Crónica de una muerte no anunciada: así se fue 'Gabo'

Gabriel García Márquez, escritor colombiano Premio Nobel de Literatura 1982, falleció ayer a los 87 años en su casa de la Ciudad de México
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Gabriel García Márquez, escritor colombiano Premio Nobel de Literatura 1982, falleció ayer a los 87 años en su casa de la Ciudad de México. Foto: Archivo
Gabriel García Márquez, escritor colombiano Premio Nobel de Literatura 1982, falleció ayer a los 87 años en su casa de la Ciudad de México. Foto: Archivo

CIUDAD DE MÉXICO.- Gabriel García Márquez, escritor colombiano Premio Nobel de Literatura 1982, falleció ayer a los 87 años en su casa de la Ciudad de México.

 

El deceso de quien es considerado como el más grande del realismo mágico y uno de los escritores fundamentales del siglo XX, ocurrió después de estar ocho días internado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, y de diez días convaleciente en su casa del Pedregal de San Ángel.

 

La noticia de la muerte del autor de Cien años de soledad, quien vivía en México desde principios de los años 60, país donde escribió la mayoría de su obra, conmovió al mundo de las letras cuando Fernanda Familiar, periodista de Grupo Imagen Multimedia, escribió en su cuenta de Twitter: “Deja de latir el corazón de Gabriel García Márquez. Muere Gabriel García Márquez. Mercedes y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan dar la información. Qué tristeza tan profunda...”.

 

Decenas de representantes de medios de comunicación nacionales e internacionales fueron llegando poco a poco al domicilio del viejo periodista, sumándose a los que mantuvieron guardia ahí los últimos días.

 

En un comunicado, leído por María Cristina García, directora del INBA, la familia dio a conocer que el cuerpo del Premio Nobel será incinerado en una ceremonia privada.

 

Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, anunció que el próximo lunes 21 de abril se le rendirá un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes.

 

Gabriel García Márquez se encontraba trabajando en el segundo tomo de sus memorias Vivir para contarla.

 

Murió en casa un Jueves Santo

Murió ayer el grande del realismo mágico, considerado uno de los escritores fundamentales del siglo XX: el colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), en su casa de la Ciudad de México.

 

Y como Úrsula Iguarán, la matriarca protagonista de Cien años de soledad, murió un Jueves Santo aunque a los 87 años de edad, y no a los 115  o 122 que tenía su mítico personaje inspirado en su abuela, Tranquilina Iguarán Cotes.

 

Después de estar ocho días internado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas Salvador Zubirán y diez días de convalecer en su casa del Pedregal de San Ángel, bajo estricto cuidado médico, el Nobel de Literatura 1982 dejó de existir hacia las 14:38 horas.

 

La noticia de la muerte del autor de Doce cuentos peregrinos, quien vivía en México desde 1961, conmovió al mundo de las letras cuando Fernanda Familiar, periodista del Grupo Imagen Multimedia, escribió en su cuenta de Twitter: “Deja de latir el corazón de Gabriel García Márquez”. Para agregar, a las 14:46 horas: “Muere Gabriel García Márquez. Mercedes y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan dar la información. Qué tristeza tan profunda...”

 

A partir de ese momento, decenas de representantes de medios de comunicación nacionales e internacionales fueron llegando poco a poco al domicilio del novelista y cuentista, sumándose a los que mantuvieron guardia ahí los últimos días.

 

Gabo, como le decían de cariño sus amigos y lectores, fue ingresado el pasado 31 de marzo al Instituto Salvador Zubirán debido a un cuadro de desnutrición e infección pulmonar y de vías urinarias. El 8 de abril regresó a su casa con pronóstico de “delicado”, tras recibir un tratamiento de antibióticos.

 

Durante el tiempo en el que convaleció en su casa, su esposa Mercedes Barcha y sus hijos Gonzalo y Rodrigo se negaron a dar información detallada de su salud. Sólo se observó que todos los días fue visitado por un cardiólogo y un geriatra.

 

El lunes pasado, un diario mexicano dio a conocer, sin precisar la fuente, que García Márquez luchaba nuevamente, como hace 15 años, con un cáncer linfático que ahora se le había expandido al pulmón, a los ganglios y al hígado. Sin embargo, la familia del autor de El amor en los tiempos del cólera, hasta hoy, no ha confirmado esta información.

 

Ante un hermetismo total, la puerta de madera de la que fue la residencia del integrante del llamado boom latinoamericano se abrió ayer pocas veces: cuando llegó Fernanda Familiar, que acompañó a la familia; al arribar Jorge Sánchez, director del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), y para que entrara el periodista colombiano Guillermo Angulo, quien venía a visitarlo.

 

Hacia las 15:25 horas, el chofer de Gabo, Genovevo Quiroz, salió en el automóvil de la familia a llevar a las dos enfermeras que habían cuidado estos días al autor de La hojarasca.

 

Una lectora de 28 años de edad, Mónica Hernández, quien se enteró por Twitter del fallecimiento del narrador, dejó al lado de la puerta de su casa un ramo de margaritas rosas. “Es uno de mis escritores favoritos. Lo leí por primera vez en secundaria”, dijo antes de retirarse.

 

La ficción vuelta realidad

Oficiales de tránsito y policías preventivos sobre la calle; lectores jóvenes y vecinos curiosos sentados en la banqueta; reporteros y camarógrafos que van y vienen; arreglos florales de rosas amarrillas y blancas llegando en tropel; vallas metálicas y policía bancaria cubriendo la entrada del número 144 de la calle Fuego, en Pedregal de San Ángel.

 

Parecieran elementos de algún relato nacido del realismo mágico del que Gabriel García Márquez fue fundador, pero en una paradoja de la vida se trataba del día de su propia muerte que, a la usanza de las anécdotas en Cien años de soledad o Noticia de un secuestro, se matizó de adrenalina, incertidumbre, incluso un poco de fantasía.

 

Hacia las 16:40 de la tarde, llegó a su casa una carroza gris de la funeraria García López, en la que 25 minutos después salió el ataúd con el cuerpo del escritor. Tuvo que abrirse paso entre la decena de policías que custodiaban la casa y los camarógrafos y fotógrafos que no quería n perder la imagen.

 

Tras el anuncio por redes sociales de la muerte y  el lugar a donde sería trasladado, la funeraria se volvió el lugar más sitiado por la prensa nacional e internacional que junto con más de un centenar de uniformados que invadieron en minutos dos de los tres carriles de la avenida principal. Los conductores pasaban estupefactos del tumulto.

 

 La carroza con el cuerpo del premio Nobel de Literatura entró alrededor de las 17:15 horas y no volvió a salir. Las puertas de la funeraria se mantuvieron cerradas, y la entrada al estacionamiento bloqueada por una patrulla. Poco después, adentro,  ya estaba preparando el cuerpo de quien ya no pudo concluir el segundo tomo de sus memorias, Vivir para contarla.

 

Dentro no había ningún otro servicio fúnebre, según informó personal de la agencia mortuoria que como si fueran “cadeneros” se mantuvieron a la entrada principal para impedir el paso de cualquier persona, incluso a Hilda García, a quien no sirvió anunciarse como sobrina del novelista, pues no se le permitió la entrada. 

 

Como ella, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y el cineasta Marco Tulio Linares dieron la vuelta en balde a San Jerónimo, pues ahí no ocurriría el servicio fúnebre.

 

 Ni siquiera las rosas amarillas a nombre de Miguel Alemán Briseño, y de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, o las blancas del Instituto Nacional de Bella Artes  (INBA) y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes pudieron entrar. Conforme llegaron los arreglos florales se colocaron en las escalinatas de la funeraria.

 

Entonces corrió el rumor de que el cuerpo de García Márquez volvería a su casa, y junto con él los representantes de la prensa. Y la que tradicionalmente es una calle silenciosa y de escaso tránsito peatonal, estaba ya para las 21:00 horas de ayer alumbrada con reflectores de las principales cadenas de televisión y bloqueada por dos retenes de policías preventivos.

 

En dos autos llegaron familiares de Gabo, y a pie el escritor Jorge F. Hernández quien se detuvo a expresar su pena: “Nos convenció a todos de que la literatura es un milagro  que está por encima de la política que nos ayuda a vivir mucho mejor. Un periodista que tenía curiosidad de niño”.

 

Pasadas las 21:30 horas María Cristina García Cepeda, directora del INBA, acompañada de Jaime Abello, presidente de la Fundación Gabriel García Márquez, salió a leer un escueto comunicado.

 

“El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a petición de la familia de Gabriel García Márquez, informa que los restos del escritor serán incinerados en privado; se hace conocimiento del público que en la funeraria García López no se llevarán a cabo honras fúnebres, asimismo se comunica que el próximo lunes 21 de abril a partir de las 16:00 horas se realizará un homenaje luctuoso en el Palacio de Bellas Artes donde el público podrá celebrar  su legado”, leyó.

 

Abello pidió a la prensa que se le diera a la familia un tiempo de reposo y tranquilidad. “Ya Gabo tenía 87 años, falleció y lo vamos todos a homenajear en el Palacio de Bellas Artes. No creo que haya más comunicados hoy”, expresó sin detallar el destino de las cenizas del novelista ni las causas de su muerte.

 

La desolación por la partida del también guionista, cuentista y editor quedó proyectada en la mirada desorientada de los periodistas, y, sobre todo, en la vista cristalina de una decena de jóvenes que a la entrada de la funeraria esperaban con flores en mano la posibilidad de despedirse de su Gabo. Sería imposible, sabían.

 

Omar López, físico del Instituto Politécnico Nacional que nació el mismo año en que Gabo recibió el Nobel, buscó un poco de consuelo en La mujer que llegaba a las seis, cuento compilado en Ojos de perro azul, el cual leyó en voz alta a su amiga, ambos sentados a la orilla de la calle mientras anochecía.

 

Suben las condolencias

La muerte del escritor colombiano fue lamentada por el presidente Enrique Peña Nieto, quien a partir de las 16:02 escribió tres mensajes en su cuenta de Twitter:

 

“A nombre de México, expreso mi pesar por el fallecimiento de uno de los más grandes escritores de nuestros tiempos: Gabriel García Márquez.  Con su obra, hizo universal el realismo mágico latinoamericano, marcando la cultura de nuestro tiempo. Nacido en Colombia, por décadas hizo de México su hogar, enriqueciendo con ello nuestra vida nacional. Descanse en paz”.

 

El mandatario colombiano Juan Manuel Santos también manifestó su pesar a través de la misma red social: “¡Mil años de soledad y tristeza por la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos! Solidaridad y condolencias a la Gaba y familia”.

 

Por la noche, decretó duelo nacional por tres días, y anunció, en un mensaje a sus coterráneos, que  dio la orden de que “en todas las instituciones públicas se ice el pabellón nacional a media asta, como esperamos lo hagan también los colombianos en sus casas.”

 

Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, afirmó en Twitter: “Amigo entrañable, Gabriel García Márquez, el equivalente en español a los grandes escritores rusos de los siglos XIX y XX. Lamento su pérdida”.

 

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