David Páramo

Análisis superior

David Páramo

8 Oct, 2013

Interpretaciones de la SCT

Hace unos días el subsecretario de la SCT, Ignacio Peralta, logró generar una gran alarma en el sector de la aviación al hacer una declaración, un tanto de pasada, en la cual parecía que estaba anunciando que el gobierno mexicano iría hacia una “política de cielos abiertos”.

Evidentemente el funcionario sólo puede hacerse responsable de lo que dice y no de lo que puedan comprender los que lo escuchan o la opinión que se pueda generar a través de una cadena que suele convertirse en teléfono descompuesto.

Hay una distancia grande entre lo que realmente dijo y la manera casi histérica en la que algunos concluyeron que la SCT estaría preparando un plan para abrir los cielos a las empresas extranjeras.

Sin embargo, el miedo no es casual. Durante el sexenio de Felipe Calderón hubo quienes, asustados por el cese de operaciones de Mexicana de Aviación, consideraron que el país perdería conectividad y por lo tanto hasta pensaron en tomar una medida que implica que las empresas extranjeras puedan realizar operaciones de cabotaje, es decir, subir y bajar pasajeros en territorio nacional.

La ex secretaria de Turismo, Gloria Guevara, sí declaró abiertamente que México debería tomar una política de cielos abiertos. Pero ya ve, ponen a cualquier ocurrente en esa secretaría de Estado. La actual, Claudia Ruiz Massieu, cree que los problemas del turismo y, en particular de Acapulco, se arreglan gastando dinero en anuncios que quién sabe, quién ve. Por ejemplo, como patrocinar el trasero del Canelo Álvarez en su más reciente derrota boxística.

Hasta el momento ni la SCT ni el propio Peralta han hecho ninguna precisión sobre lo que algunos creen que dijo o si realmente anunció que el gobierno pretendía dar una vuelta radical en la política de aviación.

Sin embargo, sí sería importante que hubiera precisiones por parte del titular de la dependencia, Gerardo Ruiz Esparza.

Los planes de negocios de Interjet, Volaris, VivaAerobus y Aeroméxico (que acaba de anunciar el inicio de sus operaciones hacia Ecuador) parten de la base de que no se dará un cambio que destruiría al sector en México, tan sólo por la diferencia en el tamaño de las flotas. Países que han seguido este camino, como Costa Rica y Argentina, vieron cómo eran eliminadas las líneas aéreas de su país.

Es importante recordar que todas estas empresas, que tomaron casi automáticamente el mercado que dejó vacante Mexicana de Aviación hace más de tres años, se encuentran en plenos procesos de expansión y de crecimiento con base en muy fuertes inversiones, por lo que un viraje en la política aeronáutica del país les resultaría ruinoso.

Si el gobierno está pensando en una política de cielos abiertos, que entregue la posibilidad de que extranjeros compitan en México por el mercado doméstico, ¿qué se está buscando?

Pedir reciprocidad es francamente ingenuo puesto que la diferencia de tamaño con Estados Unidos en cuanto a flotas aéreas hace imposible cualquier convenio de este tipo. Si se cree que abriendo los cielos los precios disminuirán y habrá una mayor conectividad, sólo puede decirse que se trata de pensamientos muy ingenuos puesto que a los extranjeros sólo les interesarían algunos mercados y no todos. Peor aún, únicamente se perderían fuentes de trabajo.

Dobleces

Los miembros del PRD deberían explicar su doble discurso. En la llamada reforma a las telecomunicaciones estuvieron de acuerdo con cambiar la Constitución al grado de poner un tema que bien hubiera quedado en las leyes secundarias como es el apagón analógico y ahora aseguran que, de ninguna manera, estarán de acuerdo con cambios a la Constitución en el caso de la reforma energética.

Según ellos no se tiene que cambiar la llamada Carta Magna para modernizar a Pemex, puesto que si se hace se “privatizaría” a esa paraestatal. No explican, de ninguna manera, cómo se “privatizaría” Pemex si se cambia la Constitución cuando, en realidad, se está tratando de regresar a los decretos expropiatorios de Lázaro Cárdenas.

Si esto fuera cierto ¿Tata Lázaro quería privatizar Pemex cuando expropió este sector energético? Esa sí sería una de las verdaderas paradojas de la historia y digna de estar en las imposibilidades que buscaba Alicia en el país de las maravillas.

Cuestión aparte es determinar si, como propone el PRI, México debe regresar a 1938 cuando estamos cerca de comenzar 2014.

Capricho

Con menos argumentos de los que exigiría una oposición seria, los de Acción Nacional han iniciado una campaña que parecería que sólo busca victorias pírricas ante una situación ya dada ante la iniciativa hacendaria del gobierno de Enrique Peña Nieto.

Han concentrado su oposición al IVA en colegiaturas, la homologación de este impuesto en zonas fronterizas, así como a los cobros en materia hipotecaria.

Antes que se cuelguen medallas el impuesto a las colegiaturas falleció con la oposición de los propios priistas. El IVA en fronteras no impacta en ningún sentido el grueso de la iniciativa que defiende Luis Videgaray, y en materia hipotecaria ya hay indicios de que habrá cambios no en el impuesto sino en la forma y la progresión con la que se aplicaría.

En las negociaciones que ha sostenido la Secretaría de Hacienda con los líderes de iniciativa privada a través del CCE jamás se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de cambiar el sentido o énfasis de la iniciativa fiscal.

En todo momento el equipo del gobierno ha estado dispuesto a analizar temas operativos, de la forma progresiva en la que se aplican las medidas y, quizá lo más importante, cómo limar los efectos más importantes en cuanto al crecimiento económico.

En el fondo el PAN sabe que el sentido de la política fiscal ya cambió luego de tres sexenios en los que se vuelve a una economía mucho más controlada por el gasto público y no por la suma de la iniciativa privada como lo hicieron Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón.

Ahora sólo tratarán de hacer como que hicieron algo cuando en realidad son un partido tirado al capricho y chantaje como el que están intentando con muy poco éxito en el caso de la reforma energética donde trataron de condicionarla a cambio de cambios en las leyes electorales que les han sido entregados. Esta misma semana podría estar la reforma político-electoral; habrá que ver ahora que inventan los panistas.

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