David Páramo

Análisis superior

David Páramo

17 Sep, 2013

Motores internos

La administración de Enrique Peña Nieto ha decidido tomar una serie de acciones que tienen como objetivo revertir la desaceleración de la economía que, en algunos sectores, ya tiene proporciones de recesión.

Una muy buena parte de la estrategia está fundamentada en un fuerte gasto público en dos vertientes: garantizar que efectivamente se gastarán todos los recursos del presupuesto y pedir a los gobernadores que estimulen el gasto público.

A pesar de las opiniones que pudieran hacerse, lo cierto es que la economía no reacciona con tal rapidez a estos estímulos y podría causar presiones tanto de los precios que paga el sector público como corrupción, puesto que cualquier intento de acelerar las compras termina generando incentivos equivocados.

El segundo punto es apostar sobre las reformas estructurales que, en sí mismas, no garantizan el crecimiento de la economía. Los políticos han cometido el error de hacer creer que todo es una reforma estructural de gran calado que cambiará la realidad del país y normalmente tienen resultados paupérrimos.

El ejemplo más cercano es el de la llamada “reforma” laboral que no ha generado un solo empleo y que, es evidente, ha fracasado como una política para estimular el empleo. Todos los datos disponibles señalan que la economía nacional no ha tenido ningún impacto positivo y que se quedó totalmente enana a las necesidades de la nación.

Apostar por reformas estructurales para impulsar el crecimiento de la economía es, a la luz de lo que pueden hacer los políticos, confiar demasiado en su capacidad e impacto inmediato.

La llamada reforma financiera no generará de ninguna manera una lluvia de créditos a tasas bajas. Eso ha venido sucediendo a lo largo de los años a través de una fuerte competencia que, durante este sexenio, ha generado entre otras cosas una colocación de crédito a tasas superiores al 10% y con una mayor penetración financiera.

Los impactos de una reforma laboral, perfecta, se verían en el mediano plazo, pues revertir lo que ha sido la industria petrolera del país resulta bastante complicado pensando en la inmediatez.

El impacto que tendrá la reforma hacendaria en los términos que fue enviada será disminuir la actividad económica y difícilmente se compensará con un mayor gasto gubernamental. Las medidas anunciadas tienen como acento cobrar más a los que le parecen ricos y, a partir de ahí, financiar programas de desarrollo social que no impulsan un mayor PIB.

Internos

El gobierno ha cometido el error de frenar algunos de los motores internos por visiones no sólo equivocadas, sino desinformadas de algunos de sus funcionarios.

En el equipo de transición de Enrique Peña Nieto se convencieron de que había que rehacer al sector hipotecario.

Entre los argumentos que encontraron era que el modelo seguido por el Infonavit no funcionaba y que se debía cambiar radicalmente. Aseguraron que el trabajo durante la administración de Víctor Manuel Borrás había generado una suerte de abulia en las grandes constructoras y que sólo se dedicaban a cobrar subsidios.

Curiosamente ese análisis tenía un error estructural grave. Por un lado, Jorge Carlos Ramírez Marín  aseguraba que sólo tres empresas (GEO, Urbi y Homex) tenían problemas y eso únicamente era 20% del sector. Luego la realidad y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, se encargaron de desmentir esa afirmación.

Pero se decidió que debía dejar de operar la institución tripartita como una financiera y transformarla como si fuera una herramienta de seguridad social o lo que sea.

En esta administración se cree que las instituciones de fomento sólo deben “procurar” (como dicen los cambios a las leyes financieras) tener salud financiera.

Si es grave cuando se considera que trata de recursos de los contribuyentes, mucho más cuando se trata de la administración de una prestación social.

Antes, el Infonavit era un organismo eficiente en cuanto a cumplir con el objetivo de dar vivienda a los trabajadores, de buena calidad, generando competencia en el sector y manteniendo la salud financiera.

Sin embargo, de pronto decidieron que ese modelo se había agotado y comenzaron a ir de ocurrencia en ocurrencia.

Despreciar la educación financiera, inventar productos como las rentas que no sólo tendrán un impacto mínimo, puesto que parecería que están hechos a la medida de una o dos empresas, cuestionar programas eficientes en los que, paradójicamente, se miente para mostrar un éxito que está lejos de existir.

Como le hemos informado en esta columna, dos terceras partes de los créditos que colocó el Infonavit durante los primeros seis meses de este año corresponden al programa Renueva tu Hogar, cuyo monto máximo ronda los 46 mil pesos.

Curiosamente se ha cuestionado este programa porque se presta a corrupción con la forma de suplantación de beneficiarios o proveedores, que por medio de una comisión dan el dinero para hacer mejoras en las propiedades que terminan siendo en efectivo.

La posibilidad de cumplir con la meta del Presidente de la República de financiar medio millón de viviendas a través del Infonavit es una promesa incumplida. No únicamente por la situación nacional o internacional, sino por errores de la administración del Infonavit.

A finales de la década pasada el gobierno logró paliar la crisis financiera internacional a través de una buena operación del Infonavit, pues se mantuvo el empleo y la actividad económica derivada del sector.

Se requiere una mezcla muy grande entre soberbia y desconocimiento, para mantener la pésima operación del instituto creyendo en historias fantásticas que sólo pueden existir en mentes verdaderamente bisoñas.

El instituto debe regresar, a la mayor brevedad posible, a ser el organismo efectivo en la colocación de créditos para los trabajadores que durante años han pagado por una prestación que hoy se les escatima por desconocimiento.

No puede hablarse, con verdad, que se trata de un problema de las constructoras que si no están operando tan bien como debieran se debe a los gravísimos errores en el instituto, que se ha convertido en un obstáculo para la reactivación de la economía y el empleo en el sector de la construcción.

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube