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CIUDAD DE MÉXICO.- Durante sus 375 años, Harvard sólo ha eliminado por completo un programa académico: su departamento de geografía, en la década de 1940. Muchas universidades siguieron su ejemplo.
El momento no pudo haber sido peor. Poco después de la eliminación de geografía en Harvard, la disciplina sufrió una revolución cuantitativa y computacional que eventualmente produjo innovaciones como Google Maps y sistemas de posicionamiento global, por nombrar sólo dos.
Setenta años después, estamos pagando por una prolongada falta de pensamiento espacial en las universidades estadounidenses. Hay muy pocas clases que posibilitan que los alumnos mejoren sus capacidades de razonamiento espacial, y los mapas y las visualizaciones, por supuesto, son los artefactos más importantes de estas mejoras. El problema es simple: no muchas personas saben cómo hacer mapas o cómo manejar conjuntos de datos espaciales.
Mientras tanto, el pensamiento espacial, la visualización, la cartografía contemporánea y las demás competencias de la educación geográfica nunca han sido más relevantes o necesarios. La visualización de datos es una disciplina emergente importante, y el pensamiento espacial (la geografía) es una habilidad fundamental para una buena visualización de datos.
Al hablar de visualización de datos muchos parten con el supuesto de que es algo nuevo, recién formado en esta era de datos grandes. Pero la visualización no es nueva; durante siglos, la gente ha medido y mapeado fenómenos terrenales. Lo nuevo es la reciente integración del pensamiento espacial y la computación.
El auge actual de lo que preferimos llamar visualización computacional es una extensión obvia y lógica de prácticas humanas tan viejas como las líneas en la arena. Pero esta idea de que la visualización es nueva obstaculiza enseñar y aprender del acto de visualización.
En ausencia de un contexto adecuado, las discusiones sobre “dataviz” y formación en “ciencias de datos” descuidan las lecciones importantes y enormes contribuciones del pasado que pueden informar todo tipo de cosas, desde principios de diseño hasta enseñanza y aprendizaje.
Volverse a comprometer con una formación curricular en geografía en nuestras preparatorias y universidades será crucial para desarrollar eficazmente una generación de grandes visualizadores de datos que puedan abordar nuestros retos. La analítica espacial cuantitativa ofrece conocimientos vitales sobre los dominios más importantes del mundo, incluyendo salud pública, ambiente, economía global y guerra.
Sin geografía (o cualquier enseñanza que enfatice el pensamiento espacial), el foco seguirá estando en los datos, y ese es un error.
Kirk Goldsberry es catedrático invitado en el Centro de Análisis Geográfico de Harvard y profesor asistente de Geografía en la Universidad del Estado de Michigan.
*livm
