Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

23 Sep, 2013

El mundo vive una revolución tecnológica en hidrocarburos, y México no ha respondido por diferencias internas

Se está experimentando en el mundo una impresionante revolución tecnológica en la producción de hidrocarburos, atribuible a nuevas y más baratas fuentes de extracción y procesamiento de petróleo y gas, de formaciones rocosas en esquistos bituminosos, también llamados “shale” y “gas de lutitas”, que en muy corto plazo nos podrán perjudicar, por nuestra incapacidad de adecuarnos a los cambios dominantes en los mercados internacionales.

Nuestro cliente principal en esa materia es Estados Unidos, que se perfila como el principal beneficiario de esa nueva realidad, sea por los abundantes esquistos bituminosos en su territorio y su capacidad de procesarlos, o por la extracción de petróleo de las profundidades del Golfo de México.

El hecho es que los principales países petroleros del continente: México, Venezuela, Argentina y Brasil, están por perder su principal mercado de exportación petrolera: Estados Unidos.

Nosotros tenemos hidrocarburos, pero provienen de fuentes tradicionales, caras,  que se agotan a gran velocidad. Nos quedan, por supuesto, grandes posibilidades con el petróleo abundante —pero profundo— del Golfo de México, así como también los esquistos bituminosos que incluso tenemos en abundancia en nuestro territorio, pero que no hemos podido aprovechar por falta de una tecnología propia que habrá que desarrollar, con los costos que implica.

El problema con nuestra lentitud de actuar en esos mercados nuevos, proviene de las percepciones políticas que todavía hoy empañan la interpretación de nuestra historia, y que nos tienen paralizados para actuar con agilidad, como se requiere.

Estamos sufriendo los costos de esas consecuencias. La economía nacional requiere gas barato y lo tenemos que importar muy caro. Por ejemplo: importamos gas natural de Estados Unidos, no obstante que tenemos abundantes reservas de ese energético en el subsuelo mexicano, pero con dificultades para aprovecharlo.

De hecho somos altamente dependientes del gas natural del exterior por la falta de fuentes mexicanas para atender nuestras necesidades. Hasta hace un año importábamos gas a 16 dólares por millón de BTUs de Estados Unidos y otros países. Pero ahora, desde hace unos cuantos meses, el gas natural norteamericano empezó a bajar de precio, ya que en su mayoría proviene  del gas de lutitas de reciente desarrollo. En 2012 importamos mil 700 millones de pies cúbicos por día de Estados Unidos.

El otro porcentaje de importación, 400 millones de pies cúbicos, es de gas natural licuado, que proviene de Nigeria, Catar y Perú, para cubrir nuestros faltantes de importación. Ese gas natural licuado que viene de otros países a nuestro poniente, entra a México por la planta de energía Costa Azul, en Baja California, que tiene una capacidad para recibir mil millones de pies cúbicos al día, y por Manzanillo también; y el de los países proveedores a nuestro oriente, entran por la planta de Altamira, Tamaulipas, con capacidad de 600 millones de pies cúbicos diarios.

Mientras tanto, el gas internacional a escala mundial ha permanecido a precios muy altos pero con tendencia a la baja, probablemente por los efectos de la competencia del gas norteamericano más barato. Este gas licuado se importa por los puertos mexicanos, como ya se mencionó, a niveles de 16 dólares por BTU. 

La preferencia del mercado, por precio y calidad, es ahora por el gas natural norteamericano. Había bajado a 3.80 dólares por millón de BTUs en marzo de 2012; luego subió a 4.17 y 4.04 dólares por millón en abril y mayo, bajando  luego a 3.43 dólares en agosto de ese año.

Sin embargo este gas barato también, no tenemos capacidad de importarlo por no tener la red de ductos que desde hace muchos años se debían haber construido.

Los usuarios primarios de este energético son las plantas generadoras de electricidad, principalmente la Comisión Federal de Electricidad, que utilizan 80 por ciento de todo el gas natural disponible en México.

Por otra parte, para los usuarios industriales, la siderurgia utiliza 25 por ciento, la química aproximadamente 12 por ciento; la industria del vidrio, diez por ciento; la de celulosa y papel, ocho por ciento, la minería dos por ciento y las otras ramas industriales 40 por ciento, en promedio.

Se han ido desarrollando fuentes propias de gas natural, en el noreste del país, pero todavía son de baja producción, para las necesidades del país. De manera que tenemos mucho que hacer para desarrollar esa capacidad y aprovechar nuestra potencial competitividad en ese mercado inmenso, que nos situará en gran posición de competencia.

Con un gas barato tendríamos energía barata para que las plantas de nuestros empresarios produzcan bienes y servicios más baratos que puedan competir en el mercado global.

(*) Presidente del Colegio Nacional de Economistas, Federación de Colegios de Economistas, A.C.

@acanovelez

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube