Los efectos de una guerra en Ucrania (que a nadie conviene)

La posibilidad es tan latente que el presidente de EU, Barack Obama, mantuvo una conversación telefónica con su homólogo ruso, Vladimir Putin, exigiéndole la retirada de las tropas rusas
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Imagen: Photos.com
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CIUDAD DE MÉXICO.- Tanto se ha deteriorado la situación en Ucrania durante el fin de semana que el gobierno de Kiev ya se refiere a la ocupación rusa de la península de Crimea como “declaración de guerra”.

Esa posibilidad ya es tan latente que el sábado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mantuvo una conversación telefónica de hora y media con su homólogo ruso, Vladimir Putin, exigiéndole la retirada de las tropas rusas.

Sin embargo, Obama se cuidó mucho de hablar de una intervención militar en Ucrania: sus represalias, de índole diplomático, se limitaban a someter a Rusia a un aislamiento económico y político, que incluía el boicot a la reunión del G-8 que se celebrará en Sochi (la sede de los Juegos Olímpicos de invierno) en junio, o la expulsión de Rusia de ese selecto grupo. Demasiada poca amenaza para los muchos intereses que Rusia tiene por restablecer el control sobre Crimea.

Estrategia geopolítica

Históricamente, la región de Crimea, situada en las costas del Mar Negro y el Mar de Azov, ha sido un foco de tensión geopolítica por el importante carácter estratégico y económico que implica su hegemonía marítima, ahora en manos de Rusia. A través de ella, Moscú puede controlar el este de Europa y el oeste de Asia, además de ser su puerta de acceso naval al mar Meditarráneo a través del estrecho del Bósforo y de los Dardanelos, un anhelo importante en medio del conflicto sirio y la mayor presencia de tropas estadounidenses en la región.

Desde la victoria sobre los turcos en 1777, el Imperio Ruso primero, y luego la Unión Soviética mantuvo el dominio de la región, salvo tras la derrota de Rusia en la Guerra de Crimea (1853-1856), cuando el Mar Negro se convirtió en territorio neutral, y durante la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial (1941-1944). Con la desintegración de la URSS en 1991, la poderosa armada rusa quedó en territorio extranjero, en la nueva república de Ucrania, lo que se convirtió en un foco de tensión entre el Kremlin y Kiev. En un principio (1992-1997), los navíos tuvieron el estatuto de flota conjunta ruso-ucraniana. Pero en 1997, un nuevo acuerdo separó ambas flotas, quedándose Rusia con 80% de la armada total en la base naval de Sebastopol, el principal puerto de Crimea, bajo un contrato de arrendamiento con vigencia hasta 2042 (y con posibilidad de prorrogarlo hasta 2047).

Límites

Pero esta situación está sujeta a muchas limitaciones Rusia, como mucho, sólo puede contar en aguas ucranianas con un máximo de 388 navíos, precisa de permisos especiales de Kiev para reemplazar sus buques y, sobre todo, teme que un gobierno proocidental en Ucrania le fuerce a abandonar la base naval de Sebastopol, como sucedió durante la presidencia de Víctor Yúshchenko, quien pidió revisar el acuerdo con Rusia sobre la base naval en 2008.

Eso fue lo que inquietó a Moscú cuando su aliado, el presidente ucraniano Víctor Yanukóvich, fue derrocado y huyó a Rusia luego de oponerse a firmar el Tratado de Asociación con la Unión Europea que habría alejado al país de sus lazos con Rusia. Los opositores, proeuropeos, tras días de masivas y violentas protestas, lograron tomar el control de la sede del gobierno ucraniano y su parlamento, y anunciaron la destitución de Yanukóvich y el nombramiento como presidente interino de Alexander Turchinov.

La respuesta inmediata fue que grupos de uniformados sin identificar, pero ligados a intereses rusos, ocuparon la sede de gobierno regional en Crimea, así como instalaciones estratégicas como aeropuertos, puertos, carreteras y estaciones de televisión.

Tensión global

Durante el fin de semana, el presidente ruso Vladimir Putin recibió la autorización del parlamento para una intervención militar en Ucrania bajo el argumento de proteger a la población rusa de Crimea y sus instalaciones navieras. Ahí llegó la advertencia de Obama, y de la Unión Europea (EU), y de la ONU, y de la OTAN, pidiendo a Rusia que respete la independencia soberana e integración territorial de Ucrania. Los ministros de exteriores de la UE, así como el Consejo de la OTAN convocaron reuniones de urgencias para hoy lunes, con el fin de dar una respuesta conjunta y coordinada a Putin.

Las simientes para una guerra civil están sembradas: Crimea, con 60 por ciento de la población que se siente rusa, celebra la decisión de Putin y abogan por una escisión de Ucrania. Kiev, por otro lado, apresta a su ejército para combatir y proteger todo su territorio.

La amenaza de Obama de detener a Rusia en sus intenciones no parece creíble: como decíamos, todos sus esfuerzos son diplomáticos, sin aludir a la posibilidad de una intervención militar. Estados Unidos se halla entrampado al precisar de la cooperación rusa destruir los arsenales químicos y acabar con la guerra civil en Siria, negociar con Irán un acuerdo nuclear y sacar a las tropas y equipos estadounidenses de Afganistán por las rutas rusas. Putin ya  desdeñó las represalias diplomáticas de Obama con el caso Snowden y, de momento, tampoco ahora parece haberlas tomado muy en cuenta.

Sin cobijo

A su vez, Ucrania no es un miembro de pleno poder dentro de la OTAN, por lo que ni Estados Unidos ni Europa están obligados a acudir en su defensa. La Unión Europea tampoco tiene mucho margen de maniobra.

En torno a 32 por ciento del gas que consume la región proviene de Rusia, y la principal ruta de suministro de gas pasa por Ucrania. Eso desarma a Europa de cualquier herramienta política para enfrentar a Rusia: el desabasto o encarecimiento del gas que consume Europa sería letal en esta coyuntura de débil recuperación económica.

Por tanto, Ucrania, en los hechos, parece bastante aislada en este conflicto contra Rusia, cuya pretensión final se  desconoce, pero que de momento pretende derrocar pronto al nuevo gobierno de Kiev y mantener la presencia militar en Crimea. ¿Qué consecuencias tiene la crisis ucraniana sobre la economía y los mercados?

Primero, Ucrania corre riesgo de entrar en “suspensión de pagos”. El país está casi en bancarrota, y Rusia lo tiene a su merced. Por un lado, canceló un rescate financiero por un monto de 15 mil millones de dólares (mdd) que Yanukóvich y Putin firmaron en diciembre. Por otro lado, a Rusia le basta con elevar el precio del gas natural para incrementar el costo energético a niveles que no sean financieramente sostenibles, tal y como ayer amenazó el gigante ruso OAO GazProm. Ucrania tiene que refinanciar 13 mil mdd en deuda este año y el nuevo gobierno ucraniano ha solicitado 35 mil mdd de ayuda internacional para los dos próximos años para evitar la quiebra del país.

Debilidad cambiaria

Esa posibilidad ha provocado un desplome de la moneda ucrania, la grivna, que en el año se ha hundido 18 por ciento, y un fuerte repunte de los CDS a un año, o seguros contra el riesgo de impago.

La Unión Europea, a su vez, negociaba con el nuevo gobierno un rescate hasta que la escalada bélica suspendió las negociaciones.

En segundo lugar, la crisis energética no sólo amenaza a Ucrania, sino también a la Unión Europea. El riesgo de un conflicto bélico que suponga una disrupción en el suministro de gas a Europa posiblemente presione los precios del gas natural y del petróleo (sobre todo el Brent) en el corto plazo. Para mitigar ese impacto, Europa cuenta con las mayores reservas de gas natural en cuatro años.

Freno a flujos de capital

En tercer lugar, se corre el riesgo de que se produzca otra etapa de aversión al riesgo en el que los capitales se alejen de los mercados bursátiles y de los países emergentes para refugiarse en los activos más seguros, como los bonos de Estados Unidos, el oro o el yen. El rublo ruso, de hecho, ya es de las divisas más afectadas y se ha depreciado 8.4% dado que una disrupción en el suministro de gas también afectaría a sus ingresos por exportaciones. Rusia obtiene la mitad de sus ingresos presupuestarios de las ventas de petróleo y gas.

Lo ideal para todos es que esta crisis, que revela la ausencia de un liderazgo mundial, se desactivara cuanto antes por la vía diplomática. Moscú se vio forzado a aplacar la insurrección en Ucrania que derrocó a su aliado e instauró un gobierno que consideran ilegítimo. Pero en realidad a nadie le conviene este conflicto: Estados Unidos está desgastado por las guerras de Afganistán e Irak, Europa batalla por salir de una larga recesión, Ucrania no puede continuar sola en este conflicto y Rusia precisa de los ingresos por sus exportaciones energéticas más que una guerra desestabilizadora y la secesión de Crimea.

* Director y analista, respectivamente de Dinero llama Dinero

 

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