Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

24 Mar, 2014

1994, la crisis económica de la vanidad

El asesinato de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994 significó para el país mucho más que la pérdida de una vida, de por sí irreparable e injustificable; también, abrió la puerta a la mayor crisis económica de la época moderna, en diciembre de ese mismo año.

Habrá que decir que la muerte de Luis Donaldo Colosio no fue ni el detonante ni la causante de una crisis económica que se fue gestando poco a poco; que los acontecimientos políticos de ese año, levantamiento del EZLN, asesinato de Colosio y de Ruíz Massieu, aceleraron y evidenciaron, pero  que, en esencia, fue la soberbia, los egos y la vanidad de los principales funcionarios del régimen, empezando por el del presidente Carlos Salinas de Gortari, lo que precipitó una crisis que pudo haberse evitado.

La economía mexicana ese 1994 mostraba algunas cifras sorprendentemente buenas: la menor inflación en los últimos 22 años, 7.1%; un crecimiento económico interesante, 3.5%, un crecimiento de las exportaciones de 17 por ciento.

Pero atrás de esas cifras había déficit que mostraban que el camino era insostenible y que había que meter el freno.

Por ejemplo, aunque las exportaciones crecían 17%, las importaciones lo hacían en 21% y eso provocó que ese año el déficit de la balanza comercial llegara a cuatro mil 983 millones de dólares, tres mil 790 millones de dólares más que el año anterior.

Asimismo, la cuenta corriente de la balanza de pagos llegó a 28 mil 786 millones de dólares, 23 mil 399 millones de dólares más que el año anterior, lo que representaba un agujero de poco más de cinco por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

El gabinete económico del régimen había sido nombrado como un Dream Team y como el mejor gabinete económico del mundo.

Pedro Aspe en Hacienda, Jaime Serra Puche en lo que se llamaba entonces Secretaría de Comercio y que hoy es la Secretaría de Economía; Miguel Mancera Aguayo, en Banco de México, Ernesto Zedillo en Programación y Presupuesto y Arsenio Farell en la Secretaría del Trabajo.

Cuando a mediados de ese año, el subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Guillermo Ortiz,  advirtió sobre el peligro que significaban los desequilibrios que se estaban viendo en la economía mexicana, el Dream Team sencillamente lo ignoró.

El asesinato de Luis Donaldo Colosio fue en jueves y ese mismo día se decretó un feriado bancario para dar espacio a tranquilizar el ambiente y que los bancos no sufrieran ataques especulativos, que los mercados financieros se tranquilizaran y que hubiera tiempo para hablar con los fondos de inversión para que no sacaran sus recursos de México.

Las reservas internacionales ascendían a 29 mil 164 millones de dólares, cifra récord de entonces.

Y vino el desenlace. Cuando Ernesto Zedillo fue electo presidente de la República, los egos se desataron.

El nuevo presidente electo no se hablaba con Pedro Aspe, el secretario de Hacienda; Ernesto Zedillo tomaba distancia de su mentor, Miguel Mancera y Jaime Serra se apuntaba como la nueva estrella y todos los días hablaba mal de Aspe.

Nadie lo sabe aún, pero se abría un abismo en las relaciones entre el presidente saliente, Salinas y el presidente electo,  Zedillo. Unas semanas después, Carlos Salinas de Gortari estaba en huelga de hambre, protestando contra el nuevo presidente de la República.

En opinión de los conocedores, había que meterle freno a la economía mexicana para reducir las presiones y bajar la apreciación del peso. Decían que habría que mantener a Aspe en Hacienda y a Mancera en Banxico para que hicieran esa tarea.

Pero los enojos y egos de todos significó que las decisiones fueran otras.

Aspe y Mancera quedaron fuera del nuevo gobierno; Serra llegó a Hacienda y se le hizo bolas el engrudo y en 18 días del nuevo régimen el peso se hundió 71%. La crisis había estallado y sobre la razón, habían ganado las vanidades de los principales actores.

Hasta el próximo lunes con nuevas…
Perspectivas.

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