Reforma innecesaria

Hay quienes confían que hoy pueda ser aprobada la llamada reforma financiera que, al menos en el discurso, es una de las reformas estructurales de gran calado, puesto que, según sus promotores, hará que el crédito llegue de manera abundante y a menores tasas de interés.

Sin embargo, bien vale la pena hacerse algunas preguntas que tienen que ver con las expectativas.

Primera. ¿Realmente alguien cree, con una debida educación financiera, que es una buena idea disminuir las tasas de interés por decreto o abrir cajones selectivos de crédito? Esa experiencia ya la vivió el país con resultados catastróficos.

Segunda. Es necesario hacer una reforma financiera cuando, de acuerdo con las cifras del Presidente de la República en su Primer Informe de Gobierno, el crédito al sector privado crece a una tasa de 8% real. Que los datos de la Asociación de Bancos de México, presidida por Javier Arrigunaga, todos los rubros de crédito al sector privado crecen de una manera sólida, sin considerar que hay una importante desaceleración en la economía que ha llevado a estimar que el país tendrá un crecimiento que ronde 1.7 o dos por ciento.

Tercera. Habría que preguntarse claramente cuáles son las razones por las cuales no crece más el crédito a las pymes. No se trata de tasas de interés, puesto que la competencia ha logrado que ronden 8% con un gran interés de los bancos en promoverla.

El más reciente ejemplo tiene que ver con la campaña de Santander, que utiliza a Pelé y a Cuauhtémoc Blanco como imagen para tratar de llegar a muchos sectores de público. Es un hecho que la reforma financiera, por sí misma, no logrará cumplir con las expectativas con las que fue creada, puesto que ya se dio el fenómeno. Aumenta el número de personas que tienen créditos a tasas menores.

Si no se va más rápido en el sector de pymes es por otras razones, entre las que destaca la muy profunda informalidad con la que operan las empresas, así como su poco tiempo de vida.

La mayoría de los créditos que son rechazados por la banca para ese sector tienen que ver con la falta de cumplimiento de obligaciones fiscales, falta de una adecuada contabilidad y poco tiempo de vida. Un crédito empresarial tiene en promedio un plazo de cinco años, cuando las pymes tienen en promedio una vida de dos años.

Quizá uno de los pocos argumentos buenos que tiene la reforma financiera que se está negociando es la redefinición del papel de la Condusef, presidida por Mario di Costanzo.

Transparencia

Mucho más allá de los elementos que tiene la iniciativa de reforma energética del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, uno de los temas fundamentales que deben ser considerados es la transparencia.

Uno de los grandes problemas estructurales de Pemex es la falta de transparencia en sus operaciones y contratos que, fácilmente, parecen agujeros negros en los que nadie sabe qué pasa con ellos.

Uno de los casos más llamativos es el de Mexicana de Lubricantes. Hace ya dos décadas la paraestatal se asoció con una empresa privada, Mexlub, de los hermanos Martínez Garza, y de ahí se estableció un vínculo con la familia Leaño.

Hoy los mexicanos no podemos tener ninguna certeza de saber qué pasó con este negocio ni quiénes se han beneficiado (parecería que muchos directivos de la paraestatal a lo largo de los años) o cómo ha sido posible que sus dueños se mantengan, a pesar de todo, al frente de este negocio que opera de manera prácticamente monopólica en las estaciones de servicio de Pemex.

Mexicana de Lubricantes hace mucho tiempo que no rinde cuentas y mucho menos a la sociedad. Los representantes que ha puesto la paraestatal también guardan silencio sobre lo que ocurre en los consejos de administración, así como las finanzas de la empresa.

Habría que preguntar por qué administraciones van y vienen en la paraestatal y no cambia el orden de las cosas. Cómo le hacen las familias Martínez Garza y Leaño para mantener este oscuro orden de cosas sin que nadie en la paraestatal considere dar información a la sociedad sobre lo que pasa con este monopolio de aceites y lubricantes.

¿Cómo le hacen estas dos familias para que la Comisión Federal de Competencia, desgraciadamente aún encabezada por Eduardo Pérez Motta, simplemente no haga nada en contra de las prácticas anticompetitivas?

Lo cierto es que, si la reforma energética genera una mayor transparencia en Pemex, la mayoría de los mexicanos podríamos darnos cuenta de uno de esos negocios que se entregan a privados en detrimento de la población.

Calmita

Otra vez, y por lo mismo, fue suspendida la comparecencia de los siete candidatos propuestos por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, para el Instituto Federal de las Telecomunicaciones.

Más allá de que a partir de que comparezcan, los senadores tendrán diez días naturales para determinar si aceptan o no a los propuestos y el Presidente tendría un periodo igual para mandar otros nombres (el procedimiento podría repetirse una vez más), la realidad es que el calendario sigue apretándose para cumplir con temas establecidos luego de la reforma constitucional, como es que el último día de 2015 se apague la televisión analógica.

Los plazos para la licitación de cadenas de televisión y otra serie de toma de decisiones fundamentales para la industria comenzarán a contar a partir de que los siete miembros del IFT sean ratificados; sin embargo, los plazos siguen alargándose de una manera antinatural y en contra del mercado.

Sin embargo, no es el único peligro, puesto que la tentación para que el presidente de la Cofetel, Mony de Swaan, siga usando los plenos para tratar de sacar aquellos temas que le convienen o que le podrían, según él, ayudar en su intención de colarse en el último filtro del Senado de la República.

Independientemente de que los violentos miembros de la CNTE han suspendido dos veces estas comparecencias, la realidad es que el Presidente de la República hizo una invitación para que estos 120 días sean fundamentales para transformar al país. Esta reforma constitucional se ha quedado trunca no sólo porque no tiene leyes secundarias, sino que es letra no nacida mientras no exista un mecanismo para que opere.