David Páramo

Análisis superior

David Páramo

12 Sep, 2013

Al día siguiente

Ridícula, por decir lo menos, la actitud que tuvieron Mony Sacha de Swaan y Eduardo Pérez Motta luego de que los senadores aprobaron a los siete miembros del pleno del Instituto Federal de Telecomunicaciones y seis de los siete miembros de la Comisión Federal de Competencia Económica.

El primero, que hasta el último momento mantuvo la esperanza de que sus amigos del Pacto por México lograran colarlo y mantuviera el hueso, no sólo tuvo una muy abierta campaña en redes sociales, en la cual se proponía como el depositario de la memoria histórica de la Cofetel en la transición al IFT, que hablaba sobre las necesidades que tendría el nuevo instituto.

Tuitero compulsivo, usó las redes sociales, incluso para poner un tema de moda pidiendo que ahora todos apoyaran al IFT porque lo iba a necesitar.

Una muy buena parte de las razones por las cuales el Pacto por México decidió desaparecer a la Cofetel fue porque no funcionaba de una manera adecuada y había una incapacidad generalizada para la toma de decisiones correctas que frenaban al sector.

Gran parte de los problemas de esta Comisión en su última época derivaban del espíritu protagónico y ridículo de su presidente. Quien se asumió como vocero y no hablaba en los términos del pleno, sino de sus ideas particulares o sus posiciones.

Hubo momentos en los cuales los otros comisionados tuvieron que emitir comunicados desmintiendo al presidente del pleno o haciendo precisiones de que ellos no pensaban o no habían votado en los términos que públicamente indicaba De Swaan.

El destino para este hombre no es muy claro dentro del sector de las telecomunicaciones; quizá pueda asociarse en las consultorías que podrían llamarse de Hobbits o Minions, pues realmente se ve muy difícil que alguna empresa lo contrate. Bueno, otro camino es regresar a trabajar con su patrón Juan Molinar Horcasitas en Acción Nacional.

Empleados

Curiosamente, otros comisionados tienen caminos mucho más claros desde el punto de vista profesional.

Gonzalo Martínez Pous, quien pretendía ser comisionado del IFT, es ya titular de la cátedra de derecho de las telecomunicaciones en la Escuela Libre de Derecho y en la Universidad Nacional Autónoma de México. Adicionalmente, tiene una buena cantidad de ofertas del sector privado que podrá analizar con mucho cuidado.

Alexis Milo, prácticamente desde el día en que decidió no presentar el examen, tuvo una serie de propuestas en la iniciativa privada. En los próximos días se oficializará la inclusión de este hombre a un banco de inversión.

El que ha mantenido el perfil más bajo de los cuatro comisionados que llegaron al último día de la Cofetel es José Luis Peralta, quien a no dudar, tomará un puesto en la iniciativa privada.

Es importante recordar que Ernesto Gil Elorduy presentó su renuncia a la Cofetel cuando se aprobó la llamada reforma a las telecomunicaciones para contender por una curul en el Congreso de Hidalgo, donde es coordinador de los legisladores del PRI.

Motta

Eduardo Pérez Motta, quien muy al principio trató de ver el modo de quedarse en el reconfigurado instituto, mantuvo la posición que lo caracterizó sus casi diez años como presidente de la Comisión Federal de Competencia: declarar cualquier cosa que lo hiciera parecer mucho más listo de lo que es.

Cuando se aprobaron los cambios a las leyes que tienen que ver con la CFC, este hombre opinó que habían recogido todas y cada una de las observaciones que él hizo (hasta eso le escatimó al pleno del organismo que presidirá unos días más) desde mediados de la década pasada.

Vamos, algo así como el ridículo comunicado de Martí Batres en el que afirmaba que el temor a las marchas que organizaría Morena el domingo pasado hizo que el gobierno sacara de la iniciativa hacendaria el cobro de IVA en alimentos y medicinas.

Sin entrar, por el momento, al análisis de lo equivocado que es mantener este subsidio generalizado, suena verdaderamente ridículo pensar que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, habría cambiado la iniciativa en el último momento.

Nada más habría que señalar que a pesar de las barbaridades de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y sus filiales esta administración logró la reforma educativa y sus leyes secundarias han sido promulgadas.

Poco después Pérez Motta cambió de opinión en su afán de mantenerse como el fiel de la balanza de la competencia en México y opinó que era un error quitar la parte de telecomunicaciones de la CFC, puesto que la debilitaba y dañaba la experiencia institucional.

Una vez que fueron aprobados la mayoría de los comisionados, nuevamente no pudo contener sus excesos verbales y dijo que los nombres de los aprobados reconocían la labor que había hecho la CFC o él fue cuidadoso en no precisarlo para generar como siempre la impresión de que todo se lo deben a él.  Avaló a los que no se habían forjado en lo que él cree era su Comisión y a los que sí los dio por obvios bajo el principio de que, casi, los había preparado él.

Si este principio fuera cierto habría que hacer una pregunta: ¿Por qué los legisladores rechazaron a Luis Alberto Ibarra, que era el único comisionado de las dos comisiones que quedó en la lista final del Presidente de la República?

Tal vez en la exótica mente de Pérez Motta el rechazado no era tan bueno porque solía cuestionar algunas de sus decisiones.

Sexenales

Durante toda la historia de la Cofetel los comisionados fueron sexenales.

Por una u otra razón cada nuevo gobierno hacía un borrón y cuenta nueva al grado de que nueve de los 14 comisionados en los dos organismos fueron puestos por Acción Nacional, así que algunos se preguntan si realmente los recién nombrados y el que falta superarán la barrera sexenal.

Explicación

Los legisladores del PAN hicieron una gran jugada política al aprobar a prácticamente todos los comisionados que envió el Presidente de la República y, en particular, los del IFT.

Le cerraron la puerta a los que hacían cuentas políticas.

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