Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

21 Feb, 2014

Dilema del pollo: ¿productor o consumidor?

Realmente sorprendió y negativamente, la decisión de la Secretaría de Economía, que encabeza Ildefonso Guajardo, de autorizarla importación de 300 mil toneladas de pollo libre de arancel de terceros países diferentes al NAFTA, que pareciera estar dirigida a apoyar a los productores de pollo brasileños.

A veces estas decisiones parecen ser un tema de trueque comercial (algo se quiere conseguir en otro frente), porque el volumen de esa importación es equivalente al cupo de pollo “pedaceado”, que viene de Estados Unidos, sólo que se estima que por el precio del maíz que comen allá, podría ser menor aún considerando el flete en 30 por ciento.

Es natural que los productores nacionales agrupados en la Unión Nacional de Avicultores, que preside Jorge García de la Cadena, estén alarmados con la decisión, pues de entrada no sólo tienen que lidiar con importar insumo de producción caro (maíz amarrillo o sorgo), sino contra dos productores de pollos a los que ese insumo les sale barato porque tienen autorizada la siembra de grano genéticamente modificado y además están subsidiados.

Dicen que nivelar campos de competencia se inicia con escuchar y, en el caso de la parvada de pollos en México, el factor que más influye en su precio es el precio es el del alimento (importado y con el peso devaluado de enero).

La solución estructural la que está trabajando Sagarpa, de Enrique Martínez y Martínez, al igual que FIRA, que lleva Rafael Gamboa, para establecer un Fondo de Aseguramiento Avícola, que cubra contingencias en la producción del maíz y sorgo y, permita avanzar en la sustitución de áreas cultivadas con estos granos, además de permitir la industrialización de la gallinaza y la pollinaza.

Todo esto es necesario para fortalecer la cadena del pollo-huevo, pero si en el proceso los productores se enfrentan a perder 12% del mercado nacional y sin el subsidio agrícola que tiene la producción de maíz amarillo y sorgo en Estados Unidos y Brasil, pues de plano, mejor que les digan que bajen la cortina y sedan el espacio al trueque comercial y diplomático a favor de la samba.

Recuerde que México es uno de los mercados más atractivos del mundo de huevo porque cada mexicano consume 20.8 kilogramos por persona y 25.8 millones de kilos de pollo al año.

Sin embargo, nos ponemos del lado de Ildefonos Guajardo también, porque es el lado que le pega al Índice de Precios al Consumidor. Los desagregados del INEGI, que preside Eduardo Sojo, muestran un crecimiento moderado en  el promedio mensual de precios al consumidor de pollo.

Este es de 3.97% en enero de 2014 frente a 2013, pero está muy por debajo del camarón, pescado, carne de res y vísceras de res. Ahora. El peso que tiene el pollo en la mesa del hogar mexicano, si lo convierte en insumo prioritario.

 ¿Qué puso la alerta en el equipo de Ildefonso Guajardo? Que entre diciembre y enero, el precio del pollo al consumidor subió 3.77%, muy pero muy por arriba del promedio de los agropecuarios, incluyendo los que le comenté arriba.

Es por eso que el dilema es complicado. Como abatir el precio cuando éste fue afectado por el costo de importación más alto del alimento y, ese proceso de refleja muy claro cuando revisa el crecimiento del Índice de Precios Productor para la explotación de carne de pollo que entre noviembre y enero ha aumentado 25 por ciento.

¿Ve?, la solución parece que debe encontrarse no sólo en la importación libre de arancel de carne de pollo, sino en resolver la problemática que está generando que el productor tenga que aumentar el precio del pollo.

De cualquier manera se advierte que está aguantando la mayor parte de la presión de precios, pero quién sabe por cuánto tiempo y, sobre todo, ojalá que no se olvide lo ocurrido en la década entre 2000 y 2012, cuando el “espejismo” de los bajos precios internacionales orientó el sesgo importador de la política comercial en el terreno agropecuario, que descapitalizó entre otros, al sistema de producción pecuaria.

De Fondos a Fondo

Aparte de felicitar la decisión que tomó la Junta de Gobierno del Banco de México, que preside Agustín Carstens, por invitar a consulta pública el proyecto de reglas aplicables a las cámaras de compensación para pagos con tarjetas que fue ordenada por la reciente reforma a la Ley de Transparencia y Ordenamiento de Servicios Financieros y, que se integró con la colaboración de la CNBV, que preside Jaime González, y el apoyo de la SHCP, de Luis Videgaray, sólo un par de comentarios: la colocaron el miércoles y los interesados tienen hasta el próximo martes para opinarla (sólo cinco días), pero debieran incluir en las definiciones técnicas a los agregadores de comercios (PSP, ISO, MPS), dado que éstos son los jugadores que pueden efectivamente aumentar la penetración y el uso de los medios de pago en segmentos no bancarios, y al mismo tiempo, llegan a confundir al regulador y hacedor de política de cómo integrarlos a una red abierta y robusta de pagos, donde el desafío no está en incentivar más tarjetas sino el que éstas se usen.

Quienes andan muy contentos son los ganaderos lecheros, pues tienen todo para hacer que México sea autosuficiente en producción de leche al pasar de 11 mil  millones de litros anuales a más de 20 mil millones de litros anuales al final del sexenio e incluso, generar excedentes exportables en el corto plazo. Hasta noviembre pasado se exportaron poco más de 235 millones de dólares.

Fíjese que la Asociación Nacional de Ganaderos Lecheros que preside Vicente Gómez Cobo, de la mano del presidente del Consejo Nacional Agropecuario, Benjamín Grayeb, presentarán la próxima semana un estudio muy completo sobre la situación que guarda el mercado de producción de la leche en México, en el que participan 200 mil productores, denominado La Autosuficiencia Lechera en México es Posible. Esto es posible, pero siempre y cuando tengan los lecheros cuenten con el apoyo del gobierno federal para ordenar el mercado a fin de dar certidumbre a los productores, comenzando con la política de compra-venta de leche que realiza Linconsa, que compra la leche cruda en México a seis pesos y la importada a 7.50 pesos.

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