Rechazados para el IFT

Entre los que no pudieron quedar entre los 35 finalistas en el proceso de selección para integrar el pleno de la Cofetel hay quienes han comenzado a utilizar técnicas que parecen sacadas de los porros del Poli, los rechazados de los CCH o los maestros de la normal de Ayotzinapa.

Ahora intentan descalificar el proceso de selección. Algunos lo hacen de maneras muy cobardes, puesto que parece que usan pasamontañas, otros defienden a sus empleados con trascendidos y muy pocos abiertamente se quejan.

Entre los que tratan de descalificar el proceso se encuentran algunos que simple y sencillamente no obtuvieron las calificaciones necesarias, es decir, que hay 35 mejores opciones que ellos.

Si no estaban de acuerdo con el procedimiento del Comité de Evaluación debieron haberlo dicho antes de ir a presentar el examen. Así lo hicieron personajes como Miguel Flores Bernés y Alexis Milo, que simple y sencillamente no llegaron al proceso de calificación porque no estaban de acuerdo con las formas.

Sin embargo, algunos grupos vinculados con el iluminado del rencor, Javier Corral, están en franca ofensiva en contra no sólo de los resultados del examen sino que, además, pretenden colocar a sus peones o sus cuates.

Hay supuestas fuentes confiables que en otras ocasiones han llegado a estupideces como acusar de antisemitismo a quienes critican a Mony de Swaan, como si la raza o la religión fueran tema al evaluar a un servidor público, y otras como la Asociación Mexicana de Derecho a la Información que encabezan esta campaña en contra del proceso y en particular de algunos de los candidatos que no se atreven a mencionar.

En un párrafo opinan: “El resultado de la presentación de las listas, entre las cuales serán seleccionados los nuevos comisionados, acaparadas por funcionarios y ex funcionarios que no tienen la diversidad política ni profesional que se requiere para conducir el Ifetel (sic). Otros aspirantes incluidos en las listas han estado ligados a empresas que ahora pretenden regular. Personeros de empresas, asesores de televisoras e incluso una ex directora de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión recibieron beneplácito del Comité de Evaluación”.

En su muy desinformada y exagerada opinión, esto viola el artículo 28 de la Constitución que ellos mismos citan como si estuvieran urgidos en desmentirse “no haber ocupado, en los últimos tres años, ningún empleo, cargo o función directiva en empresas de los concesionarios comerciales o privados de las entidades a ellos relacionadas, sujetas a la regulación del instituto”.

Nada más por no dejar sería bueno que este grupo que dice conocer de derecho debería explicar en qué momento una cámara (también podría ser un sindicato) se convierte en una empresa regulada por el IFT.

Se trata de una interpretación absurda de la Constitución que no se sostiene de ningún lado y que mucho más muestra el coraje que tienen porque algunos de los de su grupo simple y sencillamente no cumplieron con los requisitos.

En un arranque de honestidad, si eso fuera posible, deberían establecer que sus cercanos como Aleida Calleja no quedaron en la lista. Esta mujer, miembro de Amedi, tiene en su currículum ser muy cercana al nefasto senador Corral, quien aún no puede superar el odio que le generó que le cobraran la publicidad que contrató en televisión.

Además, Calleja se ha distinguido por la defensa a ultranza de radios que son pirata, es decir, que operan de una manera ilegal y por fuera de la regulación aun cuando tratan de vestirlas con nombres que les parecen socialmente correctos.

Una de las molestias que podrían tener los que ahora quieren descalificar el proceso es que quizá Corral imaginó que el Pacto por México le dejaría elegir a su gente y ya hasta les había prometido cargos.

Aspe

Al más puro estilo de los porros, opinadores y la Amedi tratan de desvirtuar el examen en el que sus personeros no fueron de los 35 mejores, propalando mentiras o, en el menos malo de los casos, interpretaciones que no vienen al caso de la reforma.

En la columna del lunes adelantamos que uno de los aspirantes más atacados sería Mónica Aspe, puesto que se cruzó en el camino de Irene Levy, una de las pocas piezas que lograron superar este filtro.

Levy, que trabaja para la Cofetel, supuestamente representando a la sociedad civil, ha tenido el apoyo de las otras empresas donde trabaja que, a través de filtraciones sin nombre ni firma, pretenden dañar a Aspe, además de apoyos en las redes sociales del presidente de la comisión que está por desaparecer.

Acusan a la hoy coordinadora de la Sociedad de la Información y el Conocimiento de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de no cumplir con las reglas porque hasta abril de 2011 fue directora general de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión.

Se trata de un ataque bajo y sin fundamentos que únicamente muestra claramente la clase de personajes que están atrás de quienes los propalan. No hay ningún abogado que pueda argumentar, con verdad, que una cámara empresarial pueda ser equiparable a una empresa regulada. Se trata de dos naturalezas diferentes desde cualquier punto de vista.

Candidatos

Hasta el momento no puede saberse quiénes integrarán el primer paquete de candidatos que presentará el presidente Enrique Peña Nieto, puesto que es una decisión que él y su equipo están evaluando; sin embargo, la realidad es que muy difícilmente se dejarán intimidar por presiones y chantajes de algunos que pretenden ser regulados y creen que les sería más fácil hacerlo si tienen una mano amiga en el IFT.

También es un hecho que si bien el proceso de selección, como todo, es perfectible y llegó a extremos como el de preguntar sobre satélites rusos, fue aceptado por los 115 que presentaron el examen y ahora no pueden decir que, como no tuvieron las 35 mejores calificaciones, no tiene validez y a partir de ahí lanzar una serie de conspiraciones que sólo existen en su mediocre imaginación.

Sea como sea, el Comité de Evaluación usó criterios objetivos de selección y están los 35 mejores para cada una de las dos comisiones.