Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

28 Abr, 2014

¿Y ahora?... ¡A rescatar el año!

Diría la Junta de Gobierno del Banco de México, que encabeza Agustín Carstens, que, en materia de crecimiento económico en México nos encontramos en “etapa marginal”.

O sea, hay “signos” de crecimiento, pero “muy marginal”, en lo externo y en lo interno, y evidentemente se requiere de acciones que tome el gobierno del presidente Peña Nieto para despertar el “jaguar emergente” que llevamos por dentro.

De ahí que hoy se anuncie el Plan Nacional de Infraestructura 2014-2018, como le adelanté el viernes. De acuerdo con el INEGI, la construcción, pese al “puntual ejercicio del gasto”, no ha resentido el efecto del mismo, pues, al cierre de febrero, el IGAE continuó cayendo en 2.37% en términos anuales, aunque los brotes en servicio parecieran mostrar una mejor tendencia.

La intención del anuncio es acompasarla (a ver si de verdad lo hacen) con un calendario de inicio y terminación de obras, que se acompañará de un novedoso registro público y electrónico de administraciones presupuestales contra avance, que serán muy vigiladas por la Secretaría de Hacienda, que encabeza Luis Videgaray.

El monto es cercano a cuatro billones de pesos acumulados en el periodo, y la meta es lograr 5.5% del PIB, con intención de seis por ciento.

Se supone que el programa ya tiene proyectos ejecutivos y análisis de viabilidad financiera, y que se busca terminar con el letargo de producción, dado que, a enero, la inversión en construcción registró una caída anual de (-)2.7% en general, y de (-)4.2% en carreteras, puentes y similares, de obras de urbanización, etcétera.

Hay reglas nuevas. Los proyectos de presupuesto de las constructoras deberán ser muy puntuales, porque los contratos deberán convenir el margen máximo de variación estimado de una obra. Eso reducirá el efecto de la corrupción que aqueja la construcción de infraestructura en toda América Latina, pasando por el Canal de Panamá.

“¡Nada de tirar precios para ganar licitaciones!” será el mejor mensaje para los agremiados a la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción (CNIC), que lleva Luis Zárate.

En realidad no hay sorpresas, salvo el puntual conocimiento del programa de construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que se erigirá en los terrenos aledaños al actual, sin tocar ni a los patos (note que se ha secado al lago), y tampoco usará terrenos de San Salvador Atenco.

Se incluyen los 104 compromisos que incluyó el presidente Enrique Peña Nieto, descontando los que están en curso de ejecución, que serán sustituidos por una decena de los compromisos contraídos a lo largo de su primer año y meses de gobierno. 

La parte más conocida es la de Comunicaciones y Transportes, que lleva Gerardo Ruiz Esparza, que suma unos 1.3 billones de pesos acumulados entre este año y 2018, pero el grueso de la inversión es presupuestal, donde la mitad será infraestructura logística y el resto en telecomunicaciones y conectividad digital (600 mil millones de pesos).

Incluye 149 proyectos carreteros y 15 autopistas, siete puentes, tres trenes de pasajeros, seis sistemas articulados de transporte urbano, cuatro tramos de trenes de carga. La novedad serán las obras de infraestructura para mejorar la conexión centro-sur del país, con la rehabilitación del Chiapas-Mayab, la renovación del Ferrocarril del Istmo y la conexión hacia el Centro por Puebla y Guerrero.

Hay inversiones en puertos del sureste (la más novedosa es la de Puerto Progreso) y el anuncio del tren masivo de Chalco a La Paz, sumados a los conocidos de México-Toluca, México-Querétaro, expansión del suburbano a Huehuetoca, el tren eléctrico de Guadalajara, Metro de Monterrey y el Transpeningulsar Yucatán-Quintana Roo.

El más importante es el de energía, que incluye 1.5 billones de pesos (alrededor de 125 mil millones de dólares estimados de inversión en Pemex, que encabeza Emilio Lozoya, y que podrían duplicarse con la apertura al sector privado).

Lo más relevante es la modernización del sistema de refinación, al que van poco más de 40 mil millones de pesos (Tula, Salamanca, y Salina Cruz), la rehabilitación de ductos y plantas petroquímicas en asociación con el sector privado, la ampliación de dos mil kilómetros de la red de ductos para transporte de petrolíferos y modernización de la actual, más el impresionante presupuesto para exploración de reservas de petróleo, gas asociado y los
campos de shale.

En electricidad, el tema no es menor, pues en la CFE, que lleva Enrique Ochoa, se adelantó la construcción de cinco nuevos gasoductos en esquemas similares a los del noroeste, con inversión de dos mil 500 millones de dólares, los que forman parte del programa de inversiones 2015-2018 por cerca de 80 mil millones de pesos anuales, e incluye rehabilitación de plantas, de redes de transmisión, de distribución y comercialización, cambio en los sistemas de medición eléctrica al consumidor y blindaje del sistema interconectado nacional para entregarlo al organismo que lo operará. Recordemos que del grueso de las nuevas plantas eléctricas (25), se han convenido 22 mediante arrendamiento con el sector privado. En construcción hay otra decena, incluyendo los parques eólicos y solares, y como cinco de ciclo combinado del sector privado.

El siguiente gran rubro es el de la Comisión Nacional de Aguas, que encabeza David Korenfeld, donde la inversión presupuestal para el periodo que anunciará Peña Nieto se estima en 150 mil millones de pesos, con el grueso concentrado en 2014, por 30 mil millones de pesos, y la mayor parte de la misma está destinada a construir presas y represas, así como acueductos, desalinizadoras, drenaje y alcantarillado, infraestructura de prevención.

En fin. Se supone que por cada punto porcentual del PIB de inversión en infraestructura (según la administración de Calderón se alcanzó a cerrar con 5% del PIB), el impulso al PIB será de un punto permanente y, si considera el valor de la economía, retrocedió en su sexenio, de ser la duodécima, al lugar número 14 en términos de PIB, que en dólares alcanzó el trillón: 178 mil 126 millones de dólares (15 billones, 323 mil 438 millones de pesos). El problema sigue siendo que jugamos al ping-pong, creciendo y decreciendo, y la inversión, que es el principal arrastre del crecimiento, sigue muy rezagada.

El último punto del programa, hasta ahora no incluido en programas previos, tiene que ver con la infraestructura de desarrollo urbano y vivienda, y la relacionada con los sectores de educación y salud e infraestructura de seguridad. Se estima que en conjunto, si se alcanza a elevar la infraestructura normal en 0.5% del PIB, para cerrar el sexenio en 6%, y sumada la infraestructura social (salud, educación, vivienda), aumente a 9% del PIB.

Cuentas van o vienen, lo importante es, como diría mi abuelita, ¡que se sienta!

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