David Páramo

Análisis superior

David Páramo

19 Sep, 2013

¿Quién ahoga a Acapulco?

Acapulco es uno de los ejemplos más acabados de la forma de ser predominante de los mexicanos.

Amantes de los mitos de la antigüedad. Si se habla de este puerto se dice, más con la convicción de una verdad aprendida que con la realidad, que son las playas más hermosas del mundo y que los extranjeros lo consideran como uno de los principales destinos turísticos ¿Neto?

No discutiré sobre temas subjetivos como la belleza de unas playas y otras; sin embargo, el número de turistas extranjeros que llega a Acapulco desciende continuamente contra otros destinos como pueden ser Cancún, la Riviera Maya o algunos otros en el occidente del país. Contra las cifras, poco puede discutirse.

Se habla de la belleza de estas playas del Acapulco tradicional, cuando en realidad colindan con calles cada vez más depauperadas, llenas de negocios de chucherías y piratería (en los tiempos del miedo a Dragon Mart). Una zona que está cada vez más y más lejos de la belleza que llegó a tener en los tiempos de María Félix o de Mauricio Garcés.

El exótico presidente municipal de Acapulco, hotelero de profesión, cree que el problema se arregla con una campaña de medios de comunicación, con un personaje que resulta poco creíble por su escaso contacto con la sociedad. Luis Walton, con una campaña muy parodiada en las redes sociales en la que aparece Luis Miguel, cree que se supera la necesidad de hacer un programa de reordenamiento urbano en el llamado Acapulco tradicional.

Se requiere un trabajo de reordenamiento urbano y social como los que se han hecho en Miami con South Beach (donde dejaron de creer que el esplendor de los cincuenta se mantendría solo) o el de Puerto Madero, en Argentina.

Bueno, también puede hacer campañitas que digan “habla bien de Aca” en las cuales piden que se nieguen hechos cotidianos.

Amabilidad

Se cree en mentiras. Quienes creen que Acapulco sigue siendo una maravilla hablan de la amabilidad de los acapulqueños ¿Neto?

Seguramente no se han topado con bandas de trabajadoras domésticas que fingen violaciones a la Ley Federal del Trabajo, para extorsionar a sus patrones de fin de semana por “ricos”.

O tampoco con aquellas que han usado los últimos días para fingir deslaves y desbordamientos de presas inexistentes para saquear casas y departamentos, algunas veces de sus vecinos y otras de sus patrones. Quizá esa gente amable es la que saqueó tiendas de Chedraui y Costco no por hambre, sino porque vio la oportunidad de robarse pantallas, artículos de lujo o que se metieron a carteristas de ocasión a gente que hacía filas afuera de tiendas o en las filas de los puentes aéreos establecidos por las líneas aéreas comerciales.

Quizá la amabilidad de los hoteleros acapulqueños consistió en tratar de convencer a sus clientes que dejaran los hoteles porque se les acababa la comida, tenían poca energía eléctrica o tenían la presión del gobierno federal de no cobrar por estas habitaciones.

También están los que vendían rejas de huevo en 100 pesos o botellas de agua en 50 pesos, porque en tanto las zonas de Punta Diamante y las marginadas como Luis Donaldo Colosio o Marquesa se encontraban aisladas.

Chilangos

Acapulco sobrevive de los que muchos califican despectivamente como chilangos.

Habitantes del Valle de México que lo ven como la playa más cercana (que no lo es en términos de kilómetros) y que superó la caída de los ingresos de turismo internacional gracias a los programas de venta de casas de fin de semana o veraneo impulsados por fondos del Infonavit, particularmente durante el sexenio pasado.

De hecho, uno de los problemas que aún no se alcanzan a medir es que la caída de GEO, Homex y Urbi ha dejado algunos de estos desarrollos sin continuidad, lo que frenaría nuevamente el flujo de turistas a esta entidad.

Gran parte del turismo chilango se desarrolla por una carretera que muestra otra carencia de los mexicanos, particularmente de los políticos. En uno de esos arranques que les dan a los presidentes de la República, Carlos Salinas decidió que su sexenio sería de carreteras. Que se harían muchas y muy rápido; el resultado fueron aberraciones como la Autopista del Sol.

El grado de error es monumental y el costo para los mexicanos equivale a la construcción de cinco o seis tramos carreteros similares. Los túneles que hoy se encuentran tapados y constituyen el principal reto para la SCT en su momento fueron la solución a continuos deslaves que se generaban en la zona del kilómetro 300.

Algún genio de la política, como los que abundan, decidió que la cartera tenía que cambiar su trazo para pasar por Chilpancingo y de ahí que primero decidieran cambiar el trazo con curvas extremadamente peligrosas, tratar de cortar el cerro y luego detener los deslaves con los túneles que colapsaron.

Héroes

Acapulco se muere no sólo ante la incapacidad de un hombre que luchó mucho para fracasar como presidente municipal sino también de otros que ante los continuos rebases que le da la realidad sólo sabe extender la mano hacia el gobierno.

Ante este caos el gobierno federal ha logrado constituir verdaderos héroes: marinos, soldados y las fuerzas federales que no sólo han mantenido el orden y el control, sino que han ayudado efectivamente a la población.

Por un lado rescatando a la gente en el puerto, tanto locales como visitantes, sino también evitando actos de rapiña.

Sé que en modo alguno es intención del gobierno usar esta tragedia o, para algunos complicación, como un escaparate o un evento promocional.

Sin embargo, entre quienes han sido rescatados y apoyados por las fuerzas federales se genera un sentimiento desconocido hacia las policías: admiración.

El trabajo desarrollado por el equipo de Manuel Mondragón no sólo parte de una línea de eficiencia y efectividad, sino de una amabilidad que en momentos complicados hace que los beneficiados de estas acciones tengan héroes entre las fuerzas federales.

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