Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

24 Abr, 2014

¿Qué estrategias aplicar y qué medidas tomar, cuando lo intentado no resultó?

Hay una expresión que seguramente usted conoce que dice, palabras más palabras menos, “Hay momentos en la vida de los pueblos, en que hay que fregarse” (por supuesto, el verbo utilizado en forma pronominal es diferente a fregar).

Tengo la impresión que la situación que enfrentamos hoy —México y los mexicanos—, aquélla la resume objetivamente; por encima de los múltiples intentos que hemos hecho desde los años setenta del siglo pasado, jamás nos hemos atrevido a seguir la vía correcta, la única que habría resultado efectiva para empezar a crecer, crear empleos, atraer inversión y empezar a construir un mejor futuro.

Los que hoy afirman que lo hemos intentado todo y a pesar de eso las cosas no salen, al menos no como las proyectamos, lo que en realidad pretenden es una vuelta al pasado; quieren regresar a lo peor de nuestra historia desde los años treinta del siglo XX donde,  los únicos ganones fueron ellos y sus similares. Los que eso buscan, en realidad pretenden vender el pasado como el mejor de los futuros.

Hoy, nadie con dos dedos de frente puede plantear que lo hemos intentado todo; para demostrar su errada y tramposa posición, están decenas de experiencias exitosas en igual número de países donde, lejos de afirmar que todo lo intentaron y las cosas no salen bien, se dedicaron —oportuna y decididamente— a intentar lo correcto. Para el que quiera ver, los resultados ahí están.

Los intentos nuestros, se acepte o no, han servido solamente para darle vuelta a la salida correcta con miras a posponer el día en el cual el destino nos alcanzaría el cual, pienso, ha llegado. Por eso cito la expresión del primer párrafo: “Hay momentos en la vida de los pueblos, en que hay que fregarse”.

Si usted no está convencido de lo que aquí afirmo, le pido hacer lo siguiente. Revise por favor lo que hemos intentado desde la presidencia de Carlos Salinas a la fecha —para no irnos más atrás en el tiempo—; si lo hiciere, encontraría algo curioso. Las estrategias han sido diversas; han ido desde la apertura y la reducción de la presencia estatal en la economía, a la vuelta actual al endeudamiento y el gasto como palancas del desarrollo y una presencia mayor del estado en ciertas decisiones las cuales deben corresponder a los agentes económicos privados.

El resultado de estos 25 años de evadir la gran decisión, ha sido desastroso; ¿no me cree? Vea por favor a su alrededor; revise los resultados de ésta o aquella política pública en la materia que guste, y la realidad le estallará en la cara.

¿Cuánto tiempo podremos seguir así? ¿Cuánto más podremos evitar tener que enfrentar la realidad estructural que impide la transformación de este país? ¿Cuánto tiempo más mantendremos esta ficción, este gran teatro que cada vez luce más desgastado en sus guiones, en sus avejentados actores, y en los cortinajes raídos y butacas desvencijadas?

¿Cuánto más nos daremos el lujo de permitir que demagogos anclados en el pasado impidan la transformación real y efectiva del país y su economía? ¿Cuánto más seguiremos alimentando esa ilusión perversa, de que la hipocresía nos llevará a un mejor futuro? ¿Cuánto más va a durar este afán enfermizo que sólo busca evitar reconocer lo evidente?

¿Le parece que sigamos el martes?

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