Una luz de esperanza

Mientras funcionarios públicos como Alejandra Palacios o Gabriel Contreras reparten su tiempo entre pensar en imposibilidades y justificaciones sobre la baja capacidad que tienen para cumplir sus obligaciones constitucionales, el presidente de la Condusef y el procurador Federal del Consumidor se distinguen por la forma en que enfrentan su responsabilidad.

Seguramente usted ha escuchado los lastimeros lamentos del presidente del IFT sobre los pocos recursos y la elevada carga de trabajo, como si se tratara de una sorpresa para él y quienes están en esa comisión, o la forma en que la presidente de la CFCE busca la manera de ganarle tiempo al tiempo para cumplir con sus obligaciones.

Y tristemente, la forma de trabajar de Alfredo Castillo y Mario Di Costanzo no han sido suficientemente apreciadas.

A Castillo se le colgó el estigma de que sus acciones tenían que ver con una forma bastante exótica de lavarle la cara a la Profeco. Esto hubiera sido cierto si el impulso se hubiera acabado en unas semanas o quizá meses.

Hoy a nadie debe quedarle duda de que Castillo aplica la ley del consumidor como debe ser. Comprendiendo que se trata de una procuraduría, no de un instituto o una comisión. El mantenimiento de este tipo de acciones generará, sin duda, un mejor esquema de derechos para los consumidores.

Condusef

Cuando el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, nombró a Mario Di Costanzo como presidente de la Condusef, no faltaron aquellos quienes creyeron que era un premio por haberse bajado del barco de Andrés Manuel López Obrador.

La versión no era mala considerando que esta comisión era lo más parecido a un deshuesadero en el cual se mandaba a tipos que poco o nada podían aportar como Luis Pazos, quien se dedicó a esconderse tras supuestas acciones de la comisión y propalar mentiras que no puede sostener.

Bastaría ver la diferencia que hay entre el paso de este hombre por la Condusef con lo que ha logrado su sucesor en poco menos de un año en el cargo.

Atribuciones

En tanto los otros presidentes de comisiones e institutos buscan pretextos, Di Costanzo se comprometió a tener listos en la mitad del tiempo muchos de los ordenamientos que le obliga la Constitución y que, dicho sea de paso, son tan complicados como los de cualquier otro sector.

No vaya siendo que aparezca alguien quien diga que el sector financiero es “más fácil” que el de telecomunicaciones o el de competencia económica.

Entre las cosas que estarán listas antes de tiempo está la constitución del sistema arbitral entre los clientes y las instituciones financieras. El ordenamiento les da 270 días, pero esperan hacerlo en la mitad del tiempo.

Temas como las ventas atadas o la transferencia de créditos de consumo se modificarán prácticamente en el mismo momento en que entre en vigor la regulación.

En la Condusef jamás se quejaron del presupuesto, a pesar de que la carga de trabajo crece de una manera muy importante. Sólo algunos datos que permiten darle una dimensión adecuada a este cambio.

Pasan de regular tres mil 136 instituciones a prácticamente cuatro mil 300. De regular siete sectores pasan a 27 y asumen diez nuevas facultades para llegar a las 52. Aumenta el catálogo de sanciones en 15 nuevos tipos con, lo que podrán establecer sanciones por 58 temas posibles.

Ahora sus dictámenes tendrán título ejecutivo, lo que plantea un ajuste total a la forma en que operan desde el punto de vista jurídico.

Por si fuera poco, tienen que tener listo un buró de entidades financieras que, otra vez, plantean tenerlo en menos de la mitad de la mitad del tiempo que les marca la Constitución.

Pendientes

Dos temas atraen particularmente la atención de las nuevas atribuciones de la Condusef.

La primera de ellas es la capacidad de auditar a las Unidades Especializadas, conocidas como UNE, de los bancos.

Este mecanismo ciertamente ha disminuido la tensión entre usuarios de servicios financieros y las instituciones; sin embargo, ahora lo que se pretende es que Condusef pueda revisar si los procedimientos se hacen de manera correcta.

Otro de los puntos relevantes es el establecimiento de cláusulas que sean consideradas por la autoridad como abusivas. Aquí es necesario hacer un paréntesis mucho más grande, puesto que algunas de ellas pueden ser legales, pero la autoridad puede considerar que abusan del cliente. Pronto le daremos más detalles.

Complicaciones

Sea como sea, Ricardo del Valle tiene el apoyo de los miembros de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación para seguir adelante con sus acciones. Recientemente logró una victoria jurídica para su sindicato, según la cual todos los sobrecargos deben ser contratados con las mismas condiciones.

El principio es más o menos simple. Han peleado que a trabajo igual se debe tener salario igual. Hasta el momento la línea aérea que encabeza Eduardo Tricio tiene un laudo según el cual los nuevos sobrecargos tienen un salario 30% inferior al de los otros trabajadores de la línea aérea que cumplen exactamente con las mismas funciones.

La justificación son los problemas financieros de la línea aérea y la poca viabilidad de seguir operando con una carga por sobrecargos, que es superior al promedio de las líneas aéreas de México y similar al que se paga en otras empresas de la misma industria a escala mundial.

Sin embargo, subyace el punto sobre cuánto deben ganar trabajadores que realizan el mismo trabajo. De ahí la importante victoria jurídica que si bien en este momento genera una controversia sobre los más de 70 sobrecargos contratados en los últimos meses, sí plantea una situación bastante novedosa, puesto que no existen dudas de que el tema deberá ir a la justicia federal en el cual se enfrentarán dos principios: los problemas financieros de una línea aérea que, sea como sea, sigue en expansión en contra de los derechos de los trabajadores.

Tricio tiene frente a él una lucha que va para largo y que, en mucho, definirá el futuro de una línea aérea cada vez más acosada por la presión de Interjet, Volaris y VivaAerobus que crecen de una manera mucho más sana en el mercado doméstico y también en contra de las líneas aéreas extranjeras que siguen creciendo.