David Páramo

Análisis superior

David Páramo

21 Oct, 2013

Reforma energética

Han quedado atrás las discusiones sobre la iniciativa fiscal. Es difícil suponer que los miembros del Senado de la República podrán realizar cambios que vayan mucho más allá de lo simplemente cosmético, así que ahora se debe concentrar la atención en la iniciativa de reforma energética.

De entrada, se debe exigir que sí sea una reforma y no sólo un conjunto de cambios fiscales que no reforman absolutamente nada. La experiencia demuestra que en los tiempos recientes lo que se ha querido vender como “reforma” sólo han sido tremendos petardos que sólo pueden ser llamados como reformas en la petulancia de gobernantes que también prostituyen al lenguaje.

Ahí está la llamada reforma laboral, que no ha contribuido absolutamente en crear empleo y el mismo viernes el INEGI, encabezado por Eduardo Sojo, confirmó que aumentó el desempleo abierto y las cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social alertan sobre una caída en el personal ocupado, especialmente en sectores como el de la construcción.

A pesar de que fue aprobada durante el gobierno de Felipe Calderón, el actual secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, había estimado que se crearían 300 mil plazas nuevas. Es imposible cumplir con esta estimación.

Lo peor es que quienes han intentado dar explicaciones a la situación aseguran que esta reforma no ha dado los resultados correctos porque le falta difusión (una explicación por demás ridícula) y otros con mucho mayor sabiduría, simple y sencillamente aseguran que se quedó corta, que no genera ningún tipo de incentivo al empleo.

Los cambios fiscales cambian el énfasis del manejo de la política económica y deben ser vistos como el principio de un camino tal y como lo señaló el gobernador de Banco de México, Agustín Carstens; sin embargo, deben ser vistos de una manera muy positiva.

Quien los logró definir de la mejor manera fue el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, quien abierta y claramente dijo que no debe sorprender a nadie el que se cobren impuestos, que tampoco debe sorprender el énfasis que se le han dado a estas medidas y, quizá lo más importante, estableció que el PRD está votando en conciencia, puesto que, como hemos señalado en este espacio, muchas de las propuestas de esta iniciativa fiscal tienen su origen en el pensamiento de la izquierda.

Paciencia

Los defensores de las “reformas” suelen decir que se les tiene que tener paciencia para que den sus frutos. Suena total y absolutamente lógico este argumento; sin embargo, considerando que un maratón comienza con la primera zancada, habría que preguntarnos cómo se dio.

En la llamada reforma a las telecomunicaciones no ha hecho ninguna aportación positiva y, a juzgar por el arranque del Instituto Federal de las Telecomunicaciones, se trata de una institución débil, sin carácter ni capacidad para luchar en contra de las prácticas monopólicas.

No han tomado una sola medida en contra de las prácticas monopólicas y, por el contrario, han mostrado una gran docilidad. El monopolio de ayer tiene un poder mucho mayor, puesto que bajo figuras de concesión única podrá pasar por encima del título con el que fue privatizado, sin revelar, ni siquiera, las relaciones que tiene con otros operadores que sólo son prestanombres.

De hecho, quizá la única de las llamadas reformas estructurales que avanza por el camino correcto es la educativa, aun cuando su principal impulso viene de medidas fiscales, como la aprobada por el Congreso de la Unión de regresar el presupuesto educativo a la federación y no a los estados, puesto que se demostró que los gobernadores terminaron siendo una suerte de rehenes o cómplices de diversos líderes sindicales.

Energía

Una reforma energética que regrese a México a 1938 debería ser inaceptable, puesto que no es lo mismo México de principios del siglo pasado que el de la actualidad. Los habitantes de aquel entonces en el país son menos de los que viven en la zona conurbada del Valle de México.

Sin embargo, la gran cantidad de traumas y mitos que se han ido tejiendo a lo largo de los años hacen que haya individuos quienes crean que regresar a los postulados de la expropiación petrolera en la década de los 30 del siglo pasado es un atentado en contra de los mexicanos, puesto que busca privatizar. Ridículo suponer que al tiempo que se expropió se pusieron las bases para la privatización.

México tiene que sacudirse lastres como Andrés Manuel López Obrador, quien siempre ha usado al sector petrolero como un modo de atraer reflectores para sí y algunos otros quienes ya eran obsoletos a finales de la década de los 80 del siglo pasado como Manuel Bartlett.

Se tienen que cerrar oídos a los que distribuyen dogmas como si se tratara de verdades inmutables. Muchos de los dichos han sido repetidos desde la década de los 70 sin considerar el cambio que ha vivido no sólo el país, sino el mundo. Tristemente, qué puede esperarse de aquellos quienes siguen esperando volver al pasado de hace ya prácticamente un siglo.

Modernización

La iniciativa energética debe ser vista con una visión modernizadora, partiendo de las necesidades reales de México y no de los caprichos de un México desaparecido.

Evidentemente se tiene que cambiar la Constitución en tres artículos para permitir fórmulas que son usadas incluso en economías de izquierda o incluso en estados populistas.

La iniciativa del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, es correcta pero puede y debe ser mejorada. No se trata de caer en una serie de alabanzas y promesas de empleo, crecimiento y demás, que tanto gustan a los panegiristas, sino en establecer que se trata de políticas que han funcionado en todo el mundo.

Tristemente el principal obstáculo no está en el PRD o la secta de López Obrador, sino en la miserable posición asumida por Acción Nacional, un partido sin GPS o mapa de destino, perdido en las miserias que los alejaron de muchos de sus votantes tradicionales, así como de amplios sectores de la sociedad.

Si bien el PAN ha disminuido la intensidad de sus caprichos porque nuevamente están perdidos en la coyuntura de seguirse quejando de la iniciativa hacendaria, también es un hecho que desean una reforma electoral para demostrarle al gobierno un poder ridículo.

Es momento de que más allá de sus caprichos de corto plazo los panistas estén a la altura de México y desde hoy se sumen sin regateos, pero con inteligencia y debate, a una reforma energética que, ahora sí, debe ser de gran calado.

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