José Yuste

Activo empresarial

José Yuste

20 Sep, 2013

Dragon Mart, manzana de la discordia

El secretario de Economía se metió a la cueva del lobo. Ahí, en la Reunión Anual de Industriales de la Concamin les respondió a los empresarios: Dragon Mart puede tener viabilidad. Fue un golpe sólido contra el empresariado de Concamin y Canacintra, que desde hace dos semanas han emprendido una campaña en contra del centro de exposiciones de productos chinos en Cancún.

Las razones de Ildelfonso

Para Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, las inversiones extranjeras no deben discriminarse, mucho menos si cumplen con todas las leyes mexicanas. En efecto, somos una economía abierta.

“Con el libro en la mano”, aseguró Ildefonso, los inversionistas de Dragon Mart presentaron un modelo de negocios donde no puedan vender piratería, no puedan violar las reglas de comercio exterior, no puedan utilizar contrabando, no puedan triangular y no puedan vender productos subsidiados a través de prácticas dumping.

Experiencias de competencia desleal

Si la inversión de Dragon Mart cumple con todo ello, en efecto, no habría razón para impedir su ejecución a las afueras de Cancún.

Pero, “la burra no era arisca: los palos la hicieron”, dice el refrán. Los empresarios mexicanos han sufrido más de dos décadas con productos chinos pirata, que no pagan impuestos, que triangulan para entrar a México mediante otro país, que son falsos, que no pagan propiedad intelectual ni impuestos.

Los casos sobran: desde bicicletas y textiles hasta zapatos, y ahora productos electrónicos.

Y lo peor: los productos chinos son sinónimo de mala calidad.

Sólo que ello puede empezar a cambiar.

Concamin y Canacintra duda de legalidad

Hoy China está dejando de ser una economía con tan bajo costo de mano de obra. Su moneda no podrá mantenerse tan barata para seguir promoviendo exportaciones. Sus socios tradicionales de América Latina, como fue Brasil, que le vendió por diez años materias primas, ya no son los únicos. China está cambiando.

Sin embargo, los industriales no creen en el cambio del gigante asiático. Los industriales vivieron en carne propia, o mejor dicho en cierre de fábricas, la competencia desleal de los chinos.

Por eso, cuando Francisco Funtanet, presidente de Concamin, y Rodrigo Alpízar, presidente de Canacintra, están de lleno en contra de Dragon Mart, tienen experiencias propias y de sus agremiados que los avalan.

El modelo Dragon Mart

Dragon Mart es un modelo de negocio importado. El más famoso se tiene en Dubai y los inversionistas de México presumen que en lugar de habérselo llevado Miami, o Sao Paulo, se lo llevó a nuestro país. Se trata de un centro permanente de exposición de productores chinos.

Según los inversionistas, en México se trata de evitar el intermediarismo y de crear una relación directa entre el productor chino y el consumidor mexicano bajo reglas legales, pagando impuestos, respetando propiedad intelectual y sin subsidios de su gobierno.

Por la historia reciente, desde luego es difícil de creer, pero también es cierto que se puede iniciar una nueva relación con China, economía con la cual tenemos un fuerte déficit comercial: les exportamos apenas cinco mil millones de dólares y nos venden más de 55 mil millones de dólares.

De la inversión de 180 mdd a la legalidad

El proyecto de Dragon Mart trae una inversión inicial de 180 millones de dólares. Aseguran que lograrán un millón de visitantes anuales, y la derrama económica del proyecto (entre comercio y servicios locales) será de 700 millones de dólares.

Las rutas para traer los productos de China serían dos: Vía Houston-Puerto Progreso, o vía Shanghai-Los Ángeles-Cancún.

Según los inversionistas, generarán ocho mil 550 empleos permanentes en México.

Los propietarios de Dragon Mart son Carlos Castillo, con 45%; la empresa Monterrey Cancun Mart, con otro 45%, y 10% es de Chinamex.

¿Será que Ildefonso Guajardo sabe algo que los demás no? El secretario de Economía considera que se debe dar una oportunidad a la inversión de Dragon Mart, ya que le mostraron que seguirán todas las reglas y leyes mexicanas, sin caer en competencia desleal ni piratería ni contrabando ni subsidios. Sin duda, como dice Guajardo, no se deben discriminar las inversiones, pero sí garantizar que actúen totalmente bajo las leyes… en el caso de los productos chinos van más de 20 años que entran al país de manera desordenada. Es momento que ello pueda cambiar.

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