David Páramo

Análisis superior

David Páramo

18 Feb, 2014

Mitos de competencia

De acuerdo con el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, mañana serán presentadas las reformas secundarias a la competencia económica, con lo cual se avivarán una gran cantidad de mitos y mentiras sobre lo que es este tema.

Los políticamente correctos o infectados con el virus populista que invade a Venezuela o Argentina ven en esta regulación secundaria una oportunidad única de vengarse de “los de arriba, los monopolios, los 300” y quién sabe cuántas barbaridades más que parten de un análisis digno de una película de Pedro Infante: los ricos son buenos y los pobres son malos; un pobre cuando enriquece se vuelve malo y un rico cuando empobrece se vuelve bueno.

Ese síndrome, que tanto daño ha hecho a México, hace suponer que se tienen que establecer regulaciones verdaderamente duras al tamaño de las empresas sin considerar que en la iniciativa privada se generan la mayoría de los empleos y, sin lugar a ninguna duda, son la herramienta más efectiva para generar prosperidad.

Curiosamente quienes están infectados por este virus populista suelen defender algunos monopolios porque les conviene o son vulnerables a sus gestos amistosos.

Llegan a defender a empresas dominantes y tratan de dañar a otras empresas que tienen participaciones pequeñas de mercado porque está de moda o les parece adecuado.

El sentido de las leyes secundarias en este sector no debe apuntar hacia el tamaño de las empresas, sino de las prácticas indebidas, las cuales no se abaten con multas gigantes como se ha planteado sino con condiciones efectivas para que crezcan y se desarrollen algunas otras empresas del sector.

Bancos

Uno de los sectores que es el puerquito favorito de los enfermados del síndrome de Pedro Infante son los bancos, puesto que son muy fáciles de atacar.

De entrada, los dueños están muy difuminados y en pocos casos sus propietarios están al frente de ellos. Las principales instituciones financieras son corporaciones internacionales, cuyos altos ejecutivos tienen poder limitado de cabildeo.

En segundo término existe una cultura en contra de los bancos al grado que algunos escritores como John Steinbeck describen a los bancos como un monstruo que devora todo y que sus empleados son esclavos de una maquinaria incomprensible.

Por más intentos que han hecho los banqueros por ser vistos como una pieza fundamental para el desarrollo del país, parece que no despiertan de una pesadilla interminable.

En el país hay más de 50 bancos que compiten contra otros muchos otorgantes de crédito y, sin embargo, se cree que se trata de un sector de poca competencia. Ayer mismo había quienes se decían sorprendidos porque “sólo” siete bancos concentraran poco más de 90% de las ganancias de la banca.

La gran pregunta es en qué otros sectores de la economía siete empresas se distribuyen un porcentaje similar de ganancias. Sobran los dedos de una mano para encontrar otro donde haya tantos participantes.

Los bancos deben tener cuidado porque están renaciendo el ánimo de linchamiento en su contra donde se dice que no hay competencia y deben ser regulados, pero con barbaridades tales y como querer regular las tasas de interés y comisiones.

Preponderancia

Los comisionados del Instituto Federal de Telecomunicaciones parecería que están logrando abstraerse de aquellos asuntos sobre los que tienen control y los que salen de su esfera de competencia.

Al pedir al Poder Ejecutivo que presente una controversia constitucional marcaron una línea sobre lo que será su gestión: Es poco probable que recurran a esta figura cada que un juez emita una resolución sobre su competencia, pero sí mandaron un mensaje junto con el gobierno en defensa de la Reforma a las Telecomunicaciones.

Esta controversia constitucional, que quedará sin efecto cuando los legisladores y el gobierno finalmente cumplan con la obligación de tener lista la regulación secundaria a la Reforma a las Telecomunicaciones (que lleva ya casi tres meses de retraso), sólo puede explicarse por la debilidad institucional que se encuentra el IFT y de la cual no son responsables.

Sin embargo, las señales sí indican que están trabajando para cumplir en tiempo y forma con la obligación constitucional de tener listo un estudio de preponderancia antes del 9 de marzo, el cual es fundamental para la toma de prácticamente cualquier determinación en materia de competencia.

Como le hemos explicado en este espacio la figura de preponderancia no sólo es nueva en el Derecho mexicano sino en el internacional, en la cual se establece el tamaño como una medida para aplicar determinaciones sobre la dominancia de un agente económico.

En este sentido, el IFT ha tenido que trabajar sobre una gran cantidad de definiciones que van desde elegir si definirán el territorio nacional como lo hace la Constitución o si se entenderá por lo que está radiodifundido.

La relevancia de este punto es que ninguna empresa de radiodifusión cumpliría una participación superior al 50% del mercado, fijada en la Reforma Constitucional, si se toma la definición tradicional. Aun cuando se debe destacar que en algunos sectores de las telecomunicaciones sí se cumpliría este principio.

Adicionalmente el IFT ha trabajado en asuntos técnicos que tienen que ver en gran medida con la forma en que se tomará la decisión. Es importante destacar que estas decisiones ya fueron resultas por las áreas técnicas y están en manos de los comisionados quienes, a no dudar, resolverán en tiempo y forma.

Ejecución

Parecería que a estas alturas el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, debe estar buscando una salida a su ofrecimiento de un pacto hacendario, en el cual el gobierno se comprometía a no cambiar absolutamente nada en materia fiscal en por lo menos tres años.

Si bien parecía una buena estrategia política para limar las asperezas que se generaron durante el proceso de la negociación de la reforma, la realidad es que muchos empresarios lo interpretaron como una posibilidad de una tregua o una presión para que rechazaran el recurrir a tribunales para defender lo que consideran su derecho.

El titular de las finanzas públicas básicamente tiene dos opciones: O anunciar el pacto de una manera unilateral o dejarlo pasar. Habrá que ver.

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