El mito de los acaparadores de materias primas: Paradigmas

CIUDAD DE MÉXICO.- En años recientes, las autoridades económicas del país han encontrado a un nuevo hombre de paja, un concepto vacío que dice todo y que sirve para justificar sus errores: los acaparadores de materias primas.

En la mentalidad de las autoridades, los acaparadores son seres que aparecen y desaparecen según la coyuntura. Son personas inteligentes que están dispuestas a pagar el costo de almacenamiento y refrigeración. Incurren en este costo con la esperanza de que los acervos de mercancías que poseen sean lo suficientemente grandes como para provocar escasez artificial en un mercado, tal que conduzca a un aumento en el precio de manera acelerada y les permita obtener una jugosa ganancia si venden sus acervos a tiempo. Es decir, el acaparador y el especulador son la misma persona. Difícilmente se puede aspirar a ser más inteligente que estos individuos. Para muestra, dos casos:

En 2012 el precio del maíz se elevó. Ante esto la Secretaria de Economía señaló con su dedo flamígero a los acaparadores, pero se cuidó de dar nombres. La prensa, al ser una nota atractiva, la reprodujo cada vez que pudo. No dudó en publicar e inclusive especular sobre los nombres de los posibles investigados. Sin embargo, nunca se llevó la investigación hasta sus últimas consecuencias lógicas, ni en la prensa ni en la Procuraduría General del Consumidor. El tiempo pasó, el precio se estabilizó y el tema se olvidó

En 2014, el precio del limón se elevó. Ante esto, la Profeco dio inicio a una acción legal “contra quien resulte responsable” de acaparamiento del limón. Como es su costumbre, no denunció a alguien en concreto. De nueva cuenta, la prensa al ver que se trataba de una nota muy atractiva, la reprodujo cada vez que pudo. Al igual que en el caso del maíz, la investigación cayó en el olvido de algún escritorio en el momento en que el precio del limón se estabilizó.

Como hemos visto, los acaparadores/especuladores son tan inteligentes que además de hacer que los mercados operen a su favor, logran burlar la ley de forma repetida. Pero puede que estos individuos casi mitológicos no existan y haya otras explicaciones para el alza en los precios del maíz y del limón.

El comportamiento de los precios se debe ya sea a razones estructurales –como la falta de inversión pública y privada en el sector primario- o a razones coyunturales –como los huracanes o las plagas-. Pero esas explicaciones no son sexys. Son horribles. Difícilmente causaran la misma impresión que la idea de que hay alguien orquestando el alza desde las sombras. Y esto ocurre además porque una explicación razonablemente elaborada implica un compromiso de mediano aliento con el lector, haciéndolo poco atractivo al lector coyuntural que ve sólo los encabezados en el puesto de periódicos.

Por otro lado, a las autoridades también les resulta atractiva la explicación coyuntural y frívola. De esa manera, desvían la atención del público y evitan que se les pidan explicaciones sobre la falta de inversión pública en el campo y en general, sobre la efectividad de los apoyos a las zonas rurales y al campo mexicano.