Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

12 Oct, 2013

El caso de Brasil

La formación de expectativas en la economía es muy importante. Los diferentes agentes económicos, ya sea del sector privado, participantes de los mercados, etc., se forman una idea de lo que puede suceder con el comportamiento de diferentes variables y con base en eso toman decisiones. Ex post comparan el desempeño contra la formación de expectativas y si no se cumplieron viene el desencanto.

Con estos cambios de percepción hay que ser muy cautelosos. Esta reflexión  es muy relevante en nuestro contexto económico. A principios de año era la expectativa de un crecimiento importante producto del dinamismo económico que teníamos por distintas variables como un sector manufacturero dinámico.

Si se consideraban las reformas estructurales la visión era aún más favorable debido a puntos de crecimiento adicionales sobre una tasa de buen nivel. De hecho se acuñó un nuevo término: “MeMo” (Mexican Moment) para referirse a nuestro potencial de crecimiento en el mediano plazo.

Sin embargo, una serie de choques adversos han puesto la perspectiva de crecimiento de México para 2013 por debajo de dos por ciento. De hecho, el Fondo Monetario Internacional esta semana dijo que más bien el crecimiento estará más cercano a 1% que a dos por ciento.

A menos que se dé un cambio relevante en el manejo de la economía y se vuelva a generar un entorno favorable como el de hace 10 meses, podemos caer en un proceso de que México no cumple con las expectativas creadas y que esto afecte a la inversión, entre otras variables.

Para poner en contexto lo que implica un proceso como el anterior me voy a permitir comentar algunas reflexiones sobre el caso de Brasil, que publicó The Economist esta semana.

Empieza uno de los artículos relatando cómo hace cuatro años la portada de la revista era una imagen de la estatua que es el símbolo de Río de Janeiro: El Cristo del cerro del Corcovado. La imagen mostraba al Cristo como un cohete despegando y la portada decía “Brasil despega”.

La portada del número de esta semana es la misma estatua, pero con una trayectoria que parece que se va a estrellar y la portada se pregunta ¿Se ha equivocado Brasil?

Este cambio de percepción de Brasil tiene un fundamento sólido en el análisis de diferentes variables. Un grupo de ellas era conocido, pero se percibía que podían cambiar o que no afectarían el crecimiento y la otra son variables que han cambiado drásticamente.

La primer variable del segundo grupo es la tasa de crecimiento económico. De tener tasas de crecimiento muy favorable la última década, en particular entre 2008 y 2010 con un 7.5% anual, el crecimiento en 2012 fue de 0.9%.

Una segunda variable es la de los precios en la economía. El costo de la vida en Brasil es muy elevado y afecta a la población mermándole poder adquisitivo. De hecho, en algunos índices para medir lo caro de las ciudades en que comparan los costos de hoteles de lujo, Sao Paulo aparece como la segunda ciudad más cara del mundo.

La razón principal es la apreciación de la moneda brasileña con el dólar americano.

Por otra parte, hay una serie de variables que llevan muchos años sin cambio y simplemente como había crecimiento se les daba menor importancia.

Un ejemplo es el elevado monto de impuestos. En Brasil se recauda aproximadamente 36% del PIB. Esto genera costos y limita el crecimiento en el largo plazo.

A pesar de tener una alta recaudación, la inversión en infraestructura del país se ubica en 16% del PIB que cuando se compara con 71% de otras economías grandes refleja un rezago.

Por lo que, a donde se van tantos recursos fiscales es a gasto redistributivo como en pensiones muy generosas y programas sociales.

Por otra parte, el crecimiento de la productividad en Brasil es negativo, es decir, no se ve en el aparato productivo una fuente de crecimiento por aumento en productividad, lo que pone en contexto el crecimiento reciente de Brasil basado en materias primas.

En este escenario, el peso de este último grupo de variables se magnifica cambiando la perspectiva.

La lección para México es que si no encontramos el camino del crecimiento los mercados van a resaltar más nuestras vulnerabilidades. El problema es que con acciones recientes como la reforma Fiscal apuntamos a parecernos más a Brasil en lo malo.

*Director General del FUNDEF

guillermozamarripa@itam.mx

 

 

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