En Los Ángeles ya ni Hollywood prospera

Deprimentes escuelas públicas, deteriorada infraestructura y crecientes costos laborales protagonizan un triste escenario para la ciudad estadunidense
Economía -
El alcalde de la ciudad, Eric Garcetti, ha incumplido varias de sus promesas de campaña y los escépticos  se preguntan a qué dedica su tiempo, mientras la localidad afronta retos en empleo y servicios. Foto: Mateo Reyes
El alcalde de la ciudad, Eric Garcetti, ha incumplido varias de sus promesas de campaña y los escépticos se preguntan a qué dedica su tiempo, mientras la localidad afronta retos en empleo y servicios. Foto: Mateo Reyes

CIUDAD DE MÉXICO.- Como el protagonista en una película de Hollywood, Los Ángeles siempre parece estarse precipitando hacia el triunfo o el desastre.

En 1988, el Comité de Los Ángeles 2000 declaró que su ubicación estratégica y poderes magnéticos para atraer capital y mano de obra harían de esta “La ciudad del siglo XXI”, así como Nueva York, Londres y París habían dominado en épocas anteriores. Escribiendo 25 años después, la Comisión de Los Ángeles 2020 revela una visión más sombría de la segunda ciudad de Estados Unidos: En dos informes con nombres que podrían haber sido tomados prestados de películas de suspenso de bajo presupuesto –Hora de la verdad y  Hora de la acción– la comisión pinta un panorama de una ciudad en pronunciada declinación y un liderazgo indolente en pensamiento y acción.

La comisión de 2020 tiene razones para el pesimismo. Deprimentes escuelas públicas, deteriorada infraestructura y crecientes costos laborales. Una ciudad aún celebrada como un lugar de dinamismo y oportunidad es incapaz de crear empleos para su creciente fuerza laboral. Desde 1990, el empleo total en realidad ha caído, aunque esa cifra disfraza algunas fluctuaciones violentas.

En 2012, la tasa de pobreza oficial para el Condado fue de 19.1 por ciento, y en 2011, usando una medición más amplia que toma en cuenta el costo de la vida y los beneficios gubernamentales, se situó en 26.9 por ciento. Incluso Hollywood está tambaleándose, conforme los productores cinematográficos y televisivos se sienten atraídos por los sobornos fiscales en otros estados.

Volviendo a lo básico

Fue en ese contexto que el alcalde Eric Garcetti pronunció su primer discurso sobre el Estado de la Ciudad el 10 de abril y, cuatro días después, presentó su primera propuesta presupuestaria, por  8,100 millones de dólares.

A diferencia de sus predecesores recientes, el alcalde no propuso iniciativas o hitos sensacionales contra los cuales pudiera ser juzgado. Sería un régimen que “regresaría a lo básico”, declaró. La gran noticia del discurso sobre el Estado de la Ciudad fue que un carril de autopista abriría unos meses antes de lo esperado.

Joven, tranquilo y encantador, es fácil que el alcalde caiga bien. Habla mucho sobre transparencia y transporte, y puede hablar francamente sobre algunos de los problemas de la ciudad. El Ayuntamiento, dijo la semana pasada, se había convertido en un lugar “donde los empleos llegan a morir, asfixiados por la burocracia y la indiferencia”. En un reciente foro público, un reportero recibió una corrección del alcalde cuando señaló que Garcetti había descrito a las terminales del aeropuerto de Los Ángeles como “horribles”. La palabra que realmente había usado, dijo el alcalde, era “espeluznantes”.

Aun así, algunos observadores están preguntándose cuándo todas estas declaraciones reales se traducirán en acciones. A pocas horas de las promesas que Garcetti hizo la semana pasada se les puso precio o fechas límite. Para el día en que anunció  el presupuesto, su promesa de campaña de eliminar el impuesto empresarial sobre ingresos brutos se había reducido a un plan para bajarlo de 0.51 por ciento a .425 por ciento en el curso de los próximos cuatro años, aunque continúa prometiendo su eliminación. Los escépticos refunfuñan que no tienen idea de a qué dedica el alcalde su tiempo.

Esas quejas son meramente los rezongos de los comentaristas políticos, dice Raphael Sonenshein, jefe del Instituto Pat Brown en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles. A los angelinos, nunca tan interesados por la alta política del gobierno municipal como sus similares en Nueva York o Chicago, les preocupan cosas como los baches y las facturas de electricidad; el Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles es el servicio público municipal más grande en Estados Unidos.

Garcetti ha dedicado mucho tiempo a hacer cambios en la burocracia de la ciudad. Esas maniobras quizá no lleguen a los titulares, dice Sonenshein, pero es más probable que produzcan resultados en las expansivas visiones de sus predecesores, que a menudo fracasaron. Garcetti enfatiza que quiere convertir a Los Ángeles en “la ciudad mejor dirigida de Estados Unidos”.

Gobierno ejemplar...

Eso aún deja muchas preguntas sin responder. En 2003, los costos de jubilación representaron 3 por ciento del fondo general de la ciudad, pero ahora absorben el 18 por ciento, una cifra que aumentará más sin que haya acciones. Las escuelas públicas de Los Ángeles, que atienden principalmente a niños latinos, tienen mal desempeño, elevando los temores de una estratificación que siga líneas étnicas tanto como económicas. Algunos alcaldes estadunidenses han hecho frente a estos problemas directamente, reformando los planes de pensiones o promoviendo las escuelas chárter, pero Gracetti ha tenido poco que decir al respecto. Ciertamente, las escuelas se ubican en gran medida fuera de su jurisdicción, pero eso no ha impedido que otros alcaldes intervengan.

Lo mismo pudiera decirse de otra amenaza para el futuro económico de Los Ángeles. Los crecientes precios de las casas desplazaron a tantos angelinos que la población del área metropolitana creció en solo 3.7 por ciento entre 2000 y 2010, la tasa más lenta entre las otras grandes áreas metropolitanas de Estados Unidos excepto Nueva York. Como en otras partes a lo largo de la costa californiana, la alta demanda y las restricciones de la oferta han conspirado para elevar los precios, y a menudo son los residentes de ingresos medios quienes se ven forzados a mudarse. Los precios de las casas en Los Ángeles subieron en 17 por ciento el año pasado, y en octubre Trulia, un sitio web inmobiliario, concluyó que Los Ángeles era la segunda ciudad más cara para las viviendas de clase media en Estados Unidos, detrás solamente de San Francisco.

En una ciudad no conocida por el control, el enfoque de Gracetti puede ser refrescante. Sin embargo, es demasiado pronto para determinar si está funcionando. Pudiera esperarle una prueba más dura de las que ya ha enfrentado, en forma de uno de los desastres, naturales o provocados por el hombre, que ocurren en la ciudad de vez en cuando, o una contracción fiscal que pudiera forzar a decisiones difíciles sobre impuestos; se proyectan enormes déficits durante años.

Quizá alcance con sus propuetas modestas.

 

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