El crecimiento de México y la restricción externa: Paradigmas

En una economía en donde buena parte de los bienes de capital son importados, la disponibilidad de divisas se vuelve un factor importante para poder expandir la producción
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La solución al problema de la restricción externa pasa necesariamente por el diseño de una política industrial. Foto: Getty
La solución al problema de la restricción externa pasa necesariamente por el diseño de una política industrial. Foto: Getty

CIUDAD DE MÉXICO.- En una economía en donde buena parte de los bienes de capital son importados, la disponibilidad de divisas, es decir de moneda extranjera, se vuelve un factor importante para poder expandir la producción, y con ello permitir que la economía crezca a mayores tasas en el mediano plazo. A esta restricción que le impone la cantidad de divisas al crecimiento de una economía se le conoce como la restricción externa y ha sido uno de los temas que mayor importancia tienen dentro de las teorías del crecimiento económico de corte heterodoxo.

Si bien este enfoque comenzó a tener un auge entre los economistas heterodoxos a partir de los trabajos de Anthony Thirlwall a finales de los setenta (un artículo en que se reseña la literatura derivada de su trabajo puede verse aquí), en realidad la idea de la restricción externa se encuentra presente desde los inicios de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en los años cincuenta.

Para la CEPAL, la restricción externa al crecimiento se genera en la estructura productiva de la economía más que en condiciones externas. Ello pues una economía cuyos sectores se encuentran débilmente interrelacionados (es decir, las compras y ventas que ocurren entre los sectores son bajas pues no se producen los bienes que se demandan entre sí), necesariamente tendrá que importar los insumos necesarios para poner en marcha la producción, y los bienes de capital necesarios para expandirla. Esto, en conjunción con el hecho de que las exportaciones pueden concentrarse en sectores con bajas perspectivas de crecimiento en el largo plazo por sus características físicas (la hipótesis Prebisch-Singer) o que su producción requiera una gran cantidad de insumos importados, implica que el crecimiento de la economía eventualmente se enfrentará a un déficit en la balanza comercial. Esto es, conforme la economía crezca se requerirán más importaciones de las que es posible financiar con las divisas obtenidas de las ventas en el exterior, ya sea para financiar nuevas inversiones o para financiar la compra de insumos para la producción de bienes de consumo interno o de bienes para la exportación.

Una forma relativamente sencilla de ver cómo ha operado dicha restricción a lo largo del tiempo es mediante la relación entre la tasa de crecimiento de la economía en distintos periodos y el saldo promedio de la balanza comercial durante cada uno de dichos periodos. En la gráfica 1 se puede observar dicha relación para México.

Gráfica 1: Restricción externa

Fuente: Datos de Banco Mundial

Lo que se puede observar es que con el paso del tiempo, un mismo monto de déficit en la balanza comercial ha estado asociado con menores tasas de crecimiento. Esto es, que cada punto porcentual de crecimiento de la economía ha ido requiriendo un mayor monto de importaciones con el paso del tiempo. Así, un déficit de alrededor del 2% del PIB en la balanza comercial, permitía tener tasas de crecimiento superiores al 6% en promedio anual durante el periodo de 1960 a 1981. En cambio, para el periodo de 1988-1994 un déficit similar estuvo asociado a una tasa de crecimiento de alrededor del 4%, y de 2001 a 2012 estuvo asociado a una tasa de crecimiento promedio aún menor: de tan sólo el 2% en promedio anual.

Hay dos periodos que aparentemente rompen con este patrón. Uno es el de 1982 a 1987, en donde se registró en promedio un superávit del 6% del PIB asociado a una tasa de crecimiento que en promedio fue nula (se trata pues, de la década perdida). En realidad, este periodo confirma el peso de la restricción externa, pues para lograr un superávit comercial (que las exportaciones fueran mayores a las importaciones) prácticamente se tuvo que dejar de crecer por un lustro. Ese es fue el costo de la deuda, pues la razón detrás del objetivo de lograr un balance superavitario era pagar la deuda externa.

El otro periodo en cuestión es el de 1995 a 2000. Dicho periodo se caracteriza por dos elementos. En primera instancia, la recuperación tras la crisis de 1994-1995, que implicó volver a utilizar capacidad ya instalaba sin necesidad de realizar desde un inicio importaciones para expandirla. La otra parte proviene del boom de exportaciones que se registró en ese periodo como resultado de la entrada en vigor del TLCAN y de la maxi devaluación ocurrida durante diciembre de 1994 y enero de 1995. Ambos factores explican que se haya podido crecer con un superávit comercial la mayor parte del periodo, si bien se fue reduciendo con el paso del tiempo hasta llegar a ser un déficit.

La solución al problema de la restricción externa pasa necesariamente por el diseño de una política industrial enfocada en generar encadenamientos productivos al interior de la economía mexicana mediante la promoción al desarrollo de nuevas industrias que puedan suministrar de insumos a otras y de industrias que utilicen como insumo lo ya producido para producir productos que sean competitivos en los mercados internacionales. Se trata pues de una política industrial enfocada en alentar la transformación la estructura de la economía mexicana con el objetivo de hacerla más eficiente, mejor integrada a los mercados externos, con mayores vínculos internos y capaz de generar un mayor número de empleos. 

*gl

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