El misterio de la productividad y el capital humano

Un punto en que coinciden buena parte de las explicaciones sobre el decepcionante desempeño económico de México en las últimas tres décadas es el hecho de que la productividad en la economía mexicana se desplomó en los ochenta y su recuperación ha sido más que lenta a partir de ese momento.  

Hay diferentes explicaciones sobre este magro crecimiento de la productividad pero las dos de mayor presencia en la discusión pública son: aquella que consideran a la existencia de un gran sector informal como el principal responsable de la baja en la productividad (aquí y aquí por ejemplo y para una visión crítica ver aquí) y la que señala que el problema de la productividad es uno que viene de la falta de capital humano.

Según esta explicación, en la economía mexicana existe un déficit en la preparación de los trabajadores (y de la población en general) que evita que sean más eficientes en sus labores y que exista un mayor número de innovaciones en la economía. Como evidencia usualmente se señala que la educación en México es de baja calidad al compararse con el resto de los países de la OCDE.

En el Panel A de la gráfica 1 se puede observar la evolución de la productividad total de los factores y de la brecha tecnológica entre la economía mexicana y la economía estadounidense. En el panel B se muestra la evolución del índice de capital humano. La brecha tecnológica se construyó como la relación entre la productividad total de los factores de Estados Unidos y de México según el método del índice de Tornqvist señalado aquí. El índice de capital humano es a su vez un índice tomado de la Penn World Table que mide el nivel de años de escolaridad y los rendimientos que da la educación.

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Fuente: Penn World Table versión 8.

Como se puede observar, el resultado obtenido es bastante contraintuitivo. Por un lado, hay un crecimiento sostenido del capital humano de 1970 en adelante. Esto llevaría a pensar que la productividad debería de haber aumentado o al menos no haber caído exageradamente. Igualmente podría pensarse que la brecha tecnológica con Estados Unidos se pudo haber reducido en ese periodo. Los datos muestran lo contrario: la productividad no ha recuperado los niveles pre 1981 y la brecha tecnológica se amplió sustancialmente tras la crisis de la deuda. Esto implicaría que el crecimiento en el capital humano no ha logrado elevar la productividad, es decir, que el problema del poco crecimiento de la productividad no está aparejado con uno de poco crecimiento del capital humano.

Ahora, podría decirse que en realidad el capital humano ha crecido menos de lo deseable para el caso mexicano. De ser así, lo que se observaría es una baja participación de los individuos de mayor nivel de educación dentro del desempleo y en el subempleo. Sin embargo, esto no es así. De acuerdo a los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, alrededor de una tercera parte de los desempleados en el país cursó la educación media superior o superior (representando una mayor proporción que aquellas personas que no terminaron la primaria y aquellas que sólo tienen la primaria terminada). En el caso del subempleo, la población con educación media superior o superior representa una cuarta parte del total de subempleados, mismo porcentaje que representan los individuos con primaria incompleta. Esto indica que los individuos con mayor preparación (o con mayor capital humano en la visión tradicional) no tienen una ventaja considerable al momento de encontrar empleo frente a quienes tienen una menor preparación, por lo que no se trata de un problema de oferta sino uno de demanda (este punto ha sido explorado a detalle por la literatura sobre la desigualdad en México en épocas recientes, un ejemplo aquí)

¿Pero, no es la educación en México terriblemente mala? Comparada con los punteros en el ramo sí, comparada con la que se da en países de similar nivel de desarrollo, no tanto. En los resultados de la prueba PISA de 2009 México apareció 3 lugares debajo de Chile (24 puntos), 1 lugar por debajo de Uruguay (1 punto), 4 lugares por encima de Colombia (12 puntos), 5 por encima de Brasil (13 puntos) y 10 lugares por encima de Argentina (27 puntos).  Es decir, en términos de calidad educativa no estamos tan lejos de los países “exitosos” de la región.

Antes de concluir vale la pena considerar que este tipo de métricas lo que hacen es considerar implícitamente que un obrero que haya cursado la universidad es más productivo que un obrero que sólo cursó la primaria. Y esto no es necesariamente cierto, pues el factor experiencia muchas veces pesa más que el factor del nivel de educación. Es decir, hay un componente del capital humano cuya acumulación es endógena al proceso de producción, de tal forma que mientras más se produce, mayor es el aprendizaje y mayor la productividad de los trabajadores.

Así,  si bien no hay evidencia de que el capital humano adquirido en aulas esté limitando al crecimiento de la economía mexicana en este momento (lo que no quiere decir que no lo vaya a hacer en un futuro, y por tanto sea deseable invertir fuertemente en el rubro),  lo que sí puede estar ocurriendo es que el bajo nivel de crecimiento esté impactando negativamente en el proceso de aprendizaje dentro del proceso productivo y mediante ese canal, impacte negativamente sobre la productividad (como se señala aquí).

#kdr