David Páramo

Análisis superior

David Páramo

9 Jul, 2013

Doble medida

Hace unas semanas le informamos en este espacio que Alexis Milo no pudo ir como ponente a un foro a Suecia en el cual estaba invitado para hablar sobre la reforma constitucional a las telecomunicaciones porque la administración de la Cofetel no pudo entregar “a tiempo” los recursos para esta representación internacional.

Afortunadamente parecería que este problema administrativo, que se presenta por segunda vez con este comisionado, no es generalizado.

El presidente de la Cofetel, Mony de Swaan, sí recibió recursos a tiempo para ir como público a un foro menor en Varsovia.

Lo mejor es que además alcanzó para llevar a dos de sus colaboradores, quienes están apostando por ser comisionados del IFT. Le acompañan Luis Lucatero, titular de la UPR de la Cofetel, y Mario Fromow, un ex trabajador de Telmex, quien abiertamente está buscando ser parte del nuevo instituto.

Estos dos funcionarios de la Cofetel se han distinguido mucho más por la gran cantidad de viajes que han realizado que por acciones concretas como comisionados de la Cofetel y, ahora, aspirantes al IFT.

La relación entre Lucatero y De Swaan se remonta al tiempo en que Juan Molinar Horcasitas era secretario de Comunicaciones y Transportes y el ahora presidente de la Cofetel, su coordinador de asesores.

Lucatero estaba en la oficina de París de Alcatel y coincide con el tiempo en que Molinar y De Swaan comenzaron con la idea de rescatar la banda de 700 Mhz.

Como funcionario de la Cofetel no se ha metido en temas de interconexión, que finalmente son los que le corresponden, quizás porque no conoce el fondo de los temas como los modelos de costos para establecer tarifas fijas y móviles de interconexión.

Bueno, en algún momento lanzó una gran cantidad de oficios tratando de bloquear el proyecto de Alexis Milo en cuanto a tarifas de interconexión cuando el comisionado presentó una iniciativa en este sentido.

Este hombre también se ha visto involucrado en una fuerte polémica por participar en la contratación directa de un estudio a McKinsey sobre la banda de 700 Mhz el cual tuvo un costo de 10 millones de dólares.

De acuerdo con expertos del sector de las telecomunicaciones un estudio de este tipo tiene un valor que ronda el millón de dólares y quizá muy caro que llegara a dos millones de dólares.

De una forma muy difícil de justificar el estudio no únicamente no se conoce públicamente en su totalidad, las partes que se han publicado en la página de la Cofetel difícilmente pueden justificar el monumental precio pagado.

Telefónica México, encabezada por Francisco Gil Díaz, ha buscado cualquier cantidad de formas a través del IFAI, presidido por Gerardo Laveaga, para conocer no sólo el documento sino la forma en que se realizó la asignación de este contrato y porqué se pagó una cantidad que suena desproporcionada.

Los pretextos para no entregar la información han sido increíblemente variados pero en casi todos los casos terminan en que la adquisición se hizo a través de un fondo por lo que, entonces, se oculta todo el proceso.

Funcionarios de Telefónica, especialmente Jorge Arreola, no están dispuestos a quitar el dedo del renglón y buscarán tener transparencia en esta contratación multimillonaria. También confían en que el Comité de Valuación considerará este tipo de notoriedad pública en el proceso de selección de comisionados tanto del IFT como de la Comisión Federal de Competencia Económica.

Pésima

A los trabajadores y otros acreedores de Mexicana de Aviación les tenemos una buena y una mala noticia.

Primero la buena. IATA entregó 11 millones de dólares, por concepto de boletos no utilizados, a la sindicatura del concurso mercantil de esta línea aérea. Se trata de recursos que se quedó esta organización durante ya casi tres años y que deberían contar para sumar en las liquidaciones a los trabajadores y el pago a otros acreedores.

Ahora la mala. Los recursos le fueron entregado a Gerardo Badín, quien padece el mal de muchos síndicos conciliadores e interventores. Sienten que son los dueños de la empresa y pueden usar los recursos como mejor les de la gana.

Badín, en los más de 30 meses, ha encabezado una camarilla de personas que se han fijado sueldos desproporcionados (más considerando que la mayoría de los trabajadores de la línea aérea no han podido cobrar) sino que además han usado los fondos de la compañía como si fueran propios.

Así, que más valdría que ni se emocionen mucho, puesto que la posibilidad de que trabajadores y acreedores vean un peso de estos 11 millones de dólares es verdaderamente baja. Al tiempo.

Avance

Gustavo Madero ahora tiene que enfrentar sus propias palabras y las mentiras de las que se ha venido alimentando durante los últimos tiempos.

Feliz porque creía que el Pacto por México lo legitimaría luego de que su partido perdió las elecciones presidenciales en gran medida por sus errores. Se convirtió en un vocero innecesario y hasta incómodo de los éxitos del gobierno de Enrique Peña Nieto.

Sectores cada vez más grandes de Acción Nacional le cuestionaban que se convirtiera en un crítico de las administraciones de su partido y un porrista del gobierno priista, así como su entreguismo.

El problema de fondo con los senadores del PAN no es el dinero, eso sólo es un síntoma de la grave descomposición que se vive en ese instituto político, sino porque los senadores “osaron” no callar y obedecer las órdenes de Madero y hacer para lo que se les paga: legislar.

La reforma a las telecomunicaciones fue, sin duda, el punto de quiebre. El líder del PAN quería que pasara como la había hecho la mesa del Pacto por México cuando, en realidad, había mucho que corregir como se verá en el futuro cercano.

Ahora que tiene un lenguaje verdaderamente violento tras las elecciones del fin de semana pasado Madero tiene que reconocer que quienes querían ser una oposición responsable tenían razón o explicar por qué apuesta todo a un pacto en el que según sus propias palabras no funciona para garantizar la civilidad electoral.