La necia realidad no es heterodoxa: Paradigmas

Platicar anécdotas no es del todo una buena práctica en el análisis económico, pues el que algo ocurra una vez no implica que ocurrirá siempre
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Debo de llevar más dinero a las tiendas departamentales para aprovechar sus ofertas. Foto: Photos.com
Debo de llevar más dinero a las tiendas departamentales para aprovechar sus ofertas. Foto: Photos.com

Platicar anécdotas no es del todo una buena práctica en el análisis económico, pues el que algo ocurra una vez no implica que ocurrirá siempre. Una situación excepcional no puede ocurrir varias veces en la cotidianidad. Pero a veces, estas anécdotas pueden ser chuscas o son reveladoras de una verdad que no habíamos reparado en ver. La anécdota que sigue a estas líneas va en ese sentido.

A mediados de octubre fui a una tienda departamental a realizar la compra de víveres. Noté que había una promoción excepcional. Necesitaba comprar un bien, llamémoslo A. Fui a donde lo exhibían e inmediatamente noté las distintas marcas que lo ofrecían. El precio variaba entre 80 a 95 pesos. Y de repente, noto que una nueva marca está vendiendo el producto a 69 pesos ¡Una ganga! Inmediatamente lo escogí y me lo lleve a casa.

Llegando al hogar, a mi papá le platique entusiasmado el precio al que había comprado el bien A. Inmediatamente, hizo que fuera a comprar otro paquete. Fui algunas horas después, solo para descubrir que había subido de precio. De $69 a $72. Al principio me desconcertó, ¿por qué, en cuestión de horas, había subido el precio? Era el mismo bien, en la misma tienda. Me aferre, por algunos minutos, a una creencia personal provocada por la profesión: que los precios eran fijos. Pero la realidad me decía que estaba equivocado.

Si los precios no eran fijos, ¿Por qué la tienda aumentó el precio del bien A en cuestión de horas? La respuesta era que dicho bien se había vuelto más escaso que antes.  Cuando fui por primera vez, a las 10:30 de a mañana , había todavía relativa abundancia de la mercancía. Cuando regresé, noté que había menos. Los clientes aprovecharon la ganga para hacerse del bien; esto quería decir que no compraban el bien debido a la marca o a la publicidad o a sus hábitos, compraban en función del precio. Al notar este comportamiento –ver que un bien se está vendiendo- los encargados de la tienda aumentaron el precio. ¿Habían calculado la elasticidad precio de la demanda? ¿Tenían un modelo de equilibrio general que ajustaban conforme se vendía la mercancía para encontrar el nuevo vector de precios de equilibrio? Quién sabe. Pero aumentaron el precio en tres pesos. Aún con el precio de 72 pesos, esta nueva marca se situaba por debajo de sus competidoras. Seguía siendo una ganga, aunque ya no era tan atractiva.

De esta situación saco una conclusión: debo de llevar más dinero a las tiendas departamentales para aprovechar sus ofertas.

*gl

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