Tributo a Emilio Caballero

Ciudad de México.-En días pasados el gremio de economistas de la UNAM sufrió una insustituible pérdida pues el Dr. Emilio Caballero Urdiales, profesor durante más de 35 años en la Facultad de Economía, falleció.

Distintas generaciones pueden confirmar que sus primeras nociones de macroeconomía las aprendieron de él. Y las aprendieron bien. Su método, sencillo: dos exámenes por semestre. Exámenes adecuados con los temas que se vieron durante las clases conforme al plan de estudios presentado desde el primer día. Tomar clases con él era un deleite. Su ritual: llegar puntualmente, sacar un pequeño apunte y dirigirse a sus alumnos platicándoles sobre el clima y a veces haciendo una pequeña broma. Siguiente paso, iniciar el tema que correspondía a ese día. Señalaba puntualmente qué temas eran los que vendrían en el examen y solicitaba a sus alumnos repasarlos.

Todos los temas los tocaba de la siguiente forma: primero describía a la economía por medio de los distintos datos que arrojaban los instrumentos de medición: cuentas nacionales, encuestas, censos entre otros. Después, observaba el menú de las distintas escuelas teóricas  –marxista, neoclásica, keynesiana, principalmente- y las relaciones causales que proponían; corría modelos y finalmente descubría cuál era la que tenía mayor poder explicativo sobre la economía mexicana. Todo eso resumido en una clase de una hora y media. Este método alentó y despertó vocaciones durante generaciones.

Su tema favorito: la política fiscal. Caballero estaba convencido que tanto el gasto público como la forma en que el sistema tributario esté diseñado pueden  palear la desigualdad, que a su juicio era el principal problema de la economía mexicana. La reforma fiscal progresiva que plasmó en distintos foros y textos pretendía romper el ciclo vicioso de desigualdad-bajo crecimiento económico-desigualdad que la economía mexicana enfrenta desde hace varias décadas

De aspecto severo pero jovial; tenía en sus ojos la pesada loza de saber que sus opiniones sobre la economía estaban fundamentadas en datos y en teorías científicas, jamás en ideologías. Detestaba la memorización, aplaudía el razonamiento.

Si como maestro era bueno, como amigo era genial. Prueba de ello es el aprecio que toda la comunidad tenia hacia él. Los alumnos lo atendían inmediatamente, los administrativos lo saludaban cortésmente y sus colegas lo escuchaban atentamente. Aunque reservado con los temas familiares, era notorio que amaba a su esposa, hermanos, hijos, sobrinos. A todos. Era un hombre ocupado, preocupado y brillante. Dr. Emilio Caballero Urdiales. Le quede a deber una comida, una tesis.

*DR