Se tecnifica, o se muere el campo; los costos hunden a la industria

Nuevas formas de riego o la reconversión de cultivos son la opción, pero los productores dicen no tener recursos para tecnologías y se oponen a dejar de sembrar “lo que deja”
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Nuevas formas de riego o la reconversión de cultivos son la opción, pero los productores dicen no tener recursos para tecnologías y se oponen a dejar de sembrar “lo que deja”

CIUDAD DE MÉXICO.- Ante la menor disposición de agua en el país para la siembra de cultivos, las opciones son tecnificación de riego o la reconversión de cultivos que demanden menos cantidad del líquido para su desarrollo.

No obstante, la tecnificación en nuestro país avanza a pasos lentos por los elevados costos que representa.

Existen diversos tipos de riego. Entre ellos destaca el de aspersión, sistema que trata de imitar a la lluvia.

Esta plataforma representa una inversión de hasta dos millones de pesos y alcanza una cobertura de hasta 80 hectáreas. En este tipo de gasto el gobierno federal aporta 50 por ciento del valor, sin tomar en cuenta el costo que tienen que pagar los agricultores por el uso de energía para que opere el sistema.

Otro es el riego por bombeo, que tiene un costo de 800 pesos por hectárea. Funciona a base de chorro de agua y asegura la cantidad necesaria para regar los cultivos. El sistema se utiliza cuando las lluvias son irregulares o insuficientes.

De las 22 millones de hectáreas que se siembran en México, 16 millones son de temporal y las seis restantes de riego, según la Secretaría de Agricultura.

Jorge Kondo López, director de Fomento a la Agricultura de la Sagarpa, informó que este año la dependencia pretende tecnificar 80 mil hectáreas. Para ello, dispone de mil 600 millones de pesos y dará prioridad a los cultivos de oleaginosas y leguminosas.

Detalló que se busca atender a entidades con menos agua como son: Durango, Aguascalientes, San Luis Potosí, Zacatecas, Coahuila y Chihuahua.

“Hay entidades que disponen de poca agua, pero con la tecnificación se puede hacer rendir al doble y en algunos casos al triple”, sostuvo.

Cambio de negocio

Asimismo, el funcionario consideró necesario avanzar hacia la reconversión de cultivos, es decir, migrar a productos que demanden menos cantidad de agua como las leguminosas.

Un ejemplo de la sustitución de cultivos es que se empiece a sembrar en lugares donde no se había hecho, tal como sucedió el año pasado cuando se tuvo que sembrar maíz en el sur-sureste del país para compensar parte de las pérdidas ocasionadas por la helada en Sinaloa, principal productor del grano.

Aun con los serios daños que han causado las heladas en los últimos años, productores del Valle del Carrizo, en el Norte de Sinaloa, se resisten a la reconversión de cultivos. En su lugar, proponen retrasar las siembras uno o dos meses y seguir con el maíz por ser más rentable.

Kondo López reconoció que 66 por ciento de nuestro país es de clima seco o semi seco y llueve poco, por lo que señaló que para obtener mayor rendimiento se debe aplicar tecnología de riego.

No obstante, las siembras de riego también se han visto afectadas. Un ejemplo de ello es la producción de trigo y sorgo en Tamaulipas y Coahuila, respectivamente, donde los productores registran pérdidas conjuntas del orden de dos mil ocho millones de pesos como consecuencia de la sequía del ciclo otoño-invierno.

La insuficiente disponibilidad de agua ha provocado afectaciones en al menos 600 mil toneladas de sorgo en Tamaulipas con valor de tres mil 500 pesos cada tonelada. Esto provocó una pérdida monetaria de dos mil millones de pesos.

Al respecto, Juan Báez, presidente del Sistema Producto Sorgo, detalló que en Tamaulipas –principal productor de este grano– se dejarán de producir alrededor de 600 mil toneladas a causa de los daños y de la merma de producción que sufrió la siembra por falta de líquido.

Tan sólo “en 200 mil hectáreas (de riego) siniestradas dejamos de producir 400 mil toneladas, cuyo rendimiento mínimo oscila entre 1.5 y dos toneladas por hectárea. En las otras 300 mil hectáreas de temporal, la reducción de la cosecha fue de 200 mil toneladas”.

Por su parte, los productores de trigo de Coahuila también registraron una pérdida de alrededor de ocho millones de pesos a causa de la sequía.

Antonio Ozuna Carrera, presidente del Sistema Producto Trigo de Coahuila, estimó que mil hectáreas de un total de diez mil sembradas en la entidad en el ciclo otoño-invierno quedaron siniestradas a causa de la sequía.

La zona siniestrada tiene un rendimiento mínimo de 2.5 toneladas por hectárea, y cada tonelada se paga al productor en tres mil 400 pesos.

Parte de las pérdidas registradas en las mil hectáreas siniestradas obedeció a la baja disponibilidad de agua en las presas de la región, que sólo alcanzaba para abastecer ocho mil hectáreas.

Los productores de trigo y sorgo utilizan principalmente el riego rodado, que consiste en transportar el agua de un manantial a través de canales hasta la zona de cultivo.

La inversión por hectárea es de alrededor de 500 pesos.

 

Temen por la agricultura

Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), las tierras secas en México ocupan aproximadamente 101.5 millones de hectáreas, poco más de la mitad de nuestro territorio.

Además, la degradación de suelo afecta a 43.6 millones de hectáreas, una parte importante de esas tierras corresponde a zonas áridas, semiáridas y subhúmedas, aunque también ha alcanzado a las de vocación agrícola.

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha expresado que existen tres grandes factores que generan emergencias: los ciclones, lluvias y sequías. Éstas últimas, en caso de extenderse, pueden generar un desequilibrio en los sistemas ecológicos e hidráulicos de la región.

Además, la Conagua ha referido que en caso de que la sequía se prolongue y no sea atendida, provocará la muerte de plantas, animales y en situaciones extremas de seres humanos.

Cabe precisar que está documentado históricamente que se trata de un fenómeno recurrente, sobre todo por la orografía nacional, ya que gran parte de nuestro país está constituido por tierras áridas y semiáridas, por ende, los periodos de sequía acentúan en dicha condición y tienden a destruir el suelo fértil.

Los analistas aseguran que, de acuerdo con estudios realizados, estas condiciones no son exclusivas de México, ya que actualmente vivimos en un contexto en el que el cambio climático y el calentamiento global han generado situaciones semejantes en diversas partes del mundo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), países del cuerno de África, Estados Unidos, México y el noreste de Brasil, algunas regiones de China, India, Rusia, así como el sureste de Europa, se ven afectadas por la presencia de este fenómeno natural.

De prevalecer dicha situación, para 2030 México tendría que importar hasta 80 por ciento de sus alimentos, lo que resulta verdaderamente alarmante y peligroso, no sólo por la seguridad alimentaria sino también por la seguridad nacional.

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