Capitales estadunidenses, en la antesala del congreso

De reformarse la Constitución para permitir inversiones privadas en el sector de los hidrocarburos, se esperaría una avalancha de inversiones
Economía -
Capitales estadunidenses, en la antesala del congreso

CIUDAD DE MÉXICO, 12 de agosto.- En la Cámara de Senadores de Estados Unidos el lobbying por parte de las grandes petroleras ya comenzó. Perforadoras y proveedores de equipo buscan establecer contacto con personajes clave en el Poder Legislativo para la aprobación de las reformas al sector energético y, en especial, para impulsar la inversión en la extracción de petróleo y gas.

La propuesta del Partido Acción Nacional (PAN) de modificar el marco constitucional y regulatorio del cual depende Pemex, estima que la reforma al sector de la energía representaría inversiones por más de 30 mil millones de dólares. Ese es el tamaño del pastel.

La senadora del PRD, Alejandra Barrales, advirtió que la “prisa” por iniciar el debate en el Poder Legislativo está relacionada con “presiones del exterior”. La integrante de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta reveló, además, la presencia en México de expertos en cabildeo contratados por empresas petroleras estadunidenses.

“Buscan establecer contacto con legisladores que ellos consideran clave en este momento”, dijo la legisladora.

Por ejemplo para hacerse cargo de sus servicios de cabildeo, el gigante estadunidense Halliburton, vinculado con la familia Bush, acaba de contratar a la compañía de lobbying Patton Bags en donde la ex consejera jurídica de Pemex, Verónica Bryant, aparece como uno de los principales asociados para las negociaciones encomendadas por la petrolera que en 2012 invirtió más de 250 mil dólares en estas actividades, según datos del Congreso de Estados Unidos.

Entre 2004 y 2006, Bryant participó en la coordinación jurídica de convenios de coinversión y comerciales de Pemex con empresas internacionales. En su sitio de internet, Patton Boggs asegura que Bryant ha estado involucrada en las principales licitaciones para la exploración y producción de petróleo y gas por parte de la paraestatal mexicana.

Una vieja historia

Pero el interés de los corporativos petroleros estadunidenses no es nuevo ni se limita a hacerse presentes en los pasillos de las Cámaras.

En Estados Unidos, desde hace más de dos décadas, ante la Subcomisión de Política Internacional sobre Asuntos Económicos y Comerciales de la Cámara de Representantes, una larga lista de empresas interesadas en la reforma constitucional que daría, según ellas, certidumbre a las inversiones en el sector petrolero mexicano, se ha hecho presente para informar a sus legisladores sobre el impacto del monopolio petrolero que ejerce Pemex.

Para ellos la exclusividad del Estado mexicano para explorar, producir, transportar, comerciar, y refinar todo el petróleo crudo del subsuelo, no sólo los mantiene al margen del negocio de la producción, sino que ha detenido el crecimiento y la demanda de maquinaria y equipo para la industria de la extracción y transformación del petróleo del que debería ser su principal mercado, después de Estados Unidos.

La razón es que simplemente Pemex es el único cliente para negociar. Sin reformas de fondo, además, permanece la perspectiva de que no se detone la inversión porque no se tendrán garantías para el retorno del capital. En 1989 las reformas para impulsar la participación en el sector de la petroquímica secundaria fueron insuficientes porque no se contaba con materia prima ni gas natural a costos competitivos.

Un ejército de interesados

Ahora, frente al auge de los negocios vinculados con la exploración y distribución de shale gas –que convertiría a Estados Unidos, según algunos analistas, en la nueva super potencia en materia de energía– no todos los jugadores de ese país van por los grandes negocios de exploración en aguas profundas, como Halliburton.

Una centena de proveedores de equipos y bienes de capital para la industria petrolera han estado inconformes durante las últimas décadas con las condiciones que impone Pemex para otorgar contratos en los que establece la obligación de incluir contenido nacional en la ejecución de las obras. Además, reprochan las tarifas arancelarias para importar equipo de Estados Unidos. El colmo de las quejas manifestadas ante el Órgano de Control del Congreso (GAO) –según el reporte “Petróleo mexicano, problemas que afectan la inversión y el comercio”– es que la “mala calidad” de los aceites lubricantes que fabrica el propio Pemex ha llegado ha dañar las barcazas contratadas por la paraestatal para transporte de combustibles.

Pero más allá de la anécdota, desde hace un año las empresas estadunidenses interesadas no sólo en el petróleo mexicano, observan con grandes expectativas los resultados del acuerdo entre los gobierno de Estados Unidos y México relativo a los yacimientos transfronterizos de hidrocarburos en el Golfo de México.

Al vencerse la moratoria que impedía a Estados Unidos explorar y obtener petróleo en la zona del Polígno Occidental del Golfo, se iniciaría hacia finales de este año la extracción de petróleo en esa región transfronteriza.

El petróleo resultado de esa actividad de exploración y producción deberá compartirse con México en los mismos volúmenes.

De acuerdo con la Asociación de Industrias de Perforación Marítima, México también debería observar las oportunidades que ofrece la exploración en aguas profundas.

Es esta asociación, casualmente, la que impulsa y patrocina iniciativas de ley para que el gobierno de Barack Obama acelere la venta de derechos para la explotación de petróleo y por supuesto de shale gas. La producción en el “hoyo de dona” se estima en 172 millones de barriles y aún se espera que México diga la última palabra.

En un análisis preparado para el Senado de Estados Unidos por Michael Levi, director del Programa de Seguridad Energética y Cambio Climático con fecha de mayo de 2013, se reconoce la importancia de que la estrategia estadunidense para el sector energético incluya mayores oportunidades de inversión en Canadá y México.

Precisamente Levi asegura que el acuerdo para explotar el petróleo y gas en aguas profundas del Golfo de México exige a México recursos y condiciones jurídicas para involucrarse en la vigilancia ambiental de estas actividades. Así, el ejército de empresas estadunidenses espera la reforma al sector de la energía y la transformación de Pemex para asegurar sus inversiones.

Otro de los grandes participantes en el cabildeo de iniciativas en el sector de la energía en México y Estados Unidos es el Instituto Americano del Petróleo, que aplaudió el acuerdo alcanzado con Pemex a finales de julio pasado para impulsar proyectos conjuntos de inversión para la introducción de gasoductos transfronterizos.

Así, el debate legislativo que inicia para definir el rumbo petrolero de México hacia los próximos años, también tiene en primera fila a los cabilderos de los grandes capitales petroleros estadounidenses que ven en México a un mercado relevante para sus inversiones futuras, más allá de la tan sobada autosuficiencia de hidrocarburos del gigante del norte. 

¿Capitalismo salvaje?

Para Jesús Mora Contreras, académico de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Los Andes en Venezuela, el modelo estadunidense podría calificarse como anarco-capitalismo, según el término utilizado por Anderson y Hill para designar al procedimiento de auto-regulación impuesto por las costumbres de los mineros locales desde inicios de la segunda mitad del siglo XIX hasta 1866, cuando se creó la primera Ley de Minas (General Mining Act).

Quizá, remarcó el investigador, el término pueda extenderse también para calificar el nacimiento, desarrollo y organización de la industria petrolera en Estados Unidos en terrenos de propiedad privada hasta 1920, cuando se promulgó la primera Ley Federal de Arrendamientos de Tierras Mineras (Mineral Land Leasing Act).

“Pero quizá también muchos países podrían tomar como ejemplo las fuertes regulaciones sectoriales, fiscales y ambientales de Estados Unidos para reformar y adecuar sus propias regulaciones nacionales. El gobierno de Venezuela, por ejemplo, ha tenido en cuenta la regulación fiscal estadunidense, al menos en tres oportunidades (1920, 1943 y 2000), para diseñar el régimen fiscal aplicable a la industria.

“Por su lado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tuvo en cuenta el ejemplo de la Railroad Commission de Texas para crear las cuotas de producción entre sus miembros, pero tener en cuenta no significa copiar, ni mucho menos usar como modelo único, significa sólo estudiar, comprender y usar para elaborar sus propias regulaciones, atendiendo a las especificidades y circunstancias de cada problema, país u organización”, agregó el académico venezolano.

La consultora Inmaculada Blázquez García agrega que este modelo estadunidense no es exactamente una de las máximas expresiones del capitalismo salvaje, “pero sí es un modelo de proteccionismo temporal ante una situación de crisis financiera mundial sin precedentes”. 

Para el director de la carrera de negocios internacionales del Tec de Monterrey Campus Santa Fe, Manuel Valencia, es un modelo casi de franquicia: el subsuelo es de quien lo trabaja.

La ventaja de un modelo capitalista agresivo es que fuerza a ser eficiente y a rascarse con sus propias uñas, pero habría que estar muy atentos y cuidar los vicios del capitalismo, como lo ocurrido con Enron en el sector de la electricidad.  Habría que evitar, sugiere, una apertura súbita para la que Pemex no está preparado porque la inexperiencia al abrir súbitamente la inversión en sectores estratégicos nos acarrearía grandes problemas, concluye el académico.

La discusión de los modelos petroleros

El futuro del petróleo mexicano está por definirse. Si bien la iniciativa presentada por el PRI incluiría modificaciones a la Constitución que harían posible la inversión privada en algunas áreas, sigue presente la posibilidad de que el nuevo Pemex integre algunas directrices del modelo noruego, que en la compañía Statoil hace posible la inversión privada en una compañía petrolera estatal, considerada una de las más exitosas del mundo.

En el otro extremo, en el de los críticos con un enfoque nacionalista, se alerta sobre las palabras “inversión privada” y se pone como ejemplo perfecto al modelo estadunidense, el cual, paradójicamente, no ha generado la rentabilidad ni el crecimiento esperado para su propia economía.

En Estados Unidos, cuyos jugadores presionan al Congreso y a la administración de Barack Obama por la apertura al capital privado en Pemex, su modelo petrolero exhibe pecados vinculados con una excesiva explotación de recursos, con la generación de oligopolios, así como con la deficiente administración de sus utilidades. El modelo simplemente no ha sido sustentable. Han sido las nuevas tecnologías –criticadas por ambientalistas– las que les permiten obtener ahora shale gas.

En el modelo petrolero estadunidense el subsuelo es de quien lo trabaja y el dueño de un terreno de superficie lo es también del subsuelo y todo lo que surja de él.

Los estudiosos del tema señalan que el gobierno de EU, en representación del Estado, intervino sólo como un regulador y mediador cuando surgían conflictos. Así, los propietarios de tierras prefirieron rentar sus tierras bajo la premisa de que el negocio estaba en el subsuelo y no en la extensión de la superficie. El primer contrato de arrendamiento de tierras para explotar petróleo se dio en Pensilvania en 1853.

Derivado de ese primer documento se establecieron los compromisos generales que hoy siguen vigentes en cuanto a la regulación para explorar y explotar un terreno en el que los arrendatarios se comprometían a dar a los dueños una octava parte del todo el petróleo que se recolectara; surgieron, entonces, los contratos oil and gas leasing.

¿Es este modelo estadunidense la panacea?, se le preguntó a Jesús Mora Contreras, académico de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Los Andes en Venezuela y experto en la industria petrolera.

“Sí, para quienes sostienen, como militantes fanáticos de una causa, que el bienestar general alcanzado por la sociedad estadunidense es el resultado de la aplicación del modelo de la mano invisible (el petrolero sería sólo un submodelo de éste), que orienta y autorregula a las fuerzas del libre mercado.

“Es falso que sólo las fuerzas ciegas del libre mercado expliquen el bienestar alcanzado en Estados Unidos. Basta con recordar el caso reciente de la crisis de las hipotecas subprime (too big to fall) y los rescates de las entidades públicas. Estados Unidos es quizá el único país en el planeta que no se dotó de una empresa petrolera estatal, aunque pensó seriamente en hacerlo en medio de las tribulaciones de suministro de la Segunda Guerra Mundial”.

No obstante, explica Mora Contreras, allí coexisten empresas petroleras privadas, nacionales y extranjeras con empresas petroleras estatales extranjeras como Citgo y Aramco Services Company, las filiales estadunidenses de PDVSA y Aramco, respectivamente, que son las petroleras estatales de Venezuela y Arabia Saudita.

Para Inmaculada Blázquez García, experta en temas energéticos de la Universidad de Comillas, España, el modelo estadunidense, o el de la apertura extrema al capital privado, no es la panacea y tiene fecha de caducidad.

“Si analizamos la evolución del binomio producción–consumo del crudo en Estados Unidos, nos daremos cuenta de que en 2005 producía 9% del petróleo diario en el mundo, frente a 25% que consumía. En la actualidad importa únicamente 20% de sus necesidades energéticas y en 2035 será casi autosuficiente.

“Esto quiere decir que en 22 años, según la AIE (Agencia Internacional de la Energía), Estados Unidos habrá pasado de importar un 60% de petróleo a sólo 20% y 10% de gas a ser exportador de gas (se prevé 5% de exportación de su producción de gas en 2035)”, dijo la especialista.

El territorio estadunidense cuenta con las mayores reservas de hidrocarburos no convencionales (petróleo ligero y gas pizarra –tight oil y shale gas) que son rentables y fáciles de extraer gracias a la tecnología con la que cuenta.

La explotación de estos hidrocarburos convertirá a EU en el mayor productor mundial de petróleo, pero este liderazgo no le durará eternamente. La AIE prevé sólo una década, pues alrededor de 2025 los yacimientos árabes volverán a ser los principales suministradores de crudo del mundo.

“Es por esto por lo que creo que el modelo no es la panacea”, aseguró.

México, por lo tanto, sigue siendo estratégico para Estados Unidos y sus empresas.

La también directora de energía de la consultora Structuralia y directora técnica del ex MBA internacional en empresas del sector energético, dijo que este modelo efectivamente genera rentabilidad, aunque sólo durará un plazo medio: “Es cierto que las condiciones económicas norteamericanas han mejorado muy rápido pues este giro energético está fortaleciendo su economía, lo que provoca una reducción del déficit al mismo tiempo que el dólar americano se revaloriza”.

“Estados Unidos verá disminuido sus costes energéticos y, por tanto, aumentará su competitividad en todos los sectores económicos. Pero, por las razones ya explicadas sobre el origen de sus hidrocarburos, esta rentabilidad será simplemente a medio plazo. Un encarecimiento del dólar, a su vez, también produce un encarecimiento de las exportaciones: luego se trata de un arma de doble filo”, reflexionó.

México, dice la experta, debería impulsar su propio modelo sin sucumbir a las presiones del vecino.

El reino petrolero de las siete hermanas del norte

Fue en 1859 cuando el coronel Drake descubrió petróleo en Titusville, al noroeste de Pensilvania. Posteriormente, en 1870,  John D. Rockefeller fundó la Standard Oil que llegó a dominar casi el ciento por ciento de la refinación en Estados Unidos y se convirtió en la petrolera número uno del planeta.

Cuarenta años después Standard Oil fue afectada por las leyes antimonopolios y obligada a escindirse en varias sociedades, oportunidad aprovechada por empresas petroleras nacientes como la Texas Company y la Union Oil.

Luego del desmembramiento de Standard Oil se formaron tres nuevas compañías que junto a otros cuatro gigantes mundiales conformaron las llamadas “Siete Hermanas”, término acuñado por el italiano Enrico Mattei, con el cual se refería a las compañías anglosajonas que controlaban el petróleo de Medio Oriente.

Las Siete Hermanas iniciales fueron Standard Oil of New Jersey (Esso), Royal Dutch Shell, la Anglo-Iranian Oil Company, que posteriormente se convirtió en la British Petrol Estados Unidos, y la Standard Oil of New York, que luego se convirtió Mobil y actualmente está fusionada con Exxon, la Standard Oil of California, luego conocida como Chevron que se fusionó con Texaco para formar Chevron-Texaco, la Gulf Oil Corporation y la antigua Texaco, que se fusionó con Chevron en 2001.

Otro periodo crucial para el crecimiento de la industria petrolera de Estados Unidos fue la Primera Guerra Mundial, en el cual se duplicó su producción y permitió ser el ganador más aventajado del conflicto al repartirse sin competencia, la riqueza petrolera del Medio Oriente junto con sus aliados.

Después de la Segunda Guerra Mundial ocurrió algo similar aunque las necesidades de producción y consumo derivadas del nuevo mapa mundial consolidado en el periodo de la Guerra Fría, incluían a nuevos jugadores como la ex Unión Soviética.

Desde esos tiempos la actividad petrolera de Estados Unidos fue clasificada como upstream, referida a la exploración, desarrollo y producción del crudo y gas natural, y downstream, que se refiere a la actividad de refinerías, vendedores, detallistas y consumidores.

El upstream nació y se organizó en tierras de propiedad privada en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, y se implantó el primer conjunto de normas que rigieron el desarrollo del sector a partir de 1859; al inicio estuvo normado por reglas y convenios acordados por los propietarios de las tierras y los empresarios.   

QUIÉN ES QUIÉN EN EL PETRÓLEO EN EU

  • ExxonMobil, compañía estadunidense heredera de la Standard Oil, surgida de la fusión en 1999 de Exxon y Mobil, está asentada en Irving, Texas.
  • Anandarko petróleo, petrolera independiente surgida en 1959 como una filial de la Corporación de Panhandle Oriental
  • Apache, con sede en Houston, Texas, y opera tanto a escala nacional e internacional, nació en 1954  en Minnesota. Perforó sus primeros pozos en el campo de Cushing, Oklahoma, y está asentada actualmente en Houston.
  • Chevron opera en más de 180 países y tiene su sede en San Ramón, California. Es una de las seis compañías petroleras del mundo consideradas como gigantes, sólo abajo de ExxonMobil.
  • ConocoPhillips es una compañía petrolera multinacional que tiene su sede en los Estados Unidos. Surge de la fusión en 2002 entre Conoco Inc. y Phillips Petroleum Company.
  • Devon Energy, fue fundada en 1971 y es uno de los mayores productores independientes de Estados Unidos a base de petróleo y gas natural con sede en Oklahoma City, Oklahoma.
  • Greka energía también se conoce actualmente como HVI Cat Canyon, opera en los condados de California y fue creada en 1999.
  • Hess Corp nació en 1919 en Nueva York. Posee parte de una de las refinerías más grandes del mundo en las Islas Vírgenes.
  • Koch Industries tiene su base en Wichita, Kansas. Se especializa en la fabricación, refinación y distribución de petróleo, productos químicos y minerales.
  • Marathon Oil es una empresa que tiene su base en Houston, Texas. Perteneció a la Standard Oil y se constituyó oficialmente en 1962.
  • Murphy Oil nació en 1944 un año antes de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, está asentada en Arkansas y opera en Estados Unidos, Canadá, Malasia, el Reino Unido y la República del Congo.
  • Occidental Petroleum es una compañía con sede en California. Sus operaciones principales están en  Estados Unidos, el Medio Oriente, África del Norte y América del Sur.
  • Plains Exploration and Production, fue creada en 2002 y tiene su base de operaciones en Houston, Texas.
  • SandRidge Energy es una compañía de petróleo y exploración de gas natural que tiene su sede en Oklahoma City, Oklahoma. Fue fundada en 1984.
  • XTO Energy, inició en 1985 y es parte de Exxon Mobil desde 2008.

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