Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

7 Abr, 2014

Una lacra, los sindicatos del sector público

Este gobierno ha mostrado que quiere y puede realizar cambios estructurales que modifiquen de raíz rubros completos de la realidad nacional.

Los pasos que han dado hasta ahora apuntan a transformaciones de fondo en educación, energía y telecomunicaciones.

Es indispensable por ello que un régimen que quiere y puede, realice la que acaso sea la más amplia transformación que el país necesita: la de la relación de los sindicatos del sector público con su patrón, que no es otro que los gobiernos federal, estatales y municipales.

Desde la creación del PNR, luego PRI, en 1929, se estableció una regla bien clara: los sindicatos le dan apoyo político y votos al partido y, a cambio, éste les otorga prebendas, prestaciones, plazas e impunidad.

Pero la liga ya se estiró demasiado y el apoyo político está resultando muy caro porque significa que sectores completos del país estén colapsados por este trato.

Un  buen ejemplo es la educación. El sindicato de maestros tuvo manga manga ancha para enriquecer a los líderes, para poner la educación en el último lugar de sus responsabilidades.

El recuento realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) retrata bien las consecuencias del trato entre el partido en el poder y el sindicato de maestros: la infraestructura, colapsada; la nómina, engordada con fantasmas (maestros que sólo existen con nombre, pero no en la realidad); aviadores y comisionados. Y  la educación, hecha un desastre.

En esta ecuación, los bolsillos de los líderes están primero que las escuelas, los alumnos y la educación.

La Reforma Educativa parece ser un primer paso en el rumbo correcto para poner las cosas en orden y modificar los términos de la relación entre el gobierno y el sindicato de maestros.

Pero también el sector energético está en colapso. El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana es otra de las organizaciones que dio votos a cambio de prebendas y privilegios.

Pero ese trato lo que ha producido son líderes como Carlos Romero Deschamps, que brinca de la Cámara de Diputados a la de Senadores en un ejercicio permanente para gozar de fuero; que hace gala grosera de su riqueza mal habida y que tiene el sector petrolero  al borde del colapso.

En pocos años, sin una reforma de fondo, el país no tendrá petróleo ni dinero para importarlo.

Y habría que anotar en la lista al Sindicato de Trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), cuyas prestaciones y pensiones tienen a la institución en quiebra.

Dicho sindicato se ha opuesto sistemáticamente a un cambio que permita que los derechos de los trabajadores no estén por encima de la viabilidad del IMSS.

Si no se corrige, el IMSS sencillamente es insostenible financieramente.

Otro caso son los sindicatos nacionales y locales de burócratas, que han atiborrado de personal a los gobiernos, a tal grado que, especialmente en el caso de estados y municipios, apenas alcanza para pagar la nómina y queda poco o nada para inversiones en la infraestructura necesaria para mejorar la calidad de vida de la población.

La mayoría de los municipios del país viven en la pobreza porque tienen pesadas maquinarias burocráticas que les absorben la mayor parte del presupuesto.

Es decir, los impuestos de los mexicanos llegan a los bolsillos de las cúpulas de los sindicatos del sector público, en perjuicio de aspectos clave para el país como la educación, la energía, la salud y los servicios públicos.

Este cambio estructural es que el país necesita con urgencia, porque la relación entre gobierno y sindicatos ya es insostenible.

Al final de la historia, a donde ya llegamos, ha resultado carísimo para el país, el apoyo político de los sindicatos al PRI.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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