Créditos pequeños para el desarrollo de un país: Paradigmas

El acceso al crédito es vital para el desarrollo de una economía, este texto explica la situación en México y las oportunidades que tiene el sector
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El crédito permite suavizar el consumo ante choques negativos en el ingreso. Foto: Photos.com
El crédito permite suavizar el consumo ante choques negativos en el ingreso. Foto: Photos.com

CIUDAD DE MÉXICO.- El acceso al crédito es vital para el desarrollo de una economía. Por un lado, permite suavizar el consumo ante choques negativos en el ingreso. Me explico, si un campesino pierde toda su cosecha por malas condiciones climáticas su ingreso disminuirá. De tener acceso al crédito podrá endeudarse (traer recursos del futuro al presente) y suavizar la caída en su ingreso presente pagando la deuda en el tiempo; de estar excluido del sistema bancario tendrá que deshacerse (vender o empeñar) de activos productivos o de valor personal, o simplemente, asumir la disminución en su ingreso con sus respectivas consecuencias sobre el nivel de consumo.

Por otro lado, el crédito permite que las empresas inviertan en capital físico para recuperar la depreciación de éste o para adoptar tecnologías más eficientes. De esta manera, la obtención de financiamiento permite que las empresas puedan crecer.

De lo anterior se desprende la relevancia que tiene el crédito para el funcionamiento de las economías, pues fomenta la inversión y promueve una mayor movilidad social, pues gracias al acceso al crédito se pueden aprovechar oportunidades de negocios tal que la gente pueda ascender en la escala socioeconómica. Sin embargo, en la realidad, los hogares mexicanos con menores ingresos son los menos participan en el sistema financiero. La gráfica posterior exhibe la participación en el sistema financiero formal por hogares en México en el año 2007, cuya fuente se puede encontrar aquí.

Además, los Estados con menor PIBE (PIB de la Entidad Federativa) y menor PIBE per cápita son los que presentan la menor cantidad de sucursales. Tal como lo muestran las gráficas subsiguientes, de las cuales remito la fuente de la gráfica anterior en las páginas 88 y 89.

Para continuar con la evidencia sobre la exclusión financiera, en el año 2009 en nuestro país, el 64 % de los municipios no tenían sucursales bancarias y el 63 % no tenían cajeros. Esta situación se magnifica en las zonas rurales (población menor o igual a 5,000 habitantes), ya que estos indicadores ascienden a 96 % y 95 %, respectivamente.

Rl escaso acceso de las poblaciones rurales más pobres al sistema financiero tradicional provoca que, ante la necesidad de crédito, se tenga que recurrir a agiotistas o prestamistas, que dada su situación de monopolistas en su mercado cobran altísimas tasas de interés.

La escasa oferta de crédito en el mercado provocaba que las tasas de interés (el precio de los préstamos) fueran altas y que la cantidad de empréstitos en equilibrio fuera pequeña. Como solución, se introdujeron servicios de banca de desarrollo, financiada por el gobierno, que ofrecían créditos a tasas de interés menores a las cobradas por la banca comercial. El objetivo de esta política era que la población más pobre estuviera cubierta por los servicios financieros. Lo que en realidad pasó fue que la banca comercial tenía pocos incentivos para mantenerse en el mercado, pues asumiendo que los créditos eran homogéneos, si no modificaba su tasa de interés ningún agente contrataría sus servicios. A su vez, si bajaba su tasa de interés hasta el nivel de la de la banca de desarrollo incurriría en pérdidas, de tal manera que en algún momento tendría que cerrar, produciéndose un efecto de desalojo (crowding-out).

Por el lado de la banca de desarrollo, ésta carecía de incentivos para ser eficiente y promover altas de tasas de repago. Consecuentemente, algunos individuos dejaban de pagar. De esta forma, se volvió imposible que la banca de desarrollo fuera autosustentable. Aunque la problemática es un poco más compleja, un ejemplo de este tipo de intervenciones es la creación del Banrural, pues la incapacidad de funcionar como entidad financieramente sana la llevó al fracaso.

No quiero decir que toda intervención por parte del gobierno en el mercado crediticio, en lo particular del microcrédito, es mala. Por el contrario, como en este mercado existen ciertas fallas (selección adversa, riesgo moral, dificultad para hacer cumplir los contratos), la intervención gubernamental puede ser beneficiosa, el punto es encontrar los mecanismos que provean los incentivos correctos a individuos y a la banca.

Ahora bien, describiré algunas líneas de política a través de las cuales se podría lograr un mejor funcionamiento del mercado de las microfinanzas.

En primer lugar, se debe promover una mayor educación financiera entre las personas más pobres de las zonas rurales, ya que existe mucha desconfianza, temor y desconocimiento sobre los servicios que ofrece la banca formal. Las empresas tienen pocos incentivos a entrar en mercados en los que la población no cuente con la información financiera suficiente, pues primeramente se tendría que incurrir en el costo de proporcionar educación para que la gente pueda contratar sus servicios. Sin embargo, una vez que la primera empresa entró y que la población está informada, entrarán muchas más empresas, dado que ya no tienen que incurrir en este costo; de esta manera, se crea un problema de free-rider. Así, la intervención del gobierno educando a la población de las zonas rurales sobre los servicios financieros podría corregir este problema y evitar un costo de entrada para la banca.

En línea con lo anterior, se debería impulsar la creación de un marco regulatorio más simple, que incluya a todos los participantes del sector de las microfinanzas, ya que generalizar y uniformar criterios permitiría disminuir los costos que implica la regulación por parte de las empresas.

Finalmente, quiero concluir este ensayo con una cita de Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz en 2006; su contribución al mundo fue incentivar el desarrollo social y económico desde abajo a través de Banco Grameen, banco pionero en el servicio de las microfinanzas.  “Para mí, los pobres son como los bonsái. Cuando sembramos la semilla del más alto de los árboles en una pequeña maceta, obtenemos una réplica del árbol más alto pero de apenas unos pocos centímetros de altura. La semilla en sí no tenía ningún problema, es el tiesto el que resultó inadecuado. La gente pobre es gente bonsái. Sus semillas no son el problema. Simplemente la sociedad jamás les dio una base dónde crecer. Todo lo que necesita la gente pobre para salir de la pobreza es que seamos capaces de crearles un ambiente habilitante. Una vez que los pobres puedan desencadenar su energía y creatividad, la pobreza desaparecerá muy rápido”.

*gl

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