Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

6 Ene, 2014

Implicaciones diversas de la Reforma Energética

Durante 2013, la gran incógnita relacionada con el diseño de las reformas estructurales, planteadas para ser discutidas y negociadas en las legislaturas federales en el Congreso de la Unión, era conocer la respuesta de las izquierdas a la Reforma Energética
—quizás la más importante de ellas— por sus efectos en el crecimiento de México hacia el futuro, y a la que pronto decidirían oponerse a cualquier modificación que involucrara al sector privado en el sector energético.

Pero fueron significativos los avances logrados entre las principales fuerzas políticas, en el contexto del Pacto por México, para acordar y aprobar la Reforma Energética, diseñada para aprovechar los avances tecnológicos y descubrimientos en materia de hidrocarburos, sin que el Estado mexicano dejara de ser rector del sector y titular de todos los hidrocarburos dentro del territorio nacional.

De manera que los logros legislativos de 2013 fueron compartidos y el Pacto por México fue el primer signo de la disposición de los tres principales partidos políticos a colaborar en una agenda plural y de compromiso para conseguir la decena de reformas estructurales que estaban en la agenda.

La relevancia de la energética radicaba en el poder transformador que tiene en la economía, por la capacidad industrial y productiva del país, para servir en la obtención del mayor valor agregado de los energéticos.

Las ganancias de la explotación de los yacimientos petroleros sería sólo una parte, porque es en sus efectos sobre las cadenas transformadoras del hidrocarburo que adquiere su verdadero valor. Por ejemplo, la de refinación, comercialización y la industria petroquímica. Son la fuerza real de su riqueza, así como su efecto en la actividad industrial.

En los países desarrollados y economías emergentes más exitosas, el sector energético forma parte de la columna vertebral que potencia el crecimiento, al ofrecer derivados del petróleo y gas de mayor calidad y de menores costos, producidos en el propio país, generando sus importantes economías externas.

De ahí que México necesita de una política energética e industrial, que permita transformar los recursos energéticos dentro del mercado doméstico, para que los empleos y la inversión se realicen en el propio país.

México tiene importantes posibilidades de desarrollarse mucho en toda esta gama de actividades económicas. Sus posibilidades de producir hidrocarburos son muy significativas.

Estados Unidos, nuestro vecino, ha iniciado una etapa de suma importancia para el que pronto lo llevará a no necesitar importar petróleo de sus fuentes tradicionales, como son México, Venezuela y los países del Golfo Pérsico, porque puede ser autosuficiente.

Su impresionante auge reciente, de producción de hidrocarburos, es atribuible al desarrollo de las lutitas o shale de gas y petróleo, de reciente desarrollo en áreas contiguas a nuestro territorio nacional.

Esa capacidad la compartimos porque esas lutitas también se encuentran en México. Lo único que necesitamos ahora es desarrollar la tecnología para extraerle los hidrocarburos.

Por otra parte, recientemente Petróleos Mexicanos (Pemex) ha estado desarrollando pozos de petróleo y gas en las aguas someras de la costa mexicana con el Golfo de México, donde se han encontrado importantes reservas de gas natural, importantes para la industria mexicana, así como para el uso doméstico.

Ahora también podrá Pemex asociarse con empresas de mayor capacidad y experiencia tecnológica para extraer hidrocarburos de las profundidades del Golfo.

Otra de las implicaciones de la Reforma Energética es el sitio que Pemex va a ocupar en el contexto de su sector, dado que ya no será monopolio; y eso lo obligará a ejercer una mayor responsabilidad para atender cualquier daño al medio ambiente que sus actividades ocasionen.

En el pasado, ni los gobernadores de los estados donde ocurrían esas contaminaciones tenían la capacidad de obligar el resarcimiento de sus daños.

Además, las tuberías de Pemex, transportadoras de hidrocarburos a diferentes partes del país, se han convertido en fuentes de robos millonarios contra la empresa estatal, sin que nada se haya hecho para evitarlo; situación rara, dado que las tecnologías existentes deberían darle la capacidad inmediata de detectar el lugar de un intento de extracción del hidrocarburo.

Esas actividades han causado inmensos daños ecológicos, así como a las viviendas por donde pasan los ductos subterráneos. Esas actividades del crimen organizado y de rateros independientes no deberían ser tan fáciles.

(*) Presidente del Colegio Nacional de Economistas, Federación de Colegios de Economistas, A.C.

@acanovelez

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