Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

5 Abr, 2014

México y Japón: dos países en uno

En 2004 se publicó el libro Power of Productivity de William Lewis que tenía una serie de estudios sectoriales de 13 países. Su principal argumento es que la clave para reducir las desigualdades está en políticas públicas que fomenten la productividad por los vínculos que ésta tiene con la competencia y el consumo.

En el libro llama la atención el caso de Japón. En días pasados el Mc Kinsey Global Institute publicó un reporte sobre México y llega a conclusiones muy similares.

Entender el caso de Japón hace diez o 15 años era muy complejo. Era una economía que tenía varios sectores de clase mundial que llevaba casi una década sin crecimiento.

Pensar en la economía japonesa era pensar en las tres armadoras de automóviles más productivas del Mundo: Toyota, Honda y Nissan. También era pensar en la industria de los aparatos electrónicos con el liderazgo de Sony.

Acompañando a estas industrias había otras muy productivas como la de computadoras y la del acero. Su problema era que estos sectores representaban menos de 20% del empleo.

El resto de la mano de obra está ocupado en sectores de muy baja productividad como el de comercio, alimentos y construcción. La productividad media de esos sectores en Japón se estimaba en menos de la mitad de la de Estados Unidos.

Las razones que explican la baja productividad en esos sectores están vinculadas con regulaciones que limitan la competencia y que imponen barreras a la entrada de nuevos competidores. En concreto aspectos como la regulación del uso de suelo, los subsidios y algunos esquemas fiscales favorecían un modelo de negocio de pequeño comercio que es poco productivo.

La consecuencia para Japón fue que se volvió una economía dual con algunos sectores muy productivos que fueron los que impulsaron el crecimiento económico durante décadas y otros que no crecieron y que eventualmente se volvieron un limitante.

Esta es una hipótesis que explica razonablemente bien lo que ha pasado con Japón durante los últimos años: nulo o muy bajo crecimiento económico.

La historia que presentan en el documento para México en 2014 es la misma. Hay un problema que está generando dos países con características muy desiguales dentro de uno.

Al calcular el crecimiento promedio de la economía mexicana de los últimos 30 años se obtiene un dato cercano a 2.3%. Cuando se compara con el desempeño de otras economías que se consideran de desarrollo similar se observa que hubo un nivel de crecimiento promedio mayor.

Cuando contrastamos con lo que vemos al recorrer México es un país que ha evolucionado favorablemente en bastantes aspectos durante los últimos 30 años. Dos ejemplos que saltan a la vista: nuestro sistema de carreteras y los parques industriales en las principales ciudades del país.

El documento del Mc Kinsey Global Institute nos da información que permite entender que sí ha existido un proceso de desarrollo en México. Calcula que para su periodo de análisis el crecimiento anual de la productividad fue de 0.8%, que es muy bajo.

Cuando se desagrega la realidad es otra. Calculan que el crecimiento de la productividad en las empresas grandes es de 5.8% anual. Este dato contrasta con una caída en la productividad de las empresas tradicionales de 6.5% anual.

Entre estos dos mundos hay un tercero de las empresas de tamaño intermedio con un crecimiento anual promedio de su productividad estimado en 1.0%. El primer dato es el promedio ponderado de los tres.

Estos datos son consistentes con una realidad de un grupo de sectores mejorando su productividad y otros estancados o reduciéndola. Que es la misma historia que la de Japón.

Esta información permite entender el problema y proponer medidas de política pública para solucionarlos. Se deben crear las condiciones para que los sectores dinámicos sigan evolucionando y cambiar las reglas para hacer que los sectores de baja productividad mejoren su desempeño sustancialmente.

Si no se diseñan políticas pública bien enfocadas no vamos a crecer mas rápido. Pero cuáles son ejemplos de sectores de baja productividad. Son tres: el campo en su actividad tradicional, el comercio informal y los monopolios del gobierno.

Para realmente romper la tendencia del nulo crecimiento de la productividad se necesitan acciones en los sectores que mencioné. Si no se ataca la problemática no tendremos el dinamismo que se busca para México. 

La pregunta es si el gobierno realmente tomará acciones. Lo veo complicado y no para que suceda en el corto plazo. Mi preocupación es que si la problemática analizada no se soluciona el impacto de las reformas será limitado.

                *Director general del FUNDEF

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