David Páramo

Análisis superior

David Páramo

7 Abr, 2014

Telecom como bancos

ACAPULCO.— Luis Peña grababa una suerte de promocional ofreciendo que con un pago de hipoteca de ocho mil pesos mensuales una persona puede tener un crédito de un millón de pesos en HSBC.

A su espalda, Alejandro Valenzuela bromeaba que era bueno saber lo que hacía la competencia porque así Banorte podría ofrecer un crédito por ese monto, pero con un pago de siete mil 900 pesos. No contaba que junto a él estaba Carlos Hank González riendo. “Con siete la armamos en Interacciones”.

Parecería un simple intercambio de bromas entre colegas mientras coinciden en los espacios de la 77 Convención Bancaria; sin embargo, habla mucho del espíritu de competencia en un sector donde 47 instituciones pelean fieramente por un mercado que, ciertamente, no ha crecido como debiera.

La impresión es que la banca mexicana compite muy poco y que se encuentra altamente concentrada. Hay datos a favor de esta posición, como que, mientras 74% del empleo se genera en las pymes, éstas sólo reciben 14% del financiamiento.

El propio secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dice que ve una banca sólida y comprometida, pero que tiene el defecto de que presta muy poco.

Los expertos saben que la poca penetración tiene que ver con la historia de este sector, en el cual los últimos diez años han sido de estabilidad luego de crisis que llevaron de la estatización a la mala privatización, pasando por la peor caída en su historia a mediados de la década de los 90.

Los indicadores de competencia de la banca son superiores a las de otras naciones de la Unión Europea, pero la penetración es más baja que la de naciones de América Latina.

El tema no pasa, necesariamente, por la competencia, sino por la falta de aplicación de reformas financieras para la recuperación de garantías.

Historias como la de Mexicana de Aviación, que estuvo prácticamente cuatro años en concurso mercantil hasta que finalmente el viernes fue declarada en quiebra, son una tragedia en muchos sentidos, puesto que los extrabajadores sólo recuperarán un poco a través de la operación de MRO y la venta de aviones que prometió Bancomext.

En este lapso, los únicos que ganaron fueron vividores como Gerardo Badín, quienes de una manera miserable lucraron con la tragedia de los trabajadores y los acreedores. Afortunadamente este grupo ya tiene un plazo perentorio para abandonar las instalaciones de las que abusaron durante demasiado tiempo.

También habría que preguntar sobre las responsabilidades del grupúsculo encabezado por Juan Molinar Horcasitas, que, parecería, usó su paso por el gobierno y ahora el PAN como una palanca para hacerse de negocios. Todo lo fraudulento tiene como común denominador la mano de este hombre.

En las nuevas reglas de concursos mercantiles quedan claros los plazos y no a interpetación de jueces que fueron separados de su cargo, como Felipe Consuelo.

Competencia

Existe una pésima concepción en torno a la competencia que se da entre los bancos. Parecería, por momentos, que se trata de un sector muy concentrado y en el que las reuniones de banqueros son para acordar precios y tarifas que operan como cártel.

Nada, absolutamente nada, está más lejos de la verdad. En la banca mexicana hay una fiera competencia no sólo entre los que buscan mantener su participación de mercado, sino en aquellos que crecen por diversas formas.

Hay instituciones como Multiva, presidida por Javier Valadez, que no sólo buscan el crecimiento orgánico, sino que están por anunciar una serie de asociaciones y alianzas para potenciar más un crecimiento que les ha llevado a crecer tanto en redes de sucursales como en nuevos servicios como Renueva Tu Hogar con el Infonavit.

Banorte ha logrado pasar de ser un banco regional con 1.5% del mercado, al tercer banco del sistema, con una participación que ronda 15% del sector bancario.

Comparación

Los banqueros suelen retar a que se les diga qué otro sector de la economía tiene una competencia tan fuerte y sólo se ocurre el automotriz, donde hay seis o siete participantes con concentraciones cercanas a los cuatro quintos del mercado.

Sin embargo, entre la opinión pública, y particularmente la izquierda, se fustiga muy fuertemente a la banca con argumentos como que compite poco y gana mucho dinero.

Al hacer estas afirmaciones dicen que existe algo así como una campaña de los bancos para tratar de dañar a la sociedad o que son una suerte de explotadores repitiendo mitos absurdos que quizás eran válidos en Europa a finales del siglo XVIII o XIX.

Lo patético, por decir lo menos, es que esas mismas voces son las que desde el PRD están tratando de frenar las leyes secundarias al sector de las telecomunicaciones.

Con argumentos mentirosos, como los que usa una buena parte de la izquierda, pretenden defender a la empresa que ya fue determinada como preponderante por el Instituto Federal de Telecomunicaciones, con base en la reforma constitucional que ellos mismos aprobaron junto con el resto de las fuerzas políticas.

Es ilógico suponer que la izquierda que en la más reciente campaña presidencial usó como lema “primero los pobres” ahora no esté interesada en los consumidores de telecomunicaciones, que pagan demasiado por servicios caros y malos, los cuales generan una pérdida de riqueza de aproximadamente dos puntos del PIB según estimaciones de la OCDE. Lo que no suena lógico, suena metálico.

En el sector bancario, los seis principales bancos tienen concentraciones que van entre 70% u 80%, dependiendo el tipo de productos. En las telecomunicaciones, la empresa preponderante, según la declaración del IFT, tiene más de 70% en banda ancha, telefonía móvil y fija. Siempre uno será menos que seis.

Así las cosas, si la Reforma a las Telecomunicaciones logra generar un ambiente parecido de competencia a favor de los consumidores como el que hoy se tiene en la banca, pues entonces sería suficiente para apoyarla con todo.

Para exigir a ciertos grupos de izquierda que elijan: son fieles a su discurso a favor de las mayorías, especialmente los que menos tienen, o declaran que están a favor del interés de una empresa y explican por qué a sus votantes.

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