Líder petrolero, sin Rolex ni guaruras

OSLO, Noruega, 27 de junio.— “Yo no uso Rolex ni tengo guardaespaldas”, afirma Leif Sande, líder del sindicato petrolero de la industria energética de Noruega.

El dirigente, quien conduce un Toyota, percibe un sueldo mensual equivalente a 100 mil pesos al mes, poco en comparación con lo que gana un trabajador de Statoil en plataformas, y más si se toma en cuenta que Noruega es el segundo país más caro para vivir en el mundo.

En entrevista con medios mexicanos, recuerda que el último caso de corrupción al interior del sindicato se dio hace 20 años, cuando el entonces líder tomó un préstamo de los recursos de los trabajadores para construir una casa.

Sande, quien tiene 59 años de edad y desde hace 13 encabeza la organización conformada por 20 mil trabajadores petroleros, en su mayoría de Statoil, tiene una meta clara: retirarse a los 65 años.

Su mandato dura cuatro años, y de acuerdo con la legislación vigente en Noruega no existe un límite para que pueda reelegirse, pero dice que ya se acerca su momento de descansar, pues su carrera sindical comenzó a los 22 años de edad en una pequeña fábrica en Oslo.

Retos cotidianos

Reconoce que la relación con las empresas es complicada. De hecho, en 2012 no se logró alcanzar un acuerdo para el contrato colectivo bianual y estalló una huelga de 16 días, donde el gobierno tuvo que intervenir y literalmente dictar un nuevo convenio.

“Con frecuencia se desatan disputas”, señala el representante de los trabajadores petroleros de Noruega.

Aún así, no faltan las empresas que en Navidad le envían algunos obsequios modestos o le invitan a comer para tratar algún asunto.

Manejo adecuado de recursos

Ante la pregunta de qué mecanismos existen en su país para garantizar el buen manejo de los recursos, explica que existe una base de datos pública donde se verifican los ingresos de cada ciudadano, de forma que “a través de ella verían si adquirí algo que no me corresponde por mi ingreso”, comenta.

Actualmente, la organización que representa Sande también agrupa a los trabajadores de la industria química, aunque es una proporción pequeña con respecto al total, sin precisar la cantidad.

Ésta se integra por cinco comités, los cuales están encabezados por los líderes sindicales locales de cada una de las provincias petroleras del país.

Incentivos distintos

Otro de los detalles que revela el líder sindical en una industria que, como la mexicana, también está controlada por el Estado, es que en los contratos colectivos también se incluyen bonos colectivos de productividad, mismos que se invierten en beneficios para los empleados, en vez de que les sean asignados de forma individual.

Las ventajas de hacerlo así son que “si se les dan (los bonos) de forma individual perforan más rápido, por ejemplo, y eso los pone en riesgo de accidentes, así que mejor compramos casas en la playa para uso de los trabajadores, entre otras cosas (para incentivarlos)”, señaló el dirigente petrolero.