabildeando para hacer que se comprenda que más crédito no es necesariamente lo mejor que le podría pasar al país, puesto que se requiere que los financiamientos estén bien originados.

Entre los directivos de la banca en México hay una gran cantidad de funcionarios en los primeros niveles de sus organizaciones quienes vivieron de cerca los errores de la privatización bancaria, algunos de ellos como miembros del gobierno.

Así que en lugar de andar tratando de inventar el agua tibia, quienes están atrás de una expansión indiscriminada del crédito por razones políticas más valdría que lo pensaran nuevamente puesto que parece que pretenden sembrar la semilla de la próxima debacle económica del país.

Complicación

Sin lugar a dudas la colocación de Volaris se está convirtiendo en un reto para Gilberto Perezalonso. Si bien es cierto que en el momento del anuncio parecía que no tendrían ningún problema para colocar 400 millones de dólares en los mercados internacionales, han surgido algunos ruidos que podrían hacer que la oferta se pospusiera.

La semana pasada le informábamos sobre los cambios en sus primeros niveles, ahora resulta que durante las presentaciones a los potenciales inversionistas ha hecho mucho ruido el tema de la integración del capital y si la empresa podría cumplir con la ley aplicable en la materia, que establece que una línea aérea no tendrá más de 25% de su capital accionario colocado entre inversionistas no mexicanos.

Así las cosas, parecería que Volaris tendrá que comenzar a transparentar de una manera mucho más clara cómo está integrado su capital y cómo quedaría luego de una colocación puesto que, con o sin razón, entre los potenciales inversionistas hay dudas sobre el cumplimiento de la Ley de Inversión Extranjera.

Como sea, la realidad es que la colocación de Volaris está comenzando a tener muy importantes interrogantes que deberán ser contestadas a la mayor brevedad posible.