David Páramo

Análisis superior

David Páramo

21 Ago, 2013

Sueños de grandeza

Hay quienes, ya sea en política o en las empresas, se identifican con la frase: “Mi antecesor era un incompetente y mi sucesor un intrigante”.

Algo similar sucede en el sector vivienda. Al inicio de la administración de Enrique Peña Nieto funcionarios como Jorge Carlos Ramírez Marín, Alejandro Murat y algunos otros eran bastante pródigos en cuestionamientos a cómo se desarrolló el sector vivienda no sólo durante los sexenios del PAN, sino específicamente en la forma en que se enfrentó la crisis financiera internacional de 2008, donde el gobierno de Felipe Calderón tomó acciones que, si bien beneficiaron a las vivienderas, tenían como objetivo mantener el empleo.

Ciertamente se trataba de un modelo que no podría subsistir en el largo plazo y que generó distorsiones graves que hoy tienen al borde del concurso mercantil a Urbi, Homex y Geo, a pesar del esfuerzo de la Secretaría de Hacienda para tranquilizar a los bancos y darles un poco de aire.

Sin embargo, el cambio de estrategia no ha resultado mejor. Por un lado está el hecho de que el empleo se ha visto sumamente afectado por la caída de estas tres empresas, al grado de que el empleo temporal (básicamente en el sector de la construcción) ha caído y eso ha generado cifras de empleo raquíticas cuando supuestamente se deberían comenzar a ver los frutos de la reforma laboral.

Si algo no le ha faltado a la Sedatu y algunos otros organismos de vivienda como Sociedad Hipotecaria Federal es la creatividad para inventar soluciones partiendo de la base de que nada de lo anterior sirve.

Durante todo el año los funcionarios han hablado de grandes ideas revolucionarias y algunas otras hasta emocionantes, como decir que si se pasa de la vivienda horizontal a la vertical se reordenarán las principales 100 ciudades del país y que la gente prácticamente trabajará a la vuelta de la esquina de su casa.

Sin embargo, los programas concretos dejan muchísimo qué desear. Tomemos por ejemplo el que acaba de anunciar SHF, encabezada por Jesús Alberto Cano Vélez, de créditos sindicados para la construcción de vivienda.

La idea general es irreprochable: que no falte liquidez ni financiamiento a través del crédito y los subsidios; sin embargo, la realidad es que ya falta liquidez y financiamiento para ejercer los subsidios. Para ser más específicos, SHF anuncia una medida preventiva cuando la situación ya se presentó.

Lamentable, también, que Cano Vélez sea tan amigo de los números grandes, puesto que en el anuncio habló de una derrama de hasta seis mil millones de pesos al sumar los recursos de SHF, Nafin y de la banca privada (que no debería contar como una acción del gobierno) cuando en realidad este programa sólo fue un crédito de 500 millones de pesos para una sola compañía. Parecería que sólo se puso una primera piedra para que parezca que están dando muchos resultados cuando, en realidad, se trata de grandes cifras que no tienen modo de aterrizar.

Listas

Sobre las listas de candidatos para ser comisionados del IFT y de la CFCE hay algunas lecturas.

Primera. Si bien es cierto que entre los 35 que quedaban en cada paquete la diferencia es muy pequeña en cuanto a capacidad (como la midió el Comité de Evaluación), parecería que la lista es una invitación a que la rechacen y a partir de ahí iniciar una negociación política.

Segunda. Se confirma que los funcionarios de la Cofetel tenían una muy baja estima en el gobierno, puesto que ninguno de los dos comisionados que quedaban en la contienda fueron considerados, y sí uno de la CFC para la CFCE, en el caso de Luis Alberto Ibarra.

Tercera. Como lo anticipamos, el gobierno de Enrique Peña Nieto no se dejó intimidar por las amenazas de pequeños voceros y enloquecidos como Javier Corral o la AMEDI en cuanto a que quedaban los suyos o cuestionarían todo el proceso.

Cuarta. En el caso del IFT parecería que aplicó el principio de, si no pasan los míos, tampoco los tuyos.

Quinta. Si había acuerdos bajo la mesa del Pacto por México para colocar algunos peones o alfiles, pues parecería que no se cumplieron o quizá sólo existieron en la calenturienta imaginación de los iluminados del rencor.

Sexta. Parecería que se trata de comisiones con niveles muy grises o bajos, lo que genera un reto muy importante para el sector, puesto que no sólo tendrán que atender una agenda verdaderamente complicada, sino que deberían darse gran prisa en la curva de aprendizaje para lograr dar buenos resultados.

Séptima. Los enanitos del tapanco, con todo y sus amenazas que hacen lo que el viento a Juárez, podrían festejar que no pasaron sus odiados, pero tampoco a los que estuvieron apoyando a guayabazos en las redes sociales.

Octava. En esta columna hicimos un fantasy draft en el cual señalábamos cuáles serían nuestros candidatos ideales, siempre reconociendo que al final del día se trata de un proceso de selección del Presidente de la República que tiene que ser avalado por dos terceras partes del Senado de la República y nuestra eficiencia fue de tres de siete, con los nombres de Luis Fernando Borjón, Sofía Labardini y Gabriel Oswaldo Contreras.

Vergüenza

Es necesario establecer que se dio una fuerte descortesía institucional en contra de quienes eran comisionados de Competencia y de la Cofetel al momento en que se dio la reforma a estos dos sectores.

Sin ningún reconocimiento se les hizo a un lado de la peor manera posible, puesto que se les hizo creer que tendrían oportunidad de competir. Algunos de ellos quedaron en las listas de los 35 finales y sólo uno de ellos fue considerado en la lista del jefe del Ejecutivo.

¿No hubiera sido mejor darles una salida con algo más de clase? Quizá hay quienes creen que estos hombres podrían colarse si es rechazada la lista en el Congreso o si hay una buena negociación política. ¿Qué necesidad de desgastarlos así?

Algunos de ellos no son únicamente servidores públicos íntegros, cuentan con amplísimo reconocimiento profesional, señaladamente Gonzalo Martínez Pous, al grado de que encabeza las cátedras de derecho de las telecomunicaciones en la Escuela Libre de Derecho y en la UNAM.

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