La relevancia de la reforma en materia de competencia económica

Si bien la reforma en competencia económica no cuenta con la popularidad de otras, el resultado final impactará de manera importante.
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Si bien la reforma en competencia económica no cuenta con la popularidad de reformas como la energética o la hacendaria, el resultado final impactará de manera importante. Foto: Presidencia
Si bien la reforma en competencia económica no cuenta con la popularidad de reformas como la energética o la hacendaria, el resultado final impactará de manera importante. Foto: Presidencia

CIUDAD DE MÉXICO.- Para dimensionar el rezago histórico que México ha tenido en materia de competencia económica, basta con referir que mientras en nuestro país la primera legislación para combatir los problemas de competencia fue precisamente la Ley Federal de Competencia Económica (LFCE) decretada en diciembre de 1992; en Estados Unidos, el primer documento en la materia fue la Sherman Act de 1890. Si bien es cierto que la Constitución mexicana, en su artículo 28 ya normaba sobre la prohibición de monopolios y prácticas monopólicas, fue hasta la administración del Presidente Salinas de Gortari cuando se otorgó la importancia debida a este tema. Incluso se creó la Comisión Federal de Competencia (Cofece) para prevenir, investigar y combatir los monopolios, las prácticas monopólicas y las concentraciones.

Desde su publicación en el Diario Oficial, la LFCE ha sido reformada en más de 3 ocasiones y nuevamente el ejecutivo federal buscará someterla a una modificación radical ya que el pasado mes de febrero, turnó al Congreso de la Unión el proyecto decreto por el que se abroga la LFCE de 1992, se expide una nueva Ley en la materia y se reforma el artículo 254 BIS del Código Penal Federal.

Allende la lectura y revisión exhaustiva del documento referido, la pregunta, que si bien sencilla no debe ser subestimada es, ¿por qué es importante la competencia económica? La respuesta también es sencilla pero tampoco debe ser subestimada y es: porque combate una de las fallas de mercado que puede tener una economía como es la concentración en la producción de bienes o prestación de servicios en pocos oferentes, es decir, la presencia de monopolios u oligopolios.

La razón por la que una empresa monopolista o un grupo de empresas en oligopolio generan ineficiencias que perjudican a los consumidores es que este tipo de empresas tiene todos los incentivos para maximizar su beneficio mediante la fijación arbitraría de un elevado precio de los bienes y servicios que provean. De igual forma, pueden influir en su producción según les sea más conveniente.

Lo ideal en toda economía es que ninguna empresa tenga el suficiente poder de mercado como para determinar precios ni para generar condiciones de escasez. Es decir, en un mercado puramente competitivo, las empresas sólo tiene que preocuparse de la cantidad que desea producir y el precio sería el vigente del mercado (la empresa es precio-aceptante) el cual está determinado por el juego entre la demanda y la oferta.

De esta forma, las industrias competitivas producen en el punto en el que el precio es igual al costo marginal de la última unidad producida y las industrias monopolísticas actúan en un nivel de producción tal que el precio es mayor que el costo marginal. Por lo tanto, en general, el precio es más alto y el volumen de producción menor en el caso del monopolio que en el competitivo. Por esta razón los consumidores suelen disfrutar de un bienestar menor en las industrias en monopolio que en las competitivas.

En suma, aquellos países que enfrenten al interior de su economía mayor presencia de monopolios y oligopolios tenderán a recibir bienes y servicios más condicionados, de menor calidad y a precios más elevados. La comprobación más pronta de que lo anterior es cierto es el caso mexicano ya que dentro de su economía la concentración en industrias de extrema importancia es muy marcada.

Para dimensionar lo anterior, con base en el Índice de Herfindahl-Hirschman (IHH), que mide los niveles de concentración en determinados sectores y para el cuál un índice sobre 2,500 puntos se considera que el mercado es demasiado concentrado, encontramos que para 2012, la industria de telefonía fija presentó un índice de 7,651; la cementera de 7,235; la de TV abierta de 7,180 y la de telefonía móvil de 4,856.

De los resultados del IHH es observable que el sector de las telecomunicaciones en México es uno de los más concentrados. De hecho, con base en el Estudio de la OCDE sobre políticas y regulación de telecomunicaciones en México, con datos de mayo 2011 y hablando de participación del mercado; en telefonía fija, Telmex tenía el 79.6%; en telefonía móvil, Telcel tenía el 70% y Telefónica el 21.8%. En TV de paga, las subsidiarias de Televisa (principalmente SKY) tenían el 48.9% y Dish el 16.6%; mientras que en Internet fijo nuevamente Telmex tenía el 74%.

Como consecuencia de dicha concentración, la OCDE señala que en este sector los precios se encuentran entre los más altos de los países miembros y en sentido opuesto, los niveles de penetración son de los más bajos de la Organización. Hacía 2012, México ocupaba el antepenúltimo lugar de la OCDE en penetración de banda ancha. La pérdida anual promedio de bienestar del consumidor derivada de los precios excesivos de los servicios de telecomunicaciones durante el periodo 2005-2009 se calculó que ascendía a 1.8% del PIB.

Ahora bien, el sector de las telecomunicaciones es sólo uno de los ejemplos claros de cómo afecta la concentración a la economía y a los consumidores. No obstante, el mismo problema se encuentra en el sistema bancario, aeronáutico, transporte terrestre de pasajeros, televisoras, distribuidores farmacéuticos, gasolineras (que se abrirán a la competencia con la reforma energética), entre otros. En todos ellos se repiten los efectos nocivos señalados anteriormente.

En conclusión, si bien la reforma referida no cuenta con la popularidad de reformas como la energética o la hacendaria, el resultado final impactará de manera importante, no sólo el bolsillo de los mexicanos, sino también en la calidad de bienes y servicios que consumimos. Hay que estar pendientes.

*gl

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